…El hombre gordo, agonizante, de lengua trabada y papada enorme quedó atrás. Aquel que deambulaba en un gris otoño, balbuceante, trasnochado y afónico por su palco de la Bombonera, y que fue internado agonizante, medio muerto, desapareció.
El de las alocadas correrías por Buenos Aires, Nápoles, Madrid y tantas otras ciudades “ ya fue”. Quedó lejos por la ventaja que le sacó en un pique demoledor éste nuevo Diego…que es el de pibe, el auténtico, el de siempre: “Pelusa”.
Atrás de esa gran corrida quedaron – además – tanto las malas amistades como los agoreros, que pronosticaban su final con mucha mas pena que gloria. El feliz presente está impregnado de heroísmo, que trasciende cualquier logro anterior.
La garra con la que encaró en ese pique triunfal hizo que el premio por su lucha personal contra su adicción a las drogas valiera mas que cien copas del mundo juntas. Para él y para nosotros. Hoy puede disfrutar de sus hijas y paladear el amor incondicional del pueblo.
A puro corazón partido y con la poca fuerza que le quedaba – casi con el último aliento – libró la batalla final, sin margen para el error. El resultado está a la vista: la ganó. Saborea el triunfo a sus anchas y se lo merece.
Fiel a su pasión por Boca, respetuoso con los hincas de River, sabe que está mas allá de todo y de todos ( incluido su entrevistado Pelé) en el fútbol y va por mas: Quiere mejorar como ser humano, ser un CAMPEON DE LA VIDA. Dice que no es un ejemplo para nadie, pero de a poco se transforma en un ejemplo para todos.
Sentía que lo acompañábamos millones de argentinos en la cruzada, que lo queríamos entero, sano, vivo. Una vez mas, nos dio el gusto. La hazaña es, en alguna medida, en una pizca solamente, nuestra. De todos.
En cualquier rincón del plantea dentro de una cancha de fútbol arrancó aplausos, sonrisas y llantos de felicidad con rebozante picardía. Colmando los ojos futboleros con zurdazos y con infinitas fintas sacadas de una mágica galera. Ahora se convirtió en un símbolo y ejemplo de vida. En una talentosa pisada a la muerte – en una baldosa -, la hizo pasar de largo. La dejó “gateando”, como a tantos otros rivales y arqueros que salían a “comerlo”. Puso “huevos” – en dosis mas elevadas a las que utilizó cuando jugó con el tobillo derecho destrozado en la hostil MILAN en el 90 – para derrumbar a “la reina blanca”, ahora desahuciada. Ya no podrá desplegar contra él su veneno mortal.
El 10 que vimos anoche es cauto, prudente, con otra figura. No sólo porque está bastante mas delgado, sino porque trabaja a conciencia, con responsabilidad en su nueva profesión . La “Noche del Diez”, en realidad representa “El Sol del 10” – Aquel “Barrilete Cósmico” según lo bautizara varios años atrás Víctor Hugo, ilumina el norte de todos quienes tienen por delante peleas desiguales. Demuestra que es de éste mundo, y que jugándose “a muerte” por la vida, el triunfo está asegurado. Como festejamos sus conquistas deportivas, acompañemos todos en la alegría a este vivo monumento histórico. Si, el Diego ganó: Es un Campeón en Vida.