Si durante el gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín, con una relación de fuerzas complicada, se decidió que por televisión no se escuchara la voz del testimonio de las víctimas durante el histórico juicio a las tres primeras juntas, treinta y cinco años después y con otra relación de fuerzas, “Clarín” y “La Nación” deciden silenciar la voz de los hijos recuperados de los desaparecidos, apropiados ilegalmente como botín de guerra.Los mismos medios hegemónicos que hoy recurren a una patronal que los representa, como la Sociedad Interamericana de Prensa, aludiendo que los límites que el gobierno intenta fijar a la concentración de Clarín o a Papel Prensa en que ambos son socios, constituyen una limitación a la libertad de prensa, fueron los que le dijeron en 1978, según recuerda Manuel Abal Medina en un impecable documento: “Entre el 18 y el 25 de agosto de 1978, en plena dictadura militar, la Argentina recibió una misión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) encabezada por Edward Seaton, propietario del diario «Mercury» de Kansas e Ignacio Lozano, de «La Opinión» de Los Ángeles. Durante su visita, los representantes de la SIP entrevistaron a más de cinco docenas de personas y elaboraron un documento notable, que no fue divulgado entonces por la prensa de nuestro país. Entre las principales conclusiones de ese informe se destacan las siguientes: para los editores argentinos la seguridad nacional tenía prioridad sobre la libertad de expresión, justificaban la censura por manifestarse de acuerdo con la dictadura militar, se negaban a informar sobre la desaparición de personas y se beneficiaban de ese comportamiento al asociarse con el Estado para la producción de papel mediante la empresa Papel Prensa.” No hace falta explicar demasiado el contexto en que fue realizada esa visita: la censura de prensa, la persecución a intelectuales, el asesinato, el secuestro y la desaparición de miles de personas -entre ellos más de un centenar de periodistas-, la existencia de campos de concentración donde reinaba la tortura y la muerte, y la difusión del terror sobre el conjunto de la sociedad, definieron aquella época que recordamos como la más trágica de nuestra historia.” Veintisiete años después del retorno a la democracia, no hay que tener audacia, porque no hay peligro para informar sobre los históricos juicios que se vienen concretando con lentitud pero firmemente. No se hace porque hoy están en peligro las canonjías y apropiaciones obtenidas ilegalmente en aquella época de noche y niebla. Como puede apreciarse hay un hilo de Ariadna que vincula el pasado y el presente de los medios hegemónicos.
En el caso de Clarín, la cobertura sobre las atrocidades del terrorismo de estado tuvo lugar hasta que irrumpió con intensidad el tema de los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble.
El martes 26 de abril, día que “Página 12” y «Tiempo Argentino transcribieron el desgarrador testimonio de Victoria Montenegro, “Clarín” puso en tapa el reencuentro de dos gemelos con su madre en Añatuya que ella había dejado al cuidado de otra familia cuando tenían tres meses. “La Nación” sólo trato el caso colateralmente el día siguiente, por el involucramiento del fiscal de casación Romero Victorica.
La casi totalidad de la prensa, incluida fundamentalmente la hegemónica, silenció hace treinta y cinco años el secuestro de Ramona Torres y Roque Orlando Montenegro, padres de Victoria Montenegro, y los de María Asunción Artigas Milo y Alfredo Moyano, padres de Victoria Moyano Artigas. Hoy omite el testimonio que sobre sus apropiaciones y sus terribles historias realizaron las dos Victorias. Dos Victorias que son el testimonio vivo de una gigantesca derrota. Es una limitación a la libertad de prensa que no será recogida por la SIP, ni impedirá a los medios involucrados considerar que practican periodismo independiente.