El Centro de Comercio, Industria y Servicios de Concordia considera su deber propiciar gestos de fraternidad entre los pueblos uruguayo y argentino, cuyos destinos han estado y seguirán estando entrelazados por siempre. Es por ello que no ha dudado en fortalecer los lazos con su par, el Centro Comercial de Salto, en sucesivos encuentros.
Con respeto y firmeza, nuestra institución insta a los gobiernos de ambas márgenes a asumir con urgencia los desafíos que plantea la actual encrucijada, reanudando el diálogo, fundamental para buscar la verdad y construir la paz.
Ambos presidentes, en el ejercicio de las funciones que le han confiado sus representados, tienen el deber ineludible, intransferible e impostergable, de conducir y encausar el conflicto, por vías pacíficas.
La defensa de la vida y el desarrollo sustentable con inclusión social no son banderas de las que pueda apropiarse sector alguno, sino ideales comunes que inspiren políticas de Estado coordinadas, siempre en un marco de pleno respeto a las soberanías nacionales.
Aún desde una plena comprensión hacia la lucha del pueblo de Gualeguaychú, no sería un aporte a la solución del conflicto que se llegara el peligroso extremo de bloquear todos los pasos entre ambas naciones, hecho que lastimaría aún más las susceptibilidades, quebrantando la armonía de los pueblos hermanos.
Concordia y Salto son tan «vecinas», que sus habitantes pueden «verse», de costanera a costanera. No en vano se ha llegado a debatir la construcción de un puente que las transforme en un único conglomerado urbano.
Concordia y Salto están tan ligadas, que hay innumerables apellidos que se repiten, y no por casualidad, sino porque se trata de familias repartidas a uno y otro lado.
Concordia y Salto supieron protagonizar juntos una verdadera gesta para remover los obstáculos que impedían la construcción de la represa de Salto Grande, obra destinada a ser palanca del desarrollo regional, y no una mera usina generadora de electricidad.
Quizás hoy sean estas dos ciudades inseparables las que deban asumir el papel histórico de abrazar la causa de la unidad, cuidando que prime la paz, por encima de cualquier discrepancia.