Para el CICS, la preocupación de los concejales, para que el esfuerzo no sea “infructuoso”, debería abordar el problema en su conjunto. “No estamos sólo ante un problema de tránsito. La irregularidad de las operaciones comerciales y de las relaciones laborales, el hacinamiento, la falta de higiene y el incumplimiento de elementales exigencias para la prevención de accidentes de trabajo, hacen de las pulgas un Cromagnon en potencia, por lo que urge actuar”, señalaron.
En 1992, la ordenanza de creación de la peatonal previó el blanqueo de todos los vendedores callejeros ilegales, alojándolos en el predio de Quintana y Entre Ríos, y la expresa prohibición de que vuelvan a asentarse en las veredas del centro. No obstante, remarcaron que “es evidente que no alcanzan las normas sino que resulta indispensable el accionar decidido de los organismos de aplicación y contralor de las ordenanzas, para superar el desborde que hoy es motivo de análisis en el Concejo Deliberante”.
Por último, resaltaron que debe tenerse en cuenta que “bajo la apariencia de iniciativas surgidas de personas de escasos recursos que buscan sobrevivir, subyacen en la venta callejera ilegal verdaderas redes clandestinas que le abren la puerta a otro tipo de ilícitos”.
