El cabo 1º Guillermo Alejandro Pérez participó de la operación Rosario a bordo del buque ARA “Santísima Trinidad”. Para quienes participaron de la operación, el 1º de abril es un día “muy especial” porque el desembarco comenzó ese día, a las 21, a bordo de kayaks. “Desembarca el primer grupo junto con todo el grupo comando que va a hacia la casa del gobernador y de los Royal Navy”, señaló.
Pérez permanecía a bordo del barco. “Cubríamos todo lo que sea comunicación con tierra y pasábamos los informes”, recordó. Posteriormente, ya el 2 de abril a la madrugada comenzaron a escuchar los primeros disparos porque estaban prácticamente en la costa. “Ahí recién tomamos conciencia de lo que es una guerra. Es diferente a una práctica. No es: ‘correte que voy a tirar’ sino que te tiro a matar”, manifestó.
La orden era no tirar a matar sino hacia arriba o abajo para no producir bajas en los ingleses. “Por eso el capitán (Pedro) Giachino, a riesgo de la vida de él empuja la puerta de la casa del gobernador y es acribillado”, dijo Pérez. Giachino fue la primera baja argentina en la guerra. “Ellos sabían que veníamos pero esperaban un helidesembarco que no se pudo hacer dado que el 30 y 31 sufrimos una tormenta muy grande”, aseguró.
El recuerdo más lindo que Pérez guarda en su memoria es el del izamiento del pabellón al mismo tiempo que arriaban la bandera inglesa. “Después de 150 años que flameara la bandera inglesa en forma ininterrumpida y cantar el himno nacional en una tierra recuperada fue para toda la tripulación algo que no se puede decir con palabras pero si sentimos una profunda sensación de grandeza y de patriotismo”, rememoró.
En ese momento, pensaban que los ingleses iban a venir a hacer “un tiro de honor” y la guerra se terminaba. El conflicto seguiría en los escritorios. “Cuando llegamos al continente vimos al pueblo convulsionado y dispuesto a la guerra”, señaló. “Realmente no creíamos que se iba a proseguir con la guerra pero veíamos que llegaban soldados, llegaban soldados y llegaban soldados”, recordó. Allí comenzó a cambiar las perspectivas
Lo que no llegaba eran pertrechos de guerra, quedaban en el continente. “Una cocina que era para 1000 hombres, se usaba para 2000, para 3000”, señaló. Los problemas de abastecimiento se agravaron cuando Inglaterra impuso un bloqueo naval de 200 millas a la redonda de la isla. No se habían embarcado cañones de alto poder. “Por eso ellos tiraban con mucha libertad y se arrimaban a la costa a 11 o 12 km.”, dijo. Los cañones recién llegaron sobre el final de la contienda. “Ahí recién los buques se alejan de la costa” mencionó Pérez.
El veterano aseguró que si la guerra hubiese durado tres días más, Argentina podía haberla ganado. “No podían soportar, no tenían municiones y estaban muy agotados”, indicó. Pero nadie sabía que podía pasar después. Y la posibilidad de atacar el continente estaba presente. “Ese era el temor que se tenía”, señaló.
A lo último, las fuerzas argentinas tiraban con morteros de ejercicio. “Son pedazos de fierro que se arrojan”, recordó. También recordó el ingenio para combatir que hizo escuela en otros ejércitos. Por ejemplo, la ametralladora 12,7 mm. antiaérea que fue adaptada en el conflicto bélico para uso terrestre o los lanzamisiles improvisados con un tractor y un lanzador: arrojaron un misil de un avión derribado que hundió un buque. “Ellos buscaban el lanzador de cohetes que no teníamos, se peleó con lo que se tuvo”, recordó.
Pérez aseguró que el enemigo los respetó más que los propios compatriotas. “Regresamos por la puerta de atrás, con los camiones cerrados, los colectivos tapados: no nos dejaron ver”, señaló. Pérez recordó que tuvo que hacer de guardia de prisioneros de guerra argentinos. “Es muy doloroso hacer de custodia de nuestros propios hermanos y eso me marca tan duro que dejo la Armada”, señaló. Pidió la baja y hoy es civil.
Respecto de la actualidad, dijo que el mayor problema es el cáncer. “Hay demasiadas muertes por cáncer. No se lleva una estadística porque no se quiere o porque no quieren que nos enteremos”, dijo. En Concordia hubo dos fallecimientos y dos enfermos con esa patología muy avanzada. Pérez indicó que se piensa que la causa es el estrés provocado por el enfrentamiento bélico.
Otra secuela son los suicidios. En la guerra perdieron la vida 649 combatientes y 520 veteranos se van quitando la vida, dijo Pérez. “Es una cifra muy alta sin contar a aquellos que muyeren por alcoholismo, obesidad”, indicó. “Estamos hablando de gente que no supera los 50 años, es una muerte demasiado prematura”, precisó.
Mañana, luego del acto en la plazoleta Islas Malvinas, los ex combatientes irán al cementerio a los fallecidos en la Cruz Mayor. ¿Quisiera volver a las Malvinas? “Casi todos queremos volver pero sin pasaporte inglés. O sea, como argentinos. Es nuestro anhelo. Por ahora no se puede pero creo que políticamente se ha de poder. Ojalá nunca más sea por la fuerza de las armas sino a través de la pluma y la palabra”, expresó el ex combatiente.