Cuenta la historia de que cuando era chico, solía decirle a su mamá que de grande quería ser recolector de basura o médico. “Ella me alentaba siempre y me respondía: «Si Dios te dio la capacidad de soñar con ser médico, te va a dar la capacidad de lograrlo».
Estudió en la escuela pública y si bien contó que nunca pasó hambre, como vivía a una cuadra de la iglesia y quería ayudar en casa, “los domingos cuidaba autos. Lo hacíamos con otros chicos cuando nos dimos cuenta de que se llenaba de gente y que, además, si los lavábamos ganábamos más. Una parte se la daba a mis papás y con el resto invertía en la música que siempre me gustó mucho».
Yamil Ponce cobró notoriedad por salvarle la vida al turista estadounidense Frank Joseph Wolek, que fue asaltado y apuñalado por dos delincuentes de 17 y 18 años en el barrio de La Boca, en la zona de Caminito, uno de los cuales luego fue ultimado por la espalda, mientras huía, por el policía Chocobar. «Ese día practicamos una técnica quirúrgica que vengo haciendo con éxito hace muchos años. Si le hubiésemos hecho caso a lo que dicen los libros, el paciente habría muerto», contó en una entrevista hace tiempo para un medio capitalino.
Recorre con asiduidad los medios de la televisión nacional, ama la música, ha cantado en televisión y en el subte línea D en Buenos Aires y toca varios instrumentos musicales, y si bien tiene el carisma y la versatilidad para ser un personaje mediático, Yamil Ponce es, antes que nada, profesor de medicina, docente universitario, médico y cirujano cardiovascular. Su curso de 5 días para dejar de fumar apunta a la prevención de los problemas cardiovasculares. Fue declarado “Huésped de Honor” durante su estadía en la ciudad de Concordia y tras recibir el reconocimiento, comentó que el 95% de los pacientes que operó del corazón es porque fuman, “por eso empecé a trabajar en el plan ‘Cinco días para dejar de fumar’, para ayudar a que la gente no llegue a la instancia de tener que operarse y que pueda vivir con una mejor calidad de vida. Para mi lo importante es la prevención más que la curación. Siempre va a ser mejor llegar antes que la enfermedad”, señala.
-¿Qué se le dice a una persona para que deje de fumar? ¿Hay palabras mágicas, se la asusta ?
Yamil Ponce: Hace años los cursos para dejar de fumar se enfocaban en los temores sobre las consecuencias del tabaquismo. La idea era asustar a la gente para que dejara el cigarrillo, pero al poco tiempo el hábito volvía. Si me permiten, hago el paralelismo con el covid: cuando empezaron a caer los primeros muertos en la Argentina -10, 18, 60 muertos-, estábamos todos asustados. Para cuando la cifra llegó a 500 ya el miedo no era tanto. Asustar con la información no es bueno. Dar información, sí. En estas jornadas mostramos sólo en un 20 por ciento lo que le hace el cigarrillo a la salud, el otro 80 por ciento es proponer un cambio en el estilo de vida.
-Están aquellos que han probado de todo para dejar de fumar y cuando te mencionan sobre un curso como que la primera reacción es de cierto descreimiento.
YP: La efectividad mundial de este curso para dejar de fumar es del 80 por ciento. No es algo que lo inventamos nosotros, existe desde el año 1962, se fue modificando con el tiempo y está dentro del top ten de tratamientos. Este método lo que tiene es un seguimiento del paciente. Tratamos que el seguimiento lo haga un equipo local, que sea de la ciudad. Por el simple motivo que yo no soy de acá y viajo mucho no solo por la Argentina sino al exterior. Acá queda un equipo local de psicólogos y médicos que se van a encargar, al menos una vez por semana, de estar con esos pacientes para que puedan seguir con esa decisión de dejar de fumar. Hay personas que vienen con mucha desconfianza, a ver qué onda. Algunos han hecho hipnosis, se han aplicado parches de ciertas marcas, han tomado comprimidos de ciertas marcas, caramelos y chicles de ciertas marcas o han viajado y pagado fortuna a determinados médicos. Lo primero que quiere saber la gente es que no le mintamos. Cuando la persona sabe que le estamos diciendo la verdad ya arranca con otra confianza. Ese es el primer paso.
-¿Qué se le dice al paciente que llega con la ilusión de dejar de fumar?
YP: Lo primero que le digo al paciente es que esto no es magia y que en este curso va a sufrir. Como decías, a muchas personas las han embaucado vendiendoles soluciones para dejar de fumar sin pasarla mal. Y eso es una mentira. Si tenés una adicción, para dejarla vas a sufrir. Va a ser inevitable pasar por el período de abstinencia. Para eso estamos nosotros, para apoyar a los participantes durante esos cinco días que dura el curso, para que ese período de abstinencia con la dieta y con los ejercicios que damos para hacer sea mucho más tolerable.
-¿Cinco días son suficientes?
YP: La adicción al cigarrillo tiene cinco raíces muy fuertes. La primera es la presión social. Es decir: ‘dale, fumate un pucho’. Sobre todo cuando uno es más chico, y lo hace por curiosidad o para parecer más adulto. Por lo general, la primera experiencia con el cigarrillo no es buena. Es raro que a alguien le guste. Por lo general, no te gustó, tosiste, te quedó mal sabor en la boca, quizás hasta pasaste un papelón… ¿entonces? ¿por qué se reincide? Esa es la presión social. Después sigue lo que se llama el hábito neuromuscular: La primera vez que manejamos tal vez tuvimos qué pensar en arrancar, prender las luces, apretar el embrague y poner primera. Ahora uno maneja y lo hace casi sin pensar. Con el cigarrillo pasa algo muy similar: lo tengo, lo enciendo, lo fumo. Después viene la tercera raíz que es la dependencia adictiva, las neuronas piden nicotina. Después viene la dependencia afectiva: creer que hay ciertas cosas que no podés hacer sin el pucho. Creer que si tenés sexo no la vas a pasar del todo bien si después no fumás un cigarrillo, que si estás con amigos y para divertirte tenés que fumar, si te tomás una cerveza para que el disfrute sea pleno también necesitás el cigarrillo. Y, por último, la dependencia espiritual: como cuando uno escucha a alguien decir que su único compañero es el cigarrillo. Entonces, para vencer al vicio, tenemos que cortar estas cinco raíces. Por eso el tratamiento dura cinco días y durante esos días tratamos de sacar la mayor cantidad de nicotina del cuerpo para que después de ese tiempo se sienta mucho más liberado.
– ¿Qué tan fuerte es la abstinencia de un fumador?
YP: El período de abstinencia del cigarrillo son tres minutos. Los deseos vienen por pulso. Durante el primer día el pico máximo de abstinencia es de un minuto y medio y después desciende. Al rato viene otro pico de abstinencia de otros tres minutos. Al segundo día de no fumar los espacios entre un pico de abstinencia y otro se espacian. Al quinto día son mucho más espaciados. La clave es qué hacemos durante esos tres minutos para que uno los pueda soportar. Sobre eso trabajamos en el curso. Una alternativa, para darte un ejemplo, es darse un baño o ingerir agua, dado que la nicotina es soluble.
-¿Cuáles son las cifras de la gravedad del tabaquismo?
YP: Por año unas 6 millones de personas mueren a causa del cigarrillo en el mundo. En Argentina unas 40 mil. El tabaquismo es una pandemia y también contagia: hay 600 mil de no fumadores que fallecen por año en el mundo a causa de la exposición «pasiva» al humo del tabaco. Las estadísticas son terribles, pero los intereses económicos son grandes; y hay algo más, esto que te voy a decir es fuerte: La ciencia médica también está inmersa en este problema. Cuando yo pido, en el hospital público donde trabajo, una licencia porque voy a un congreso a explicar cómo colocar un stent o cómo hacer un bypass para un fumador, no tengo problemas. Ahora, cuando pido una licencia para dictar uno de estos cursos para dejar de fumar aparece: “el motivo no corresponde a la especialidad”. Y uno se pregunta ¿cómo que no corresponde si mi especialidad es la cirugía cardiovascular y buena parte de los pacientes complejos son a causa de los problemas originados por el cigarrillo? Pero esto no es un problema del hospital donde trabajo, es que no existe un ítem que diga: “el médico quiere prevenir que la gente se enferme”. Yo me siento muy feliz cuando opero con éxito a un paciente, pero quiero sentirme mucho más feliz cuando ese paciente no existió.
– Si uno deja de fumar, ¿los pulmones se recuperan? ¿En cuánto tiempo se limpia el cuerpo?
YP: A los cinco años de dejar el cigarrillo, la persona que era fumadora disminuye un 50 por ciento la probabilidad de poder tener un cáncer de pulmón. A los diez años se equipara con el que no fumó.
-¿Fuiste fumador Yamil? ¿Tuviste algún episodio particular que haya hecho que tomaras esta causa de manera tan comprometida?
YP: Yo arranqué con este curso de dejar de fumar hace 37 años y tengo 42 años. Mi papá fumó hasta los 30 años y después conoció la iglesia Adventista del Séptimo Día. Ahí conoció el curso de dejar de fumar. Mi papá, sin ser médico, se entusiasmó tanto que se propuso hacer que otras personas dejaran de fumar. Aprendió a hacer este curso. Entonces, desde que yo tenía 4 ó 5 años, acompañaba a papá que hacía lo que podía. En ese tiempo no había proyectores, ni pantallas ni filminas. Él armaba su exposición con unas cartulinas y recortes de diarios. Después lo acompañé durante toda mi adolescencia también. Ya en la facultad me alejé un poco y una vez como profesional, cuando empecé a hacer cirugía cardiovascular, me metí de lleno en lo mío. Hasta que un día me pasó algo cuando salía del quirófano muy contento y orgulloso de mí mismo porque había operado a un paciente de un by pass muy importante. Alguien pasó por el pasillo y me dijo: “Hola doctor, sabe que dejé de fumar yo”… En ese momento me pregunté por qué no sentía la misma alegría y el mismo orgullo que sentía por el paciente que había operado. Pensé y me dije: ‘pucha, algo malo me está pasando. ¿Cómo no me voy a sentir igual o mejor por lo que pude hacer por esa otra persona que evitó llegar a la situación de tener que operarse? Entonces recordé a mi viejo y me dije que tenía que volver con los cursos. Eso fue hace unos diez años.