Callar la verdad es también mentir
Como entrerrianos hemos recibido una nueva decepción por parte del Gobernador Jorge Busti al escuchar el mensaje que brindó ante la Asamblea Legislativa con motivo de la apertura de un nuevo período de sesiones ordinarias. Un discurso cargado de omisiones y en el que relativizó la profunda trascendencia que han tenido situaciones de gravedad inusitada, que no sólo podrían haberse evitado sino que además, tienen responsables directos que siguen impávidos ostentando puestos de relevancia en la conducción de nuestra Provincia. Un silencio arrogante que dispara preguntas acerca de cuáles serán los altos intereses en juego que impiden la remoción de funcionarios que sólo son noticia por sus sucesivas muestras de ineptitud.
Se habló en ese recinto de la circunstancia histórica excepcional por la que atraviesan las arcas provinciales tanto por una mayor recaudación –lograda por la responsabilidad y el esfuerzo de los entrerrianos– como por un incremento en las remesas nacionales. Pero nada se dijo de la causa por la cual esa mayor riqueza no se distribuye. Aún se recurre al manido argumento de la herencia recibida, como que los hombres de este Gobierno han sido ajenos a los procesos de los últimos 20 años, artífices de la pobreza y desigualdad que hoy sufrimos. Nada se dijo de la sangría abierta a partir de la firma de acuerdos, cuyo único objetivo es canalizar fondos genuinos para cumplir con compromisos externos de carácter claramente ilegítimos.
Tampoco se explicó la razón por la cual la única hazaña administrativa que puede ponerse en valor sea el pago en término de las obligaciones que el Estado tiene como patrón, cuando sus trabajadores, con salarios de hambre, siguen configurando el mapa de la pobreza en la Argentina. Trabajadores que esperaban una definición clara respecto al futuro de un régimen jurídico que termine con la utilización de los empleos como botines de guerra. Maestros, que lograron arrancarle con su lucha una instancia de paritaria que todavía no toma forma y que mientras el gobernador pretendía transformar a Cenicienta en Princesa en el recinto, le estaban contestando con la realidad de un paro de masivo acatamiento.
Ni una palabra dijo nuestro primer mandatario de la situación de la infancia en Entre Ríos, a pesar que una ruidosa marcha de más de 400 futuros ciudadanos argentinos se detuvo a golpear las puertas de este Gobierno para denunciar el olvido de los poderosos.
Ni una palabra se dijo de cómo saldar las necesidades básicas insatisfechas de más de 200 mil entrerrianos. Ni una mención acerca de los casi 60 mil jóvenes que en la mismísima cuna de la Educación Pública argentina están excluidos o en riesgo de desaparecer de las aulas. O de los 240 mil niños entrerrianos que no acceden al beneficio de una asignación familiar.
Más aún: como un mérito de la gestión se menciona la construcción de cárceles en lo que fue el epicentro de la industria cárnica de la provincia, para alojar a cientos de jóvenes de presentes destruidos y futuros inciertos; allí, donde ex trabajadores organizados, protagonistas de múltiples frustraciones y expectantes de una posibilidad de dignificarse, deben presenciar el arribo de empresarios de cuestionables antecedentes.
Mientras tanto, las políticas de fondo no se toman y seguimos esperando que se defina un proyecto de Provincia que nos contenga a todos.
Porque el Banco de Entre Ríos no debe ser sólo una oportunidad de negocio y el agente de pago de la administración pública; hoy más que nunca se requiere que sea una verdadera herramienta financiera para el trabajo.
Porque la estatización de la empresa de energía no debe ser sólo para “blanquear” los malos negocios que se hicieron y habilitar nuevos cargos para los amigos, sino que debe ser punto de partida del crecimiento productivo.
Ya no hay lugar para respuestas ambiguas al pueblo, como la actitud asumida frente a la obra social de los entrerrianos, extendiendo una repudiable intervención que está en manos de los mismos que pusieron al Instituto en la situación de crisis por la que atraviesa. Tampoco hay tiempo para la soberbia inexplicable de pretender ocultar el sol con un dedo cuando la mirada crítica de los adversarios políticos repara sobre cuestiones que deben ser modificadas porque está en riesgo el bienestar o una necesidad del Pueblo.
Con el cúmulo de representaciones institucionales que ostenta, hoy le resulta imposible a este Gobierno colocar cualquier responsabilidad en otro lugar que no sea en su seno. Todo es mérito propio, consecuencia de sus propias acciones. Y de sus omisiones. Nunca desde nuestro lugar se dio la espalda al debate y al aporte, incluso para arribar a las coincidencias necesarias para lograr la pendiente modernización de nuestra Carta Magna. Claro está que este Gobierno interpreta y traduce como negación al diálogo cualquier posición que se distancie de sus marcadas apetencias.
Como lo hemos hecho en estos 18 meses, en lo que resta de esta gestión y en la nueva instancia electoral que se avecina, las fuerzas que componemos la Concertación Nuevo Espacio Entrerriano seguiremos actuando como hasta ahora: por el exclusivo compromiso con el Pueblo, con la mirada atenta para señalar los errores formulando alternativas. Y jamás desde la complacencia y complicidad que tanto daño han hecho a esta Provincia.
Porque callar la verdad es también una mentira, nosotros no dejaremos de gritarla para quienes quieran oírla.
