El refugio de los canallas

Uno se pregunta si es cinismo o son tan obtusos como para no poder ver un poco más allá de sus narices. También se pregunta sino estarán siendo simplemente coherentes con su historia (Los militares del ’76 pelearon la guerra que muchos civiles argentinos les pedían– particularmente los ricos argentinos. Algunos nucleados en la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias (APEGE) como las Cámaras Argentinas de Comercio, Construcción, Exportadores e Importadores, Supermercados, Grandes Tiendas, La Sociedad Rural, entre otras) y aprovechan esta fecha particular para tantear que fuerzas latentes tienen en la sociedad en esta era K tan rimbombante en gestos por la memoria histórica, reivindicaciones, derechos humanos y otras mojadas de oreja a la “cacona” pro golpista.
Las asociaciones intermedias de Concordia (Centro de Comercio, Industria y Servicios, Sociedad Rural, Rotary Club, Club de Leones, Club Hípico, Club Progreso, Rotary Club Salto Grande, Asociación de Citricultores, ASODECO, Liga de Madres de Familia, el ex Cura párroco de la Catedral Pablo Martinez, el candidato a intendente por “Todos por Concordia” en las últimas elecciones Armando Saliva y otros ciudadanos de apellido ilustre como Aragón y Caminal) propusieron que el polideportivo municipal lleve el nombre del intendente de las dictaduras militares del `66 y `76, Coronel Rafael Tiscornia.
La noticia fue publicada por DiarioJunio Digital y posteriormente llevada por su redactor Horacio Osorio al Programa “¿Y ahora qué pasa?” que conduce el periodista Emilio Soto en la repetidora local de Radio Mitre.
La reacción de buena parte de la audiencia de ese programa fue interesante: en líneas generales se defendió la propuesta de las instituciones intermedias argumentando que el Coronel Rafael Tiscornia fue, más allá de su condición militar y ser un intendente de facto, un hombre honrado que supo mantener la ciudad en orden.
Ya no hay dudas que la corrupción ha herido de muerte la democracia representativa y, como no encontramos otras alternativas, añoramos al “papi” suficiente, autoritario y austero que nos de un poco de seguridad a nosotros la gente proba que pagamos nuestros impuestos y vivimos de nuestro trabajo.
Memoria: Los primeros meses del Gobierno de Fernando de la Rúa – hasta la renuncia del Vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez por las coimas en el senado- éramos felices: Teníamos un presidente aburrido pero honesto que venía a poner fin a la fiesta de la corruptela menemista. Después no solo descubrimos que en la Alianza había corrupción sino que el plan económico, los puntos pragmáticos, el proyecto de país que aquel gobierno seguía eran una continuidad de lo propuesto por el gobierno de Menem: Paridad cambiaria, fuga de capitales, privatizaciones, importaciones, reducción del gasto público, reformas laborales, endeudamiento externo. En fin: seguir inflando el mismo globo que terminaría por reventar a fines de diciembre de 2001.
Decía: éramos felices porque nos gobernaba gente honrada.
No puedo poner en tela de juicio la honestidad de Tiscornia puesto que desconocí su intendencia –me reservo el beneficio de la duda-, pero sí se puede afirmar que aquella fue parte de un Gobierno ilegítimo e ilegal que se impuso a sangre y fuego. La sangre no solo de soldados de la guerrilla sino la sangre de miles de otras personas que nunca empuñaron un arma y cuyo único “yerro” fue el de pelear por sus ideas políticas, sociales y humanitarias (Estudiantes, maestros, científicos, curas, monjas, empleados públicos, etc, etc, y otros que no tenían demasiadas convicciones políticas y cayeron porque sus nombres figuraban en la agenda de un amigo)
Tiscornia pudo haber sido un intendente honesto pero hubo más de veinte concordienses desaparecidos y tanto él como sus superiores no dieron respuesta satisfactoria alguna.
Tiscornia pudo haber sido un intendente honesto pero nadie lo eligió.
Tiscornia pudo haber sido un intendente honesto pero perteneció a un gobierno sangriento que vino a imponer un modelo económico diseñado por el imperialismo para reestructurar el estado y la composición social del país, para aplicar la economía de Martinez de Hoz, para empezar la carrera de entrega de los recursos del Estado, para destruir las organizaciones gremiales y políticas que se interpusieran en el camino. Para entregar la soberanía a los deudores externos y los ricos nacionales que hicieron negocio con el Estado terrorista.
¿Puede ser honesto alguien que usurpa un cargo democrático?
(No me digan que vamos a ponernos a discutir otra vez sobre la Obediencia Debida: “Tiscornia llegó a la intendencia por imposición superior y en cumplimiento de sus deberes de militar retirado”aclaran los firmantes de la solicitada.)
Resumiendo: En el país y en la ciudad se desaparecía gente y comenzaban las relaciones carnales con el primer mundo pero nosotros éramos felices porque nos gobernaba gente honrada. (Aunque después supimos que los militares también hacían sus “chanchuyos”, que se quedaban con los bienes y los recién nacidos de sus enemigos, que compraron un mundial de fútbol, que también hicieron sus negociados con el Poder Económico, es decir: con el Poder Real)
Así que parece nomás que el problema no es el modelo de país que se inició con aquella dictadura del 76 y que luego fue continuado por la democracia medio trucha que le siguió sino que el problema son los errores y los excesos del sistema.
Como dice mi admirado Caparrós: “La ética es el refugio de los canallas.”

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