El 24 de marzo y lo que nos hace humanos

“El distanciamiento social es nuestra mejor arma contra el coronavirus”, titulan los medios y recomiendan las autoridades. Puede parecer una especie de distopía orwelliana: Todos aislados en nuestras casas, mirando la tele o consumiendo noticias de dudosa veracidad en las redes sociales. Esperando atemorizados por quién será el próximo que mostrará síntomas, que las autoridades irán a buscar para sacarlo embolsado de su casa y poner a todos los demás en estricta cuarentena.

Después de mucho tiempo volvemos a estar encerrados y con temor. Esta vez el enemigo no usa lentes Ray-Ban, ni se peina el bigote, no usa borcegos, ni conduce sacando un brazo de modo canchero y desafiante por la ventanilla de un falcón verde. Esta vez el enemigo es invisible, pero vuelve otra vez a requerir lo mejor de nosotros como sociedad para enfrentarlo. Y lo mejor de cada uno hoy es el sentido de la responsabilidad ciudadana, el compromiso social y la solidaridad: Los mismos valores que abrazaron los miles de argentinos que por aquellos años oscuros fueron perseguidos, detenidos y desaparecidos.

En los 70 se quiso aniquilar una generación, una corriente de pensamiento, de ideales, que llevaban como estandarte el sueño de una patria más igualitaria. Un país libre, justo y soberano donde la riqueza nacional se repartiera de una manera más o menos equitativa. Un país donde el Estado cumpliera un rol preponderante en la dinámica de la vida de sus ciudadanos. Un Estado fuerte y eficiente que supiera ser árbitro de las injusticias y garante de derechos y libertades.

Un poco de todo eso, con idas y venidas, con ganadas y pérdidas, hemos tratado de reconstruir desde la vuelta de la democracia en 1983.

Ahora este virus que nos amenaza también nos interpela y vemos que, en las malas, el que no se borra es el Estado con sus instituciones y empresas. El Estado democrático tan castigado y con tanta mala prensa. Ahora es cuando nos preguntamos si la meritocracia y el individualismo son tan buenas ideas porque, al fin y al cabo, lo que nos hace mejores, los que nos protege y fortalece, son nuestros valores colectivos como la solidaridad, la fraternidad y la igualdad.

El 24 de marzo es motivo para el encuentro (que esta vez no podrá ser) y la conmemoración. Una fecha para no olvidar lo peor de nuestra historia, pero también para reencontrarnos con lo mejor de nosotros mismos.

Ya no se trata de ideologías, se trata de los valores que nos humanizan.

De alguna forma la Verdad siempre se revela, la Justicia se impone, y la Memoria trae consigo lo mejor de nosotros. Eso que está en nuestro ADN, que estuvo siempre, y que ninguna puta dictadura ni virus de mierda podrán arrancarnos de nuestra humanidad.

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