El secreto del Maratón está en el goce. Y para alcanzarlo no le podés pedir al cuerpo más de lo que puede dar y no podés hacer con el cuerpo más de lo que la mente le pide. Quizás ese equilibrio se alcanza a medida que vas sumando maratones. Como soy “perro viejo”, hoy corrí disfrutando de la gente y del recorrido.
Pero nuestro Maratón es tan bondadoso que también ofrece momentos para la introspección. Mientras vas corriendo es como si la película de tu vida fuese pasando por delante tuyo. Y así vienen a tu mente los momentos felices y los ingratos. Los recuerdos “son el esqueleto sobre el que construimos todo lo que somos, aquello que fuimos, y lo que quisimos y no pudo ser”, dice Serrat.
Definitivamente uno cuando corre se encuentra consigo mismo, y también con los otros: es algo difícil de explicar, y de entender. En diálogos con otros corredores coincidíamos en que el Maratón es como una parábola de la vida: “todos vamos hacia una meta donde finalizamos nuestro tránsito por este mundo”. Y en la ruta de la vida –como en el Maratón– hay dolor, alegría, agonía, desilusión, satisfacción… Todos le damos un sentido propio y único a esa ruta, al igual que al Maratón, donde algunos corren para alcanzar una marca o subir a un podio, otros por necesidad económica, otros para lograr el reconocimiento de los otros, otros por diversión, y otros simplemente para llegar…
El Maratón de Reyes es además una prueba con carácter genuinamente popular: representa un lugar de encuentro múltiple, donde niños, jóvenes y adultos de todas las clases sociales, credos, razas, filiaciones políticas, e identidades culturales tienen cabida y son aceptados como pares.
Párrafo aparte para los espectadores: ellos también hacen grande al Maratón de Reyes. ¿Cuántas veces escuchamos decir que el público de Concordia es diferente? No he tenido la oportunidad de correr en otras ciudades, pero no me caben dudas de que no debe abundar un público que aliente del primero hasta el último competidor, que ayude solidariamente con su aliento a los que “no dan más”, que ofrezca agua en todo el recorrido, que “mangueree”… en fin, sólo me sale un “gracias totales”, parafreseando a Ceratti en el último recital de Soda.
Así como Reyes ofrece esta oportunidad única de la alegría compartida (la del corredor por correr y recibir el aliento del público, la del público por alentar y saber que la arenga en el momento justo es a veces el mejor combustible para el competidor) también depara una cierta frustración para el que corre: la imposibilidad de transferir las sensaciones.
Desde el comienzo de esta nota e intentado –desordenadamente, con el corazón latiendo a mil y a medida que me venían las ideas a la mente– explicar lo que se siente al correr el Maratón de Reyes, y definitivamente reconozco que apenas si pude esbozar una rudimentaria semblanza.
Entonces, y como uno a esta altura ya es un “militante del Maratón”, cierro con una invitación a correr: si fuiste espectador o estás leyendo esta nota y no participaste de ninguna manera en Reyes, no lo dudes, empezá a entrenar mañana mismo para la edición 2007. Con una frecuencia de 3 veces a la semana de 30 minutos cada una, serás uno más en compartir un momento único, incomparable e intransferible.
Nos vemos en la largada.
* Conduce “La Matina” de Mediterráneo FM y “La Brújula” de LT15. Corrió por 16° año consecutivo el Maratón de Reyes.
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