Cuenta la historia, que una cámara oculta registró el ingreso sigiloso de un hombre vestido de mujer que, con oscuras intenciones, invadía una propiedad ajena, provista de material incendiario. Pretendía incendiar el lugar (necesitaba hacer desaparecer un cheque y un pagaré) pero, en un punto la suerte lo esquivó. Fue atrapado, puesto a disposición de la justicia, preso y, por tanto, se hizo acreedor de un prontuario que lo convirtió en delincuente….¿ recuperado ?
El episodio de la mujer (que no era mujer) incendiaria, así como lo poco que duro el engaño le dejó una buena enseñanza : Pondría mejor empeño en los próximos disfraces y hasta promocionaría las cámaras vigías ofreciéndose él mismo como un caza delincuentes. Una buena manera de despistar, pensó.
Un personaje con el que el travestido coincidiría sin problemas es con el fiscal de Cámara de C. del Uruguay. Uno de los monstruitos ideológicos de nuestro poder judicial. El travestido, todos saben, suele usar sus “tapas” para escrachar a delincuentes menores, a los que estigmatiza de un modo cruel.
Bien, el personaje judicial mencionado, piensa que los delincuentes no tienen vuelta atrás, y lo dice así: “si se reeducan mejor, pero esa no es la finalidad del Sistema Penal” y sigue… “cuando salen se dedican a cometer ilícitos. Es cierto que la Policía adolece, no por vicios propios, de falta de investigación, pero en última instancia hay un dato de la realidad que es un porcentaje enorme de gente que sale y vuelve a delinquir”.
Volviendo al caso que nos ocupa, el de la mujer que no era mujer aunque vestía como si lo fuera. Se travistió. A partir de ese día, del día que cayó preso, le tomó el gusto a eso de mostrar una identidad mentirosa, a hacer como que, a engañar al prójimo. Si el personaje judicial conociera este caso, estaría chocho con su teoría. Reinciden, efectivamente, no vuelven al buen camino.
Comenzó su plan disfrazándose de periodista, luego de director de un diario, de empresario “cooperativo” de ese diario, de hombre de paja y hasta se asegura que de testaferro del mandamás. Le salió bien, se convirtió en exitoso, hizo mucho dinero, alcanzó poder y hasta logró un puesto como funcionario con cargo ministerial. No desentonaba demasiado en la geografía del poder que lo ungía.
En el medio de una sociedad con el norte extraviado, lo suyo era parte del folklore.
Esa sociedad no le reprochaba demasiado que utilizara su diario para los fines más inconfesables: aprietes, extorsiones, campañas de desprestigio, mentiras de la más variada gama, en fin, iniquidades que en el medio de otras tantas iniquidades pasaban desapercibidas, eran una más.
Ya funcionario puso en práctica el plan II : Esto es, promocionar cámaras “botonas” capaces de registrar el movimiento ciudadano en una zona privilegiada de la ciudad, un lugar para el disfrute, el ocio, un gran espejo de agua, bucólico y rodeado de verde, que se llena de enamorados.
El zorro, que tenia todo planeado para quedar a cuidado de las gallinas, se frotaba las manos cada vez que pensaba que, además de la información que manejaba en el diario iba a contar con información adicional que podía utilizar como algo ultra confidencial.
La ecuación era sencilla: Información es poder, poder es dinero. Punto, para que mas.
Pero como aquella vez que vestido de mujer fue atrapado por la policía saltando techos y muros, siempre están los imponderables. Aquella vez fue la policía, ahora es el diablo, Satanás o lucifer que, con su larga cola de envidias y vaya a saber uno cuanto mas, metió la cola con la clara intención de arruinarlo todo.
El diablo, un diablo raro, con apariencia de virus no tuvo mejor idea que dedicarse a perseguir delincuentes, testaferros, ladrones de dineros públicos, incendiarios y explotadores…¡¡ imagínense!!