‘EL MITO DE QUE LOS NIÑOS NO SE SUICIDAN’

El mito de que los niños no se suicidan 

Si nos atenemos a los valiosos estudios del Psicoanalista René Spitz, sobre la depresión anaclítica y el hospitalismo, el acto suicida puede ser realizado por un bebé de meses. Claro que sin una intención consciente y deliberada, ni la ejecución de un acto motriz para ejecutar la autoeliminación. Pero sí pueden interpretarse como suicidios pasivos, un “dejarse morir”, la acción más pura de la pulsión de muerte. Esta experiencia estudiada por Spitz, tiene una importancia estructural. Revela un costado esencial de las motivaciones suicidas. Bebés que sufrían la ausencia materna, por diversos motivos (muerte, abandono etc.), sin otra persona que la sustituyera, eran asistidos por enfermeras y cuidadoras en el hospital. Sus necesidades de alimento, higiene, etc. eran satisfechas de modo mecánico por el personal de cuidado. Alimentaban, higienizaban, etc. al bebé, pero sin el sostén de la mirada y el amor de su madre, sin sus palabras, su afecto, su deseo de vida. En ese contexto, los” infans” se deprimían, dejaban de sonreír, de sostener la mirada, la búsqueda del otro, rechazaban la alimentación y finalmente entraban en marasmo y se morían. La función materna, aquella que libidiniza al niño, que lo constituye dándole consistencia y valor,  un nombre, un lugar en su vida y en su deseo es tan vital como el alimento.

El yo del niño se constituye a partir de esta operación materna en la que, a través de su mirada, que es un espejo en el que el niño se mira y unifica, por la que se siente amado ,sienta las bases de su identidad, de su autoestima y su deseo de vivir. Esta operación del amor materno convertido en espejo para el bebé, es estructurante de su yo y su subjetividad. Es decisiva en la construcción de sus sentimientos de seguridad y amor propio, del triunfo de la pulsión de vida y el deseo. Según Hornstein, en las depresiones, padecimiento psíquico responsable del 50% de los suicidios existe un déficit en este proceso original, una perturbación estructural del amor propio, en la construcción del narcisismo primario, es decir de la instauración de un yo, del armado de una identidad y de la autoestima que le es consustancial. La función materna es dar amor, abrir una falta que permita al niño alojarse en el lugar de su deseo. Produce enunciados identificatorios al que el niño asume como propios. Para sus padres, El niño es bello, bueno, inteligente, sin fallas. El niño se aliena a estos enunciados, apropiándose del deseo materno, fortaleciendo su autoconfianza. Cuando algo de esta operación inicial falla, se abre el campo para la constitución de los trastornos del narcisismo que dificulta la configuración del amor propio y fija al niño a estructuras deficitarias de los sentimientos de amor a sí mismo.

Bien plantea Lacan que “… en esos sujetos más o menos caracterizados por haber sido niños no deseados, en esa irresistible pendiente al suicidio, en ese carácter completamente específico de la reacción terapéutica negativa, por el hecho de que es en la medida misma, que cuanto más se articula para ellos lo que debe hacerlos aproximarse a su historia de sujetos, cada vez más ellos se rehúsan a entrar en el juego, literalmente, ellos quieren salir de él, no aceptan ser lo que son, no quieren esta cadena significante en la cual no han sido admitidos por su madre, más que a su pesar”. La prevención del suicidio supone tareas ya, desde estos momentos iniciales del sujeto, cuyo déficit solemos encontrar en individuos con una desvalorizada representación de sí mismos, afectados en su autoestima, sensibilizados a las vivencias de pérdida, que se despeñan y hunden en distintos tipos de depresión. 

Que los niños no se suicidan es otro de los prejuicios existentes tanto en el imaginario colectivo, como en quienes trabajan en el campo de la salud mental. Por eso pensar la prevención del suicidio, es incluirla ya en esos  primeros momentos  de la constitución de la subjetividad. El rechazo en el deseo, de la “cadena significante”, no tener un lugar en el amor de sus padres o quienes cumplen esa función, su exposición a situaciones traumatizantes, tales como violencia, maltrato abusos sexuales, la indiferencia frente al niño y sus necesidades como otra forma de maltrato etc., es decir todas condiciones de desubjetivación, suelen ser las causas generales que, con mayor frecuencia he encontrado en los niños con ideas o tentativas suicidas.

Indicadores de riesgo de suicidios en niños

El suicidio de los niños, es un tema silenciado. Tabú. “de eso no se habla”. Negado triplemente, por los padres, los maestros y el Estado, expresado en la ausencia de políticas públicas de prevención. Una profunda perturbación suele afectar a los padres de los niños suicidas. Más allá de su posición de habituales causantes de su desborde, por su violencia, su rechazo, su indiferencia, su depresión etc., lo central es que no pueden posicionarse como aquellos que lo alojan, en sus necesidades y deseos, negando masivamente las múltiples señales, puestas en escenas, formas de expresión del malestar, con las que el niño llama al “Otro, buscando desesperadamente una respuesta. Cuando esta no viene, ni del hogar ni de la escuela u otros espacios comunitarios donde transita, puede aparecer el suicidio como acto, ya sin pedido. Sin recurso ni apelación a un “Otro”. Como Pasaje al acto. 

Más allá su abordaje clínico, la prevención del suicidio en niños, desde una perspectiva comunitaria, supone saber, mínimamente en las personas que trabajan con ellos, las señales de riesgo suicida más comunes, que son las siguientes:

  • Expresión verbal, los niños pueden formular, decir claramente de modo verbal o a través de dibujos, notas etc. su intención suicida, o su desesperación por vivir situaciones traumáticas.
  • Amenazas suicidas
  • Tristeza, depresión desesperanza, aislamiento.
  • Expresiones de desesperanza, de que nadie puede ayudarlo o que las cosas que sufre no van a cambiar. Miedo a hablar de lo que vive.
  • Rebeldía, agresividad en la escuela. Reproducción en su entorno social de las situaciones traumáticas o de rechazo familiar que sufre, en actos o juegos.
  • Indicadores de maltrato o abuso intrafamiliar. 
  • Insomnio, terrores nocturnos.
  • Golpes en la cabeza o lesiones reiteradas en otras partes del cuerpo.
  • Accidentes domésticos a repetición: quemaduras, golpes, fracturas, ingesta de tóxicos, lavandina, detergente, perfume, insecticidas o medicamentos en el hogar.
  • Actitudes desafiantes y negación del peligro, exposición permanente a situaciones de riesgo para la propia vida y la ajena.

Extracto del libro “Los hijos de la desdicha” Sergio Brodsky. Editorial panza verde. 2018)

En mi experiencia profesional he asistido a decenas de casos de niños cuyo riesgo de suicidio era elevado, e incluso en algunos habían realizado tentativas concretas. En esos niños el contexto familiar los dejaba totalmente expuestos y desamparados a situaciones traumáticas de violencia, maltrato, abusos sexuales, o la mayor indiferencia y /o rechazo familiar, sobre todo de sus padres. 

Para lograr la prevención del suicidio es necesario que la ley 27.130 nacional de prevención del suicidio, se plasme en políticas y programas concretos, cosa que hoy no sucede. Esta ley establece la capacitación en prevención del suicidio de los trabajadores de la salud, educación, justicia, seguridad, grupos religiosos, medios de comunicación, instituciones de tercera edad, vecinos en general etc. que les permita advertir las señales de advertencia, los indicadores de riesgo de suicidio y los dote de herramientas que permitan resolver una situación de esas características. En estos casos podemos decir que el incumplimiento de una ley es una de las causas del aumento de la incidencia y la prevalencia de suicidios.

Concretamente, significaría  que el entorno (familia, amigos, escuela, parroquia, club, vecinos etc.)De la persona en riesgo de suicidio supiera advertirlo y actuar en consecuencia con estrategias de cuidado, protección y atención del sujeto que se encuentra en una crisis de este tipo. La ley promueve un abordaje preventivo comunitario de la prevención, asistencia y posvención del suicidio a través de la creación y articulación  de redes interinstitucionales, intersectoriales y comunitarias que lo posibiliten. Nada de eso sucede hoy con la ausencia de políticas que concreten lo establecido en la ley, cuando los grupos de riesgo siguen aumentando las cifras de la tragedia (adolescencia y tercera edad) y tampoco en el terreno de la infancia, en el que el impacto de la crisis económica, social, cultural y ética que vive nuestro país produce como emergente procesos de desubjetivación, desmembramiento  y violencia en las familias, que viven en la desesperación y la vulnerabilidad extrema.

Un aspecto tan importante como la prevención primaria y secundaria, es la posvención, es decir las acciones y estrategias dirigidas a tratar el entorno de los afectados por un suicidio concreto y a evitar nuevos casos. En ese campo el trabajo va dirigido fundamentalmente a familiares (que se constituyen en un factor de riesgo de nuevos suicidios) a los pares de la escuela, docentes, amigos etc. comprende el proceso de pasaje de la afectación al duelo, ya que primeramente, cuando se trata de un niño sobre todo, aparece el rechazo, la parálisis, la estupefacción y la negación del hecho que tiene la dimensión de lo inconcebible, hasta procesar la aceptación de la pérdida y el trabajo de duelo.  Se concreta en la producción de espacios de elaboración del trauma del suicidio con los afectados. En general hay tres ejes que son trabajados en la posvención: el enigma: la producción de los” porqué” , el legado: la carga de contagio del suicidio en los familiares y la participación: la pregunta llena de culpa y vergüenza de cuánto tuve que ver en lo que pasó y cuanto podría haberlo evitado.

En el caso de niños es importante trabajar esta dimensión en la escuela, con los afectados. Contener y orientar a los docentes en cuanto al modo de abordar el tema con los niños. No ocultarlo, respetar tiempos y preguntas de los niños. Referir el suicidio como una tragedia dolorosa que nunca es una solución ni una salida a un problema. Ofrecer y habilitar la escucha y contención, alentando a los niños, enseñándoles a expresar sus problemas a los adultos en la escuela, son algunas de la sugerencia para trabajar en posvención de un suicidio infantil. También es útil para identificar casos vulnerables y abordarlos desde estrategias más integrales, como asimismo es una oportunidad para capacitar a los docentes en la temática de la prevención del suicidio.

Por último, la asamblea de salud mental y derechos humanos de Concordia ha realizado cuatro jornadas de prevención del suicidio en el mes de junio e invita a todos los ciudadanos interesados a una reunión a realizarse el 26 de junio de 2019 a las 18 horas en el salón del centro humanista, san Lorenzo oeste 272 para formar un grupo de vecinos voluntarios para trabajar en la prevención del suicidio.
SERGIO BRODSKY
PSICOLOGO MP 243

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