El disfraz del horror

Foto: Omar Lagraña

 

Por: Fernando Belottini

En un escenario donde solo prima un colchón desvencijado, atado con una soga y las luces que harán su juego, la protagonista, Aimé, llega exhausta de lo que dice fue su última fiesta nocturna y luego comenzará a contar de su relación con Guzmán, en un lenguaje que no hace más que referir a una historia de amor cualquiera. 

Alude a los hechos sin ser literal, y con  ribetes humorísticos, tal esa ironía sobre diferencias de clase, el culto y la groncha, solo que a medida que avanza la obra, y como toda situación  que decanta, caemos en el horror que significa el sometimiento por amor.

Una mujer desvalida, con un clara autopercepción denigratoria donde ““Si naciste en provincia o en un barrio lejos del centro te sentís negra para toda la vida”, pone en evidencia una convención social asumida por el personaje como dogma. Dogma que marcará un destino que nos golpea. ¿Y por qué nos golpea? Por la violencia como retribución al  sentimiento más noble: el amor. Solo Animé en su laberinto sin salida (ni siquiera por arriba como diría Marechal) juega con cartas valorables.

Trópico es una obra que habla de la relación amo-esclava, la trata de personas, la hipocresía, la perversidad, el sexo como negocio, el sometimiento a un género y a una clase social determinada e, incluso, a la cuestión racial.

Este argumento, con su temática, es llevado con solvencia por la actriz que, utilizando con pericia variados recursos actorales, parece conducirnos por una escalera descendente que termina en el mismo Infierno.

Concordia, 15 de mayo de 2023.

FICHA TÉCNICA
Autor: Rubén Sabadini
Actriz: Tamara Honigman
Vestuario y Asistencia: Laura Lucca
Asistencia en movimiento: Gisela Reyna
Diseño de escenografía: Rubén Tesei
Ilustración: Juancho Montefiori
Gráfica Agustín Colli
Producción: Liebre de marzo
Iluminación y dirección: Gastón Díaz

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