La figura de Eva es reconocida mundialmente, sobre ella se escribió y se seguirá escribiendo, porque su irrupción en la escena política nacional marco un antes y un después, su nombre es símbolo de emancipación y justicia social para muchísima gente. Y, a 68 años de su muerte, todavía vive en gran parte del pueblo que lleva su nombre como bandera a la victoria.
De todas maneras, existen quienes obtusamente pretenden que su paso por el mundo sea ninguneado por la historia oficial. Sin embargo no cuestionan con el mismo énfasis cuando se trata de otros como Rivadavia, Roca, Mitre o Sarmiento, Rosas o Urquiza, tan polémicos y controvertidos, tan igualmente receptores de amores y odios, de críticas y halagos, como la propia Eva Duarte.
Tal fue el caso del intendente de Chajarí, el tristemente célebre Pedro Galimberti, quien suele ser más conocido por sus “idas al pasto” que por sus propuestas y gestiones: Defender la última Dictadura Cívico Militar genocida (“Lo que aconteció el 24 de marzo del 76 fue una consecuencia necesaria”, dijo); Bancar y tomar como “contratado” a Julio Jorge Linares, un ex PCI (Personal Civil de Inteligencia) durante la dictadura del tristemente célebre Batallón de Inteligencia 601 del Ejército (lo señalan como un espía que actuó encubierto e infiltrado dentro de la misma UCR en Santa Fe y Paraná para perseguir y entregar militantes de esa fuerza política); Ser impulsor de la anticuarentena y revelar por audio la identidad y militancia política de un paciente de Covid-19; Y, la última locura a la fecha, perder en un timo aventurero expropiador 14 millones de pesos de las arcas de su municipio por una gestión trunca y llena de impericias.
En su cuenta de la red social Twitter, el intendente de Chajarí expresó: “Cuando creía haber visto todo me encuentro con esta publicación que lleva la firma institucional del @GobiernoER A veces pienso que hemos retrocedido 70 años. A veces -como ahora- tengo la certeza que así es. La publicación original puede verse en http://cultura.entrerios.gov.ar”.
La oposición a que la figura de “Evita” sea puesta en valor por la historia oficial no es más que la manifestación del odio clasista antiperonista que no permite ver la trascendencia de una mujer icónica que se ganó, pese a quien le pese, su lugar en la Gran Historia Argentina, como así también junto a las grandes figuras de la historia mundial, estatura que no cualquiera logra alcanzar porque requiere de la admiración y el reconocimiento de propios y extraños, y – sobre todo- del amor del gran pueblo.