Por: Fernando Belottini
Las serenatistas son dos mujeres de Paraná que brindan el servicio de serenata a domicilio. Un yeite que surgió en la pandemia, propiciada por la distancia física y las limitadas o frías opciones de comunicar sentimientos en el cercano y ojalá olvidado 2020 .
Estas dos artistas vieron esa opción no sólo como medio de vida, sino también como la manera de expresarse. Una cantando sus canciones y otra leyendo sus poesías, salvo por su intervención musical al cierre.
El relato se estructura primero regalándonos una flor del jardín de la escenografía, para luego contarnos de una abuela quiere decirle a su nieta que no todo está perdido al cumplir apenas cuarenta años, o alguien quiere agasajar a la frutera de la esquina y destacar sus atributos de heroína.
Aquello que se planteó como servicio decanta en un espectáculo con formato de recital, donde estas dos talentosas artistas nos cuentan lo que unes y otres han querido comunicar a sus afectos.
Porque quizá el nudo (o el gran tema) de esta puesta, en el pasado primer domingo de abril en Pueblo Viejo, sea justamente ese, el afecto, que resalta como la corriente vital de nuestras relaciones.
Ellas, las serenatistas, logran convertirse en el canal por donde se quiere desde transitar un duelo hasta pontificar el barrio en que vivimos. Pero siempre haciendo un alto, con reminiscencias poéticas y humorísticas, en esas cosas aparentemente simples que queremos transmitir a lo que amamos.
Como espectadores, asistimos con curiosa voracidad a lo que distintes personas-personajes les piden. Desde luego que no lo haríamos si no contáramos con las condiciones histriónicas de Fernanda o la calidad musical de Emila, una voz con resonancias de Rosana Arbelo, o no nos prendiéramos del canto-mantra que compartimos -a modo de oda comunitaria a la vida- con el que cierran esta deliciosa presentación que, curiosamente, no registra un aplauso final, sino reiterados y merecidos aplausos a lo largo de todo el espectáculo.
Ficha técnica;
Letra, música e interpretación: Fernanda Álvarez y Emilia Cersofio.
