El fenómeno de El Niño puede ser la «mala nueva» después de una sequía histórica

Las ansiadas lluvias abundantes que necesitan la agricultura y la ganadería podría resultar la desgracia de muchos otros cuya actividad económica y sus vidas se desarrollan cerca de la ribera.

Después de la duración excepcional de “La Niña” -sequía-, que comenzó en septiembre de 2020, las probabilidad de pasar a una “fase neutra”, parece estar siendo descartada. Según las previsiones de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) publicadas hace unas semanas, hay un 55% de posibilidades de que el fenómeno de “El Niño” suceda -y de manera importante- para el intervalo de junio a agosto. 

Hace pocos días, la NOOA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica) de EEUU aumentaba esa cifra hasta el 66% y, además, anticipándolo para el periodo de mayo a junio. 

Ya se están registrando anomalías de entre seis y siete grados por encima de la temperatura normal en las costas sudamericanas. En otras zonas de la superficie del mar la tendencia también está empezando a confirmarse. Normalmente, estos eventos tienen una duración que se contabiliza en meses, aunque a veces llega hasta los dos años.

La intensidad prevista del fenómeno de El Niño no ha terminado de definirse. Algunos indican que se trataría de un fenómeno moderado, mientras que otros análisis sostienen que se tratará de un evento fuerte. La realidad se verá conforme avance el año, y la fase comience a entrar en etapa activa hacia el comienzo del invierno y la primavera.

Una noticia inquietante para muchas ciudades como Concordia, tan próxima al río y con una geografía baja respecto a la altura del río, lo que enciende las alertas y procura previsión de parte de las autoridades y pobladores. 

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