TEXTUAL
En el Diario Digital que Ud. dirige, una mujer llamada Ana Conte realizó gravísimas denuncias contra mi persona, acusándome de rehusarme a reconocer un hijo y, por ende, eludir la respectiva obligación alimentaria que se desprende de la filiación. Así como otra serie de inexactitudes, que me exigen ventilar –aunque sea mínimamente- algunos aspectos relevantes que hubiera preferido preservar en la esfera privada.
Frente a la tergiversación de hechos y falsedad del relato, no me queda más remedio que formular algunas aclaraciones en defensa del cargo que ocupo –Juez de Familia- y que mis familiares, sobre todos mis hijos menores, no se sientan avergonzados por los hechos calumniosos que se me atribuyen. Como Ud. comprenderá, ante un tema tan sensible debo actuar con prudencia y moderación por obvias razones.
Aclarando la situación planteada por la Sra. Conte, explico que el hijo que compartimos, no tiene aún mi apellido por haber sido reconocido legalmente como hijo de otro hombre, o sea, de un tercero. Pero al comprobar a través del análisis correspondiente que el menor es mi hijo, inicié las actuaciones judiciales pertinentes. La tenencia del hijo no la ejerce la madre desde ya tiempo, actualmente, mi hijo se encuentra viviendo conmigo y con toda mi familia. Esta realidad fáctica la exime de reclamar alimentos, máxime cuando lo asisto integralmente, no sólo desde lo material sino también desde lo emocional y afectivo, ofreciéndole toda la contención del grupo familiar conformado junto a mi esposa y mis otros hijos.
Es a todas luces evidentes que de manera arbitraria se ha querido desacreditar mi persona, y también a la institución de la que formo parte, con argumentos falsos e inexistentes, todo ello fácilmente comprobables.
No existe congruencia entre lo afirmado por este medio (debió decir “en”) con la realidad de los hechos, tal es así que las constancias de la causa judicial dejan en claro el perjurio de las afirmaciones vertidas en la nota periodística mencionada. Me pregunto: Al servicio de que “buena causa” obedece este intento de desprestigiarme y perjudicarme laboral y personalmente? Es indudable que media un total desconocimiento de la causa judicial en trámite.
La referencia a un resonante y desdichado caso judicial no guarda relación con la situación planteada, habiendo sido utilizado como un desafortunado golpe bajo.
Como manifestara Rousseau: “Las injurias son los argumentos de que se valen los que no tienen razón”. Wilde, por su parte opina que: “Quien difama, siembra dudas o agravia el honor ajeno, revela una personalidad peligrosa y muy dañina”.
Con la convicción de haber actuado como correspondía, asumiendo mi rol de padre de familia con total responsabilidad, y ante el imprudente accionar del cual me considero víctima, arbitraré las acciones que correspondan para la protección de los derechos de los menores que integran mi grupo familiar. Sin otro particular, salúdale atte.
Raúl E. Tomaselli
Concordia, 9 de Diciembre de 2009.