Yanina tiene 30 años y es ama de casa. Esta mañana, consultada en la peatonal sobre el comportamiento del precio de la carne, aclaró que de carne se abastece en el barrio, en una carnicería y no el centro. Pero dijo que “en el mes ya va aumentando como dos o tres veces”. “A mí me afecta bastante porque por ejemplo la pulpa estaba $ 60 y el asado $ 75, la (carne) picada está $ 40. El que más consume en mi casa es mi marido pero asado ya no se hace y lo que nosotros más ocupamos es picada y ahora compro menos: antes la compraba a $ 30 el kilo y ahora que está $ 40 compro $ 20, lo único”, indicó.
“Suben las cosas y los sueldos siempre igual. Que bajen un poquito, eso me gustaría, aunque sea unos $ 5 menos”, dijo Yanina, madre de dos chicos. “Dos veces a la semana aunque sea comen carne. La grandecita no pero el chiquito come sí”, señaló.
Conversando a pocos metros de la esquina de la intersección de las dos peatonales, se encontraban Norma, una ama de casa, y Elvira, jubilada. Nora dijo que consume carne dos veces a la semana. “Subió muchísimo el precio, de $ 55 a $ 61 el kilo de pulpa. La chuleta también a $ 61. El puchero está a $ 57 y en algunos lugares a $ 40”, indicó.
Por su parte, Elvira sostuvo que compra carne una vez a la semana. “Me compro carne picada especial sin grasa. Me compro un kilo y me lo voy repartiendo, lo pongo en el freezer. Pero ahora se gasta más dinero y comprás muchísimo menos. Yo antes con $ 100 me hacía un surtido que me duraba hasta 15 días”, indicó. “Encima estaba mirando la televisión y también aumentó el pollo. Ya ni pollo se puede comer, no sé que vamos a comer, pasto\», mencionó.
“La verdura también está carísima”, dijo Norma. “Antes vos decías que hacer una sopa o un guiso era barato pero ahora no. Si queres comer ensalada la verdura esta carísima. La verdad es que lamentablemente tenés que comer y tenés que comprar igual las cosas; gastas igual quieras o no. La verdad es que pueda normalizar y se puedan bajar los precios porque la verdad es que cada vez que vas al supermercado encontrás a un precio y vas a los dos o tres días y ya te aumentó todo, tanto la verdura, la fruta como la carne”.
En tanto, en la misma esquina, estaba parada Sonia de 38 años, ama de casa, con tres hijos a cargo. “Éramos de comer mucha carne pero ahora lo vamos suplementando con pollo porque la verdad que el costo de la carne hoy… tenés que buscar la más barata que a veces es incomible porque es dura o fea”, indicó. “La carne de novillo te sale más barata que una de ternera pero esa es incomible. Entonces se trata de suplementar con pollo o salchichas o cosas así pero se va perdiendo calidad en las comidas”, dijo.
Sonia estaba de recorrida en la peatonal buscando artículos escolares. Y fue muy gráfica al manifestar la impresión que le produjeron los precios de los cuadernos y los lápices. “Te querés matar”. Volviendo al consumo de la mesa familiar, dijo que se “suma todo”. “Antes comías una milanesa y hoy ya no la estás comiendo, ahora estás tratando de hacerte un guiso que capaz te rinde más con menos cantidad de carne”, indicó.
“La verdad es que sería lo ideal que bajen un poco los productos porque la verdad es que todo sube menos los sueldos. Un país productor como es la Argentina es una lástima que tengamos que pagar todo más caro porque todo sube y la plata no te alcanza Tenés que ir eliminando cosas y terminás viviendo más mal de lo que vivías”, dijo por último Sonia.
El primer eslabón
Los consumidores están al final de una larga cadena que incluye comisionistas, frigoríficos, supermercados o carnicerías pero que se inicia en el campo. Elvio Guía, titular de la Federación Agraria Entre Ríos, indicó que, con los últimos incrementos, “se ha recompuesto algo del precio de la hacienda en pie: en algunas categorías un poco más y en otras un poco menos”. Pero la mejora, en porcentajes, no es equivalente a las subas en los pizarrones de las carnicerías.
Guía admitió que la cadena de la carne siempre fue “muy complicada” debido a la gran cantidad de intermediarios y eso repercute en el encarecimiento de la carne en los mostradores. “Estaba mirando que estaba entre $ 70 y 80 un kilo de pulpa en Buenos Aires y un novillo especial de alrededor de 430 kilos se les paga, en el mejor de los casos a precios máximos, $ 14 o 15 el kilo”, indicó.
“Si bien hoy en animal rinde menos, lo que sale de carne es el 58 %, hoy no se desperdicia nada. Hoy se comercializa el cuero, las vísceras, las menudencias, todo eso se comercializa. Creo que lo que está encareciendo al mostrador final es toda la cadena desde que sale de la feria en adelante. Los comisionistas, los intermediarios, los frigoríficos, todos sacan una tajada y el que termina pagando los platos rotos es el consumidor”, ejemplificó.
“Hay un desfasaje, estamos hablando de un (kilo) asado a $ 60 en Buenos Aires. Hay cosas que por ahí uno no las entiende ni las comprende. Si bien el productor ha recompuesto su valor no ha sido en comparación lo que ha aumentado en la góndola. Ahí también puede haber alguna cuestión impositiva o de encarecimiento del flete”, indicó el representante de FAA Entre Ríos.
Asimismo, no desestimó que haya un sector de la cadena que se lleve más dinero que los otros pero, para bajar los precios, apuntó al crecimiento de la producción. “A nivel productor, hay que empezar a producir nuevamente ya que al haber mayor oferta siempre bajan los precios. Si las políticas del gobierno se encaminan se puede producir mucho más carne con mucho menor valor. Al tener más stock ganadero, más oferta de animales, es lógico que baje el precio y me parece que a eso hay que apuntar\», destacó.
También apuntó a realizar un “mix” entre lo que se exporta y lo que se destina a la mesa hogareña de los argentinos. “De esa forma se puede subsidiar un poco con lo que se exporta al consumo interno”, expresó.
