“No estuve involucrado con el Plan Cóndor, y no comprendo por qué hacen esto. En treinta años, jamás tuve un reclamo ni una acusación”. Arocha acaba de ser nombrado cónsul por el gobierno uruguayo en Gualeguaychú. Fue también cónsul en Argentina entre 1975 y 1981, y por su actuación en ese período ha sido señalado ante la Justicia Federal por Sergio López Burgos, un sobreviviente del centro de detención clandestino Automotores Orletti.
Arocha estuvo en el palco oficial en Gualeguaychú durante el acto del 25 de Mayo, a pocos días de su nombramiento. Había estado anteriormente en Gualeguychú visitando a la ex cónsul Susana Fernández, “con quien nos une una relación cordial desde hace muchos años”, dijo ayer.
El funcionario ingresó en la carrera diplomática el año 1965 y prestó funciones en Argentina, Colombia, Brasil, como funcionario de embajada y como cónsul. Tiene una hija y un hijo, el primero se radicará aquí con él, y la otra es médica en Buenos Aires, casada con un argentino. Su nombramiento en Gualeguaychú se define en el momento históricamente más conflictivo de la relación bilateral. Su antecesora se desempeñó en nuestra ciudad durante cinco años con bajo perfil. La llegada de Arocha puede ser tomada como un gesto de importancia en el marco del conflicto que se vive en ambas orillas (de hecho, la Asamblea Ambiental ha tomado como “una provocación” del gobierno de Tabaré Vázquez enviar como representante a un hombre que trabajó para el gobierno de facto).
“Yo no me animaría a emitir un juicio de esa naturaleza; las autoridades de la cancillería son quienes asignan a los funcionarios a los distintos destinos. A mí me correspondió prestar funciones en este lugar y confieso estoy a gusto, conociendo a muchas personas valiosas”, responde Arocha.
– ¿Tiene instrucciones especial de su gobierno para esta misión?
– No. Sólo la misión normal que tiene que tener un funcionario diplomático.
– La Mesa Nacional del Frente Amplio ha hecho denuncias muy fuertes contra su persona, relacionadas con su actividad en 1975 y 1976. ¿Cuál es su posición al respecto?
– Me enteré de eso en el día de ayer por el artículo de Página 12.
– Se lo vincula con la represión ilegal.
– Lo único que puedo expresar al respecto es que no comprendo esa afirmación, no he tenido nada que ver con el Plan Cóndor y no tengo nada que ver.
Arocha fue designado en Argentina en 1975, cuando era Presidenta aquí Isabel Perón, y en Uruguay, un gobierno de facto. Por esa causa ha sido repudiado por un sector del arco político uruguayo actual, y por el gobierno entrerriano, donde Jorge Busti y Guillermo Guastavino han afirmado que su nombramiento ofende el espíritu democrático de las provincias.
– Las declaraciones del gobernador y del vice entrerrianos parecen declaraciones de guerra. ¿Usted piensa hablar con ellos al respecto?
– Entiendo que eso está en otros niveles jerárquicos.
– ¿No va a salir a contestarles públicamente?
– Entiendo que en principio no me corresponde a mí hacer manifestaciones al respecto. Ingresé a funciones en Cancillería en el año 67, cuando inicia el gobierno democrático del presidente Castillo. Presté funciones internas en la cancillería y como casi todos mis colegas en esa etapa, fui designado a prestar funciones en distintos lugares.
Dos veces se le consultó su opinión sobre los gobiernos de facto.
“Yo creo que los gobiernos de facto…, yo creo en la democracia, no tenga la menor duda. Tengo estudios universitarios y tengo muy claro lo que es la democracia, y sé que un gobierno que se aparta de la democracia se aparta de las vías normales y legítimas de convivencia de la sociedad”, alegó la primera vez. La segunda se tomó varios segundos antes de empezar a responder. “Debería decir que mi formación, mi cultura, apoya a la democracia, al normal desenvolvimiento de un gobierno a través del sistema democrático, como lo es hace años el gobierno de la República Oriental del Uruguay”.
¿Por qué trabajó en el cuerpo diplomático de un gobierno de facto?
“Porque yo estaba en funciones desde antes de que ese gobierno ocurriera, y los funcionarios de la Cancillería, como en otros lugares, permanecían en sus funciones realizando su actividad profesional”, sostiene.
El canciller Reinaldo Gargano lo defendió fuertemente el miércoles, cuando sostuvo que no será removido del cargo y que las acusaciones en su contra son sólo rumores sin sustento. “Es que no hay ningún elemento de ninguna naturaleza que me vincule con este tema – responde -. No conozco ese centro de detención (Automotores Orletti); jamás estuve allí ni en ningún otro. Me enteré de todo esto por la prensa. No he sido citado por ningún juez y confío en la Justicia. Se conocerá la veracidad de las cosas”, dice.
¿Por qué piensa que surge la esta cuestión ahora? “Esa pregunta me la hago yo”, dice, en el mismo tono pausado y bajo con que habla durante toda la entrevista.
¿Recibió en los setenta algún comentario de sus compatriotas acerca de lo que estaba ocurriendo en la Argentina respecto de la desaparición de personas?
“Sí recurrieron y fueron atendidos. Existen documentos donde eso está registrado. Por ejemplo, el caso de Braulio López”.
Cuenta entonces que, entre las gestiones que realizó en esa época a favor de ciudadanos uruguayos, estuvo el caso de López, uno de Los Olimareños, encarcelado en La Plata a disposición del Poder Ejecutivo. La esposa de López requería que le firmara unos documentos. Cuando Arocha se entera de que la detención es por causas políticas, gestiona que se le apliquen los términos de una norma establecida por el gobierno argentino, por la cual, ciudadanos extranjeros a disposición del Ejecutivo podían ser expulsados del país a otro país distinto al de su nacionalidad. López logró ser enviado a España. “La gestión fue mía y no fue fácil”, dice el cónsul.
– ¿Cómo explica usted esta relación suya con el gobierno del Frente Amplio integrado por un Tabaré Vázquez, un Mujica, un Gargano? ¿No hay cierta incompatibilidad ideológica.
– No, para nada. ¿Por qué?
– Por lo que estamos hablando, su trabajo en tiempos de un proceso militar.
– No tengo ninguna incompatibilidad con la ideología del gobierno progresista actual. No.
No ha dispuesto medidas de seguridad especiales en el Consulado. ¿No teme actos de violencia en el marco del conflicto de las pasteras, en especial después del informe de inteligencia dado a conocer por su presidente Tabaré Vázquez, que alertaba sobre posibles acciones directas violentas y sabotajes? “No, no temo ni creo que haya razones para temer”. ¿Entonces desestima dicho informe? “Yo no lo desestimo ni temo que tenga que ocurrir algo en el consulado”, responde Arocha.
¿Qué consideración le merece el conflicto de las pasteras, con sus altos niveles de agresión y el litigio llevado ante el tribunal internacional de La Haya?
“El tema está a otros estamentos del gobierno – responde el cónsul -. Considero que va a haber algún procedimiento o fórmula de concordia. Pero quienes tienen autoridad y decisión son los gobiernos de ambos países; no es un tema en el cual se pueda exhibir o dar una opinión porque no me corresponde y es obvio que todo indica que está en otros ámbitos elevados”.
Dice que no percibió ni recibió hostilidad alguna hacia él o su función desde que llegó. “Salvo esto”, aclara, señalando las acusaciones por su trabajo en tiempos de la dictadura.
Gualeguaychú podría considerarse como el destino diplomático más difícil para un uruguayo en estos momentos. Sumado a ello, Arocha debe capear ahora el temporal de las acusaciones.
¿Qué consecuencias políticas podría traerle esto?
“Solicité autorización a Montevideo para aclarar los errores de información de Página 12 – dice -. No debería haber ninguna consecuencia”.
Le espera una ardua tarea en nuestra ciudad para rehacer los vínculos históricos que nos han unido con la República Oriental del Uruguay. “No existe duda de que la provincia de Entre Ríos tiene un vínculo estrecho con el Uruguay, en especial con la zona más próxima”,a cota Arocha.
¿Tiene en la cabeza algún plan sobre cómo lograr el acercamiento de los dos pueblos de nuevo?
“Hay varias actividades que se pueden desarrollar, especialmente en el orden cultural. Reavivar los Comités de Frontera, por ejemplo”, opina.
No se ha reunido con la Asamblea Ambiental ni ha pedido hacerlo. Y aclara que “en lo personal no tendría inconvenientes”. Léase: “personal”, no como funcionario.