“La idea es que se respete lo establecido a nivel nacional: que el pan no cueste más de $ 10”, indicó Bergalio. No obstante, luego de recorrer varias panaderías llegaron a la conclusión que sólo algunas respetan el precio asignado. Eso se debe a que son pocas las panificaciones que adquieren la bolsa de harina de 50 kg. a $ 160, insumo indispensable para vender el pan a $ 10. “Lo que queremos saber es por qué el resto de los establecimientos comerciales del rubro no han tomado la misma medida”, dijo la concejal.
Giampaolo sostuvo que, de la consulta a los panaderos de la razón por la que no adquieren la bolsa de harina económica, la respuesta fue la duda respecto de la cantidad de bolsas a ese precio como para poder proveerse y respecto de la calidad del insumo.
En el proyecto piden a los proveedores más importantes que les indiquen cuanto vale una bolsa de harina en el mercado y si “están aplicando las políticas que viene desarrollando el gobierno nacional”, dijo el edil. Una vez que cuenten con la información solicitada, van a tomar “las medidas del caso para intervenir en el mercado”.
Además, los ediles pidieron que Bromatología que controle si hay bromato de potasio (un potente carcinógeno genotóxico próvido en Argentina para elaborar el pan desde 1998) en las bolsas de harina. El pedido, remarcó Bergalio, es más bien de tipo preventivo. “Confiamos en que no hay, que es un buen producto”, indicó.
De todas maneras, la concejal señaló que Bromatología hace un analisis permanente del pan que se vende en los distintos establecimiento de la ciudad. “Ya hay un proyecto presentado por la concejal (Graciela) Salazar donde planteaba esa inquietud sobre el uso del bromato”, añadió Bergalio.
En cuanto a la predominancia de precios que superan los $ 10 en las panaderías, Bergalio apuntó a los consumidores a recorrer los lugares y elegir donde se encuentre el más barato. Y señaló que no sólo ocurre con el pan sino con varios productos que componen la canasta básica. Muchos comerciantes venden algunos productos más baratos y otros tienen en sus góndolas otros alimentos más económicos. “Se obliga a los consumidores a caminar para conseguir mejor precio”, indicó.
Giampaolo sostuvo que el rol que el Estado ha tomado en los últimos años los “obliga” a intervenir activamente en el mercado y no ser “meros espectadores” de lo que ha sucedido en los últimos años. “Cuando la cadena de valor hace que el precio aumente, aumenta automáticamente, y cuando las variables hacen que el precio baje, muchos comercios no lo bajan y el consumidor termina pagando precios que no corresponden a la realidad del mercado”, señaló.