El intendente Juan Carlos Cresto, al asumir su actual gestión, heredó un problema que su antecesor no supo resolver: los vendedores ambulantes en la peatonal. Hay una ordenanza, sancionada el 21 de abril de 1992, cuyo artículo 1° enuncia que: “se prohíbe terminantemente toda actividad de vendedores ambulantes de cualquier producto, en toda la extensión de la peatonal y sus calles transversales”.
Los comerciantes, agrupados bajo el nombre “Asociación Amigos de la Peatonal”, amparados por la normativa, preocupados por el aspecto del principal paseo de la ciudad (llegaron a denominarlo “mercado persa”) y temerosos de la competencia desleal, pugnaron por desalojar a los vendedores. Finalmente, el intendente los reunió y los llevó un predio ubicado en la Ex-Estación Concordia Norte.
Alejados del radio céntrico (a diferencia del Mercado de Pulgas), sin más atractivos que sus mercaderías (al principio el municipio realizó festivales que fueron desapareciendo con el correr del tiempo) y alejados de movimiento de pasajeros como si estuviese en cercanías una terminal de ómnibus, la Feria Concordia Norte se fue raleando de vendedores. En las últimas semanas, tres o cuatro vendedores cubrían tres o cuatro stands para disimular la ausencia de vendedores. Pero el final estaba cantado. Ahora el predio sirve para que estacionen sus autos quienes concurren al carnaval.
A fines del año pasado, la construcción de un deck o tarima de madera sobre una de las veredas de la Plaza Urquiza llamó la atención. Pertenece a la pizzería que se encuentra por calle Urquiza, enfrente del paseo público. Más allá del atractivo que puede generar para los clientes del lugar, la ocupación permanente de una calzada está prohibida justamente, por ordenanza.
Sancionada en 1994, la ordenanza N° 27.146 (Uso de Calzada) es clara al respecto. Art. 5°: “No podrá dejarse ninguna instalación fija en el sector ocupado, dejando la calzada fuera del horario de ocupación (lunes a viernes de 20:00 a 04:00 hs; sábados y domingos de 13:00 a 04:00 hs.), perfectamente despejada”.
Una vez más, la ocupación del espacio público de la ciudad protegida por las ordenanzas estaba amenazada. No obstante, llamó la atención –más allá que quien firmó la autorización que viola la ordenanza haya sido justamente el presidente del Concejo Deliberante, Luis Fonseca, en momentos en que reemplazaba a Cresto- que el intendente esta vez prefiriese pasar por alto la norma.
“A la gente le gusta “sentarse en las tarimas a tomar una copa, a comer una pizza o a tomar un café”, dijo a modo de justificación. Luego añadió: “harían falta varias más como en otras ciudades que son turísticas”. Alentados por el Ejecutivo, hace pocos días, otro comercio construyó otra tarima que ocupa casi el ancho de un automóvil sobre calle 1° de Mayo.
Quizás si sirve como ejemplo, vale señalar que en Colón (ciudad que creció turísticamente como pocas en Entre Ríos) las numerosas pizzerías o restaurantes establecidas a lo largo de la calle principal suelen sacar mesas y sillas una vez que anochece, para que al día siguiente la arteria amanezca perfectamente despejada.
No es la intención que vuelvan los vendedores ambulantes a la peatonal para que algún día se reproduzcan los estrechos senderos atestados de mecadería que caracterizan al predio de Entre Ríos y Quintana. Simplemente, que se respeten las ordenanzas sancionadas por el Concejo Deliberante, conformado por los representantes democráticamente elegidos por la comunidad. Comunidad que tiene tanto derecho a desplazarse libremente por la peatonal como a circular por las calles sin tener que preocuparse por esquivar tablados de madera.