Editorial
El camino de Lenín
El rumbo que lleva la Argentina puede desembocar en otra década de 1970. Lo advertimos antes de que Kirchner se hiciera cargo del poder. El accionar piquetero, la violencia en las calles, la impunidad con que obran, es un aspecto de una estructura subversiva, alentada desde la misma Presidencia de la República. En este contexto deben verse las purgas que se intentan en el Poder Judicial y el descabezamiento de las cúpulas de las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Incluso se pretende someter las policías provinciales.
Las embestidas del ministro del Interior y el de Justicia contra los jueces y funcionarios judiciales tienen como meta degradar su imagen ante la sociedad, porque hoy es el único poder que intenta en alguna medida poner límites a los excesos del Poder Ejecutivo. El Poder Legislativo en el país casi no existe, y el poder de los gobernadores se ha reducido a la resistencia de algunos pocos, mientras los demás se dejan someter por el dinero para sus provincias.
Es por ello que el Presidente intenta construir su poder no sobre el Partido Justicialista, que lo llevó al poder, sino sobre el movimientismo que ocupa las calles y convierte su voluntad en ley, respaldada por el pensamiento único de la izquierda. Kirchner sabe que ésta es su fuerza, pero también sabe que es minoritaria y no resistiría una compulsa electoral. También lo sabía Lenín en 1917. Por esto gobierna con los piquetes y las compulsas, no con la gente. El peligro es que nadie podrá frenar el día de mañana a quienes sienten que son el poder porque hacen lo que quieren. La pregunta es si el Presidente tiene alguna intención de hacerlo, o si éste es su juego para conseguir el dominio absoluto. Lenín lo consiguió.
Lo real es que más de un centenar de cortes, la violencia contra la sede de YPF Repsol, los desplantes ante los tribunales a quienes se insulta en forma constante porque intentan hacer efectivos los derechos de la ciudadanía, son sólo un aspecto de un fenómeno riesgoso en que el Presidente y su séquito han sumido a la Argentina. Caminos como estos llevaron a otros pueblos a las guerras civiles. Alentando el odio, la agresión y la violencia, no es como se consiguen los objetivos de paz social. Por el sendero que vamos el fin será lamentable. La invención de Duhalde – pues Kirchner lo es – costará mucho al país.
Debe tenerse presente que hoy no hay quien proteja a la gente común de estos excesos, pues todo el poder está siendo sometido al dinero de la Presidencia o a la “obediencia debida”, que es una tradición en el peronismo. Es por ello que todo se va anarquizando, y muchas ciudades, como la Capital Federal, viven en constante sobresalto y barbarie. Lo lamentable es el futuro que nos espera, cuyos anticipos hoy se ven con claridad.