En la actualidad quien tiene un ciclomotor o una moto los tiene, por lo general, con fines de subsistencia. En el desamparo de los trabajos informales, la moto o el ciclomotor se han convertido en una herramienta de trabajo casi excluyente: moto mandados, delivery boys, preventistas, cuenta propistas, cadetes, son algunas de las no tan nuevas profesiones que la campante precarización laboral se ha encargado de reproducir.
El robo de motos y ciclomotores se ha convertido en nuestra ciudad en el delito más recurrente. Según datos de la propia jefatura de policía el treinta por ciento de los delitos contra la propiedad tienen que ver con el robo de estos rodados: De 82 delitos contra la propiedad (robo de electrodomésticos, caballos, auto estéreos, bicicletas, usurpaciones) que se contabilizaron en el mes de Agosto, 22 fueron robo de motos de las cuales la policía recuperó sólo 5. En septiembre fueron 74 los delitos cometidos contra la propiedad, 23 fueron sustracciones de motocicletas de las que se secuestraron 9. Hasta el 12 de octubre las motos sustraídas eran 14 (más de una por día en promedio, por lo que -de mantenerse la tendencia- mostraría un alza con respecto a los meses anteriores) de las cuales se habían logrado recuperar la mitad.
La policía llegó a manifestar su impotencia para afrontar tal flagelo. El mismo Comisario principal Faustino Pereyra reconoció a DEBATE y OPINIÓN que la cifra de sustracciones de motos “…es un número muy elevado”.
Ese índice lleva, entre otras cosas, a que ninguna compañía de seguros quiera asegurar una moto contra robos.
La mayor parte de los robos se comete cuando la moto está sola y en la calle, y en menor medida son los hechos en los que se ingresa a un domicilio o se roba a mano armada No importa si es de día o de noche, si hay gente alrededor o no. Cortar un candado, forzar una cerradura son cuestiones de un minuto o dos. La traba de dirección y la llave de contacto no sirven para nada, les lleva sólo segundos romper ambas o forzarlas, los candados tipo Linga baratos los cortan con un alicate relativamente chico.
“Hay veces que se cree que con una cadena y un candado está segura y es lo más fácil de violar – Sostiene el comisario Pereyra- Hay gente a la que hemos interceptado con elementos para cortar cadenas o falsear cerraduras. También ha habido casos en que han ingresado en la vivienda o han robado la moto a punta de arma. Pero lo más común es en la vía pública, en los estacionamientos de zona céntrica.” Con respecto a este último dato cabe decir que los estacionamientos de motocicletas no revisten la menor garantía para el ciudadano. La Municipalidad tan rigurosa a la hora de controlar los estacionamientos en el microcentro no se responsabiliza en absoluto por los rodados que se ubican en los espacios otorgados.
Por otro lado, Pereyra adjudica buena parte de la impotencia policial al modo de operación de los ladrones de motos que requiere de una red complicidades, la facilidad para hacer desaparecer este tipo de rodados y una legislación que dificulta que las acciones policiales lleguen a buen puerto: “Se tiene detectadas a las personas que se dedican a eso. Sabemos que son varias, pero muy pocas en relación a la cantidad de motos sustraídas. Lo que ocurre es que se trata de un delito de difícil probanza. Hay que probar el hecho de la sustracción. Muchas veces la gente no ve quién robó y ahí se complica. No hay testigos y muchas veces sólo se encuentran las partes de lo que sería una moto robada. Se le detecta la moto robada al que la tiene en última instancia: al que la desarmó o al que la compró. El artículo de los bienes muebles no registrables dice que la sola tenencia justifica la propiedad. Una rueda, un faro o un manubrio no son identificables. El cuadro o el carter (donde está la numeración del motor), que son los elementos que comprometen, suelen ser cortados y los hacen desaparecer. En el caso de los repuestos la persona no tiene por qué demostrar de dónde los sacó. Uno puede secuestrar esas partes pero la justicia se las tiene que devolver. Nosotros tenemos que localizar el vehículo completo y la moto es un elemento fácil de esconder, una vez desarmada más todavía.”
.Las motos más buscadas por los ladrones son la Honda CG 125cc, Honda Biz 110cc, la Gilera Smash 110cc, Guerrero Magic 70cc y el ciclomotor Daelim 50cc, no casualmente las motos con más presencia en las calles de Concordia y las preferidas -ya sea por las variables económicas a o de confiabilidad- para los que las usan como una herramienta de trabajo.
Si bien la policía investiga si las motos robadas son llevadas a otras localidades cercanas, lo que sí se sabe es que buena parte de esas motos vuelven al mercado local en calidad de “repuestos usados”. Los lugares dónde se comercializan estas partes son talleres mecánicos y casas de repuestos.
Al respecto, el propietario de una casa de repuestos y reparación de motovehículos confirmó a este medio que “Las motos más buscadas son las Honda CG y las Daelim. Por lo que tengo entendido las CG están siendo cruzadas en su mayoría para Salto (R.O.U)…Uno conoce a los que están en el robo porque muchas veces vienen a ofrecer las partes de una moto robada. Te reconozco que en más de una oportunidad he comprado. Lo que pasa es que el cliente muchas veces busca los repuestos ‘usados’ por una cuestión de precios. Le sirve al cliente y también le sirve al que comercia con esos repuestos. En el caso de mi negocio los repuestos que vienen del mercado negro significan apenas el 10 por ciento de la venta, pero la ganancia es el triple y el precio le sigue sirviendo al cliente…. ¿El precio de los repuestos robados? ¿Cuánto los he pagado? El precio se negocia. Podés comprar una moto por $500 o $300 depende la necesidad y la urgencia del ladrón.”
Según pudimos averiguar, los precios en el mercado negro de un ciclomotor Daelim rondaría los $150 (se estaría hablando de motos desarmadas sin cuadro ni carter). Una Honda CG 125cc o 150cc alternaría entre los $500 y $700. Una Gilera Smash entre $300 y $500 y una Guerrero Magic entre los $200 y $300.
Es por esa razón, quizás, que el ladrón de moto prefiere obtener un rescate por el rodado. Aunque esta modalidad estaría retrocediendo debido a los riesgos que corren tanto el “extorsionador” como la persona que hace de“contacto” con los ladrones. “Cuando viene una persona y te dice que le robaron la moto uno tiene medios para localizarla, conoce la gente que está en el tema, pero te “quemás”. Así le ha pasado ha muchos mecánicos y comerciantes de repuestos. A veces por hacer la “onda” como se dice quedás “pegado” con la cana y con los clientes. Aunque también es cierto que muchas veces el que te hace la “onda” tiene una comisión.
Pero la razón por la que mucha gente prefiere pagar el rescate antes que hacer la denuncia en la policía se debe “al miedo a no recuperar la moto”, reconoce el comisario Pereyra. “Otro motivo puede ser que no la tenga registrada, sino está registrada en el Registro del automotor después se complica para recuperarla ante la justicia, porque la moto se secuestra y el juez valora que documentación tiene y puede ser un trámite que demora mucho tiempo, si es que finalmente logra recuperarla.”
Un dato no menos interesante es que de las sesenta motos sustraídas –y denunciadas- entre los meses de agosto, septiembre y los primeros diez días de octubre, sólo 13 estaban patentadas.
El caso de Ignacio, un damnificado por el robo de motos, es elocuente: En el año 2002 le robaron de la puerta de su casa una Honda 250cc. Hizo la denuncia correspondiente en la policía pero también llevó adelante acciones particulares para recuperarla. Se dirigió a un reconocido dueño de casa de repuestos para ver si no sabía del paradero de la moto y si podía hacer algo para recuperarla. El repuestero ubicó su moto en menos de 24hs y previo pago de un rescate de $1500 la recuperó. Hasta la fecha el damnificado no levantó la denuncia que hizo oportunamente, a pesar de que la usa diariamente para trabajar y viaja a varios puntos de la provincia y el país para participar de los moto encuentros: “eso es para que te hagas una idea de cómo la buscan”, comentó irónicamente.
“Hay gente que no denuncia, lo reconozco. Es un hecho del cual estamos al tanto. Nosotros le pedimos a la gente que tenga confianza en el accionar policial. Que nos dé aviso cuando los ladrones les pidan rescate por sus motos, que haga su denuncia,” exhorta Pereyra.
A favor del accionar policial, los depósitos de secuestros ubicados en el fondo de la Jefatura Central de Policía son una muestra digna de la gran cantidad de motos que se secuestran como de la enorme cantidad de moto vehículos que no vuelven a sus dueños ya sea porque nunca fueron registrados o debido a que el examen de revenido químico que hace la División Criminalística para detectar los números originales de cuadro y motor que han sido limados no dan resultados satisfactorios a la hora de detectar el número original.
Con respecto a este flagelo que no cede, el jefe de la división Investigaciones de la Policía local, Comisario Inspector Omar Fabricius, no brinda una teoría de lo que ocurre: “Lo que pasa es que vos por 500 pesos podés sacar una moto 0km que la pagás en cuotas a uno o dos años, pero dentro de tu presupuesto no contás el mantenimiento y el arreglo del vehículo. Entonces se recurre a buscar las partes robadas para abaratar costos. Es un círculo vicioso mientras haya alguien que compre va a haber alguien que robe y venda.”
El repuestero consultado nos cuenta que “los ladrones de motos son como seis. Hay tres que vienen robando desde hace tiempo y ya son conocidos. Hay como tres nuevos que aparecieron en este último tiempo. Los que roban motos son pocos pero hay otra gente que colabora, que se encarga de seguirla y señalarla, otro que tiene el lugar dónde “aguantarla”, gente que la “corta” y gente que vende las partes y otra que la compra. Todo el mundo se queja de los robos de motos pero es la misma gente la que le da “trabajo” a los ladrones.
Por lo pronto los patrullajes y el control vehicular que admite el comisario Pereyra como las principales medidas preventivas para este flagelo no son suficientes.
Para combatir contrae este tipo de delito se podría pedir que la municipalidad destinara personal al cuidado de los ciclomotores en los estacionamientos otorgados, se podría reclamar una exigencia mayor –y una reducción en el precio de los patentamientos de motos que no bajan de los 200 pesos- por parte del Registro de la Propiedad del Automotor de la provincia, se podría sugerir la creación de una brigada especial que se dedique exclusivamente al robo de motos dentro de la División Sustracción de Automotores de la policía provincial (ya que Concordia se puede jactar que no es una ciudad dónde se roban automóviles), se podría citar como ejemplo a seguir a la organización civil santafesina Daprom (Damnificados por el robo de motos) que ha llevado adelante numerosas acciones, muchas de ellas con éxito, para recuperar motos y desbaratar bandas en esa provincia, en colaboración con la policía. Pero es la sociedad, con sus acciones y omisiones, la principal responsable para que esta situación de impotencia, indefensión e impunidad cambie. Las casas de repuestos, las agencias y los talleres comprando y vendiendo partes robadas y los motociclistas que compran “repuestos usados” con plena conciencia o alguna sospecha de su ilegal procedencia, lo único que hacen es alimentar a la víbora con su propia cola, cerrando un círculo que en sus orígenes ya se ha trazado.
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