La primera ilusión la hizo el Senador de la Nación por nuestra provincia (candidato a la reelección) Alfredo De Ángeli cuando dijo que “Pancho” Ramírez había sido presidente de la Nación, la segunda ilusión fue la de Macri cuando expresó que se habían construido cinco centros de primera infancia en nuestra ciudad (algo que nunca ocurrió como tampoco Ramírez fue presidente de la Nación), y la tercera ilusión fue usar recursos del estado para hacer campaña, sin decir que los usaban con tal fin.
Macri se movilizó en el helicóptero presidencial primero a Concepción del Uruguay, luego a Basavilbaso, posteriormente a La Paz para regresar a Paraná donde lo esperaba un avión de la flota presidencial en la pista de la II Brigada Aérea, el “nuevo” Tango 04 (no el anterior que Montiel le compró a De la Rúa).
La Ley de Ética en el Ejercicio de la Función Pública Nº 25.188 y El Código de Ética de la Función Pública -Decreto 41/99- establecen ciertas cuestiones básicas como que: los funcionarios públicos no deben abusar del uso de los bienes públicos; que deben observar las pautas éticas de honestidad, probidad, rectitud, buena fe y austeridad republicana; que deben abstenerse de usar las instalaciones y servicios del Estado para su beneficio particular; que el funcionario público debe proteger y conservar los bienes del Estado; que debe utilizar los que le fueran asignados para el desempeño de sus funciones de manera racional, evitando su abuso, derroche o desaprovechamiento; que tampoco puede emplearlos o permitir que otros lo hagan para fines particulares o propósitos que no sean aquellos para los cuales hubieran sido específicamente destinados.
La mayor ilusión de Macri es tratar de “dar vuelta” una elección que lo indica como el posible perdedor de octubre, con una economía adversa, índices de pobreza escandalosos y poca tolerancia del pueblo a nuevas mentiras. ¿Se puede o no se puede? René Lavand tiene la respuesta.