ENTREVISTA AL CONCEJAL MARIANO GIAMPAOLO
En el caso de las agresiones sufridas por este grupo de chicos que integran La Campora, en especial, Francisco Benavente, estudiantes o ex integrantes de centros de estudiantes, decidieron pintar un muro autorizado, se sacaron una foto y la subieron al muro de Facebook. A partir de allí, comenzaron a recibir comentarios muy violentos que nosotros hemos bajado y chequeado como corresponde.
En esos comentarios lo que hacen es incitar a los lectores a la violencia, opiniones tales como “tan justo para hacerlos arrodillar manitos en la nuca y el cargador del FAL en el pecho!” o “y el borcego en la cabeza!”. Todo esto produce la incentivación para que otros cometan actos de violencia.
Yo les hice ver a los chicos de La Campora que estas cosas no pueden tomarse ligeramente ya que pueden ser el germen de hechos mucho más graves. Esa incitación a la violencia es un delito y la denuncia trata de preservar como bien social, el debate, la democracia. Apuntamos a que un comentario así no conlleve a otro hecho de mayor gravedad y llevar a una escalada que puede derivar en la comisión de un delito más grave aún.
Como ciudadanos y cada vez que vemos un hecho de esta naturaleza debemos prender la alarma y en esto se inscribe la judicialización para que justamente esa eventual escalada se vea interrumpida.
Existe en esto un agravante pues la amenaza y la violencia están dirigidas a amedrentar a un ciudadano que se manifiesta a favor o en contra de una idea política, social o filosófica. Esto es doblemente grave pues es una forma de impedir el debate democrático.
Si algo tenemos que preservar luego de los tristes años de la dictadura es la posibilidad de debatir civilizadamente y aquellos que no están de acuerdo con este proyecto nacional y popular, pueden disponerse a aportar argumentos que contradigan las posiciones de estos jóvenes camporistas o cualquier otro, como un modo de aportar al debate, algo tan importante sobretodo tratándose de jóvenes, pero de ninguna manera oponer a una posición política una amenaza de muerte, o de violencia como en este caso. El efecto que produce una amenaza de esta naturaleza es meterle miedo al amenazado para que no vuelva a opinar o manifestarse. El miedo es la antítesis del debate en democracia.
Es obvio que estas personas tienen una tendencia a la violencia no al diálogo.
Por esta razón estamos estudiando y recolectando la prueba necesaria para realizar una presentación judicial de modo de interrumpir la eventual escalada violenta. Así la justicia tendrá la obligación de citar a las personas que corresponda que están perfectamente identificadas en una de las redes sociales que, bueno es recordarlo es el medio de comunicación más habitual entre los jóvenes.
Así podrán ellos defenderse ante esto que a nuestro entender configura claramente un delito.