“Después de los 90, con el endeudamiento que sufrió el sector y del que se pudo salir en el 2002 gracias a la pesificación asimétrica -que perjudicó a muchos y benefició a otros-, se fueron acomodando los sueldos, los impuestos», apuntó Galli y destacó que el año pasado «cuando la cosa pintó, todos nos largamos a reponer en el campo, alambrados, portones y corrales”. No obstante, señaló que ya no hay ánimo para grandes inversiones y endeudamientos. Además, no hay créditos accesibles y “por ende no hay crecimiento”.
En cuanto a las expectativas puestas para el 2005, y previa aclaración que se trata de una postura personal, consideró que para la ganadería las esperanzas están en la apertura de los mercados de Estados Unidos y Canadá. En tanto, para los cereales las perspectivas no son las mismas. «Se recompusieron todos los stocks. Estados Unidos tuvo una cosecha récord de soja. La cosechada el año pasado no se vendió toda y eso hace que los precios bajen», comentó. A todo esto se suma la ausencia de políticas definidas para sector agropecuario y el impacto de las retenciones.