El saber ocupa lugar

El concepto de alfabetización ha evolucionado con el paso de los años. La idea tradicional que lo limitaba al aprendizaje de la lectura, la escritura y las nociones básicas de cálculo todavía se utiliza ampliamente, y en muchos ámbitos está cuestionado, debido a que esta deja de lado aspectos esenciales del ser humano como sus emociones y su cuerpo.

 Ese concepto está muy asociado al de alfabetización funcional, que lo vincula con el desarrollo socioeconómico, es decir que las personas aprendan lo necesario para leer instrucciones y saquen cuentas básicas (suma, resta, multiplicación y división), con esas herramientas ya son funcionales al engranaje del crecimiento concentrado del capitalismo.

 Pero han surgido otras modalidades de alfabetización con el fin de abordar las distintas necesidades de aprendizaje de las personas en las sociedades del conocimiento, inmersas en el proceso de mundialización.

La alfabetización es un derecho humano fundamental y, a la vez, el cimiento del aprendizaje a lo largo de toda la vida, la base para mejorar el bienestar y los medios de subsistencia. Requiere de medidas y esfuerzos permanentes, focalizados y sólidos.

Es por esto que la Unesco proclamó el 8 de septiembre como el Día Internacional de la Alfabetización en la 14ª reunión de su Conferencia General celebrada el 26 de octubre de 1966.

Desde 1967, esta jornada se ha celebrado anualmente en todo el mundo para recordar al público la importancia de la alfabetización como una cuestión de dignidad y derechos humanos, y como un eje central para promover un desarrollo sostenible, facilitando el cumplimiento del derecho al trabajo, a la salud, a la nutrición.

Por otra parte, la alfabetización no se trata solo de los conocimientos de lectura, escritura y cálculo. En ese sentido, supera la cuestión instrumental de descifrar signos para proyectarse como la formación de los sujetos para explorar, disputar sentidos, seleccionar información, comunicar pensamientos y sentimientos, para finalmente transformar las condiciones de su propia existencia.

 Hoy se la entiende como un medio de identificación, comprensión, interpretación, creación y comunicación. Asimismo, se suma el concepto de la alfabetización digital, referido a la capacidad para usar de forma provechosa las nuevas tecnologías comunicacionales.

La alfabetización es un proceso complejo, no tiene edad, pues abarca la apropiación crítica de diversos lenguajes para la expresión, la información, en sentido liberador. La afirmación de la Escuela como ámbito alfabetizador requiere de la problematización de su sentido, tendiendo hacia la constitución de un ciudadano crítico, autónomo y colectivo, capaz de disputar, disfrutar, convencer a partir de la lectura y la escritura.

En el proceso, desde aquella resolución de la UNESCO, el concepto de alfabetización fue ampliándose y especializándose, hoy se habla de Alfabetización Inicial, Alfabetización de Jóvenes y Adultos, Alfabetización Académica, Alfabetización digital y Alfabetización comunicacional, entre otras formas.

Las tecnologías digitales están cambiando a un ritmo cada vez más creciente el modo en que las personas viven, trabajan, se instruyen y sociabilizan en todas partes del mundo. Ofrecen nuevas posibilidades a las personas para que mejoren en todos los aspectos de su vida, incluido en el acceso a la información; a la gestión de los conocimientos; a las redes, los servicios sociales, la producción industrial y las diversas modalidades de trabajo. No obstante, quienes carecen de acceso a las tecnologías digitales, a los conocimientos y a las habilidades y competencias necesarias para navegar en las redes quedan marginados, dentro de estas sociedades cada vez más digitalizadas. La alfabetización es, en este sentido, una de estas competencias esenciales.

Esas competencias tienen que ver no solo con el acceso y manipulación, tiene mucho que ver también con la comprensión del universo que implica, la complejidad que abarca, el origen, la intencionalidad y fundamentalmente como se construye un nuevo concepto de comunidad. Estar alfabetizado en esto es hoy, tal vez la materia más importante y de mayor deuda en todos los ámbitos educativos. No solo en el escolar, sino en el familiar, en el periodístico, en el de producción cultural. Todos los espacios en que se “alfabetiza” porque muchas veces podemos ser “analfabetos alfabetizados” es decir que sabemos cómo acceder a cualquiera de las formas comunicacionales (no solo a las digitales, sino también a las periodísticas, a las sociales, a las culturales y hasta a las familiares) pero no sabemos cómo decodificarlas.

Alfabetizar es enseñar a decodificar, y esa decodificación tiene un entramado muy complejo. El concepto de alfabetización ha cambiado desde 1966, pero lo que no ha cambiado es el derecho que implica. Es el derecho a conocer y desentrañar los códigos de interrelaciones humanas, porque eso le significa “ocupar un lugar en la sociedad”. Quien no tiene acceso a la alfabetización se “queda afuera” y eso se llama exclusión.   

Fuentes:

https://www.argentina.gob.ar

https://www.suteba.org.ar

https://www.cultura.gob.ar

 

Lic. Veronica López

Tekoá Cooperativa de Trabajo para la Educación

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