Tan confusa es la situación de Macri que ha vuelto a prorrogar su tiempo de definición sobre si se lanza a la presidencia o bien disputa un nuevo mandato en la ciudad de Buenos Aires. Fuera del juego Cobos y Macri, los mentores de los intereses corporativos entraron a barajar como mal menor la alternativas de Ricardo Alfonsín aprovechando su trepada luego del fallecimiento de su padre Rául Alfonsín. El apego al perfil, el reflejo de los modismos y sobre todo un discurso incrustado en la estructura ideológica del ex Presidente Radical, estiró la levantada de su carisma. De todas maneras no pasó mucho tiempo en que el concierto de encuestadores demostrara que una cosa era la simpatía que despertaba Ricardito y otra bastante distinta los votos que puede cosechar. Se hacía evidente que el portador de apellido tenía un techo electoral bajo y es muy difícil que pueda ubicarse en el ballotage. Por otra parte, también es bueno reconocer que para las corporaciones financieras, el apellido Alfonsín dista mucho de ser confiable. Mal que mal y preñado de frivolidades, el alfonsinismo representa una tradición política que trasparenta una vocación democrática institucional, o formal, y la pretensión de expresar un marco de autonomía en la gestión política frente al chantaje corporativo. Pero bueno, a la hora de votar, estas virtudes del alfonsinismo quedan licuadas por el fracaso de un gobierno que termina en una entrega anticipada y en una frustración muy grande. Para colmo el que llegaba a ocupar el vacío presidencia era nada menos que Carlos Menem. Pues bien, despejada la opción Ricardo Alfonsín el bloque corporativo se ha puesto en procura de algún candidato posible. En el colmo de la malaria, la disidencia peronismo no aporta a nadie. Eduardo Duhalde, que puede valorar en su favor una estructura territorial no cuenta con niveles expectables en la ciudadanía. Su imagen da vuelta entre el cuatro y seis por ciento de las expectativas, con un nivel de mala imagen que lo aplasta cuando quiere levantar cabeza. Felipe Solá ha quedado en el camino y su silueta no aparece en el horizonte. Hoy por hoy, si algún consultor le acerca una fórmula para regresar al kirchnerismo Felipe la compra sin mirar el precio.
El tío Sanz
En esas tinieblas especulativas aparece la figura de Sanz, Senador Nacional por la provincia de Mendoza y Presidente del Partido Radical. La nueva estrella presidenciable puede ostentar su gestión administrativa en el municipio de San Rafael (Mendoza). Pero no es ese dato distante el que hace atractiva la figura de este mendocino a los grupos de poder. Sobre todo el multimedios Clarín vuelca sus fichas a partir de recuperar el papel que le correspondió a Sanz cuando el Senado volteó la meneada resolución 125. En esos trajines hubo una concentración mayúscula de operadores pero al Senador Sanz le tocó la responsabilidad de marcar los tiempos de cada paso hasta desembocar en el voto no positivo de Cobos. Ese papel fue sin dudas importante, de gran habilidad conductiva que supo aglutinar un arco de fuerzas muy amplio, desde Menem hasta Giustiniani del Partido Socialista. Este segmento de la historia de Sanz lo hace apetecible para el mundo financiero y mediático acostumbrado a moldear en su favor los juegos de poder. Se sabe que si se quiere derrotar al kirchnerismo en octubre es necesario aglutinar fuerzas políticas en una amplia gama. Como idea de partida se tiene que contar con un referente Radical que sepa poner en una misma bolsa al derechismo peronista de Duhalde, Rodríguez Saá, Luis Barrionuevo, y el socialismo mezquino y utilitario del Senador Giustiniani. Ricardo Alfonsín por la propia identidad marcada por su padre, no encaja en esa jugada. Sanz en cambio ha demostrado tener un estómago mejor preparado como para digerir las articulaciones de un frente de centro derecha. No por casualidad el Coti Nosiglia ya abandonó las carpas de Julio Cobos para pasar con armas y bagajes hacia el búnker del mentado Sanz. Cuando se dice Nosiglia se dice también el gastronómico Barrionuevo, el artillero pesado del Peronismo Federal. Según algunos corrillos este embrollo gozaría de la mirada atenta de Héctor Méndez, que expresa la derecha de la UIA. Como para que no existan equívocos sobre este ensayo también hay que anotar que con entusiasmo se ha unido a la comparsa nada menos que Oscar Aguad, Senador por el radicalismo cordobés y político de estrecha confianza del por tres veces condenado a prisión perpetua, el genocida, Luciano Benjamín Menéndez.