El movimiento de la Administración Trump para que un estadounidense presida el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la principal institución supranacional americana después de la Organización de Estados Americanos (OEA), simboliza como ningún otro hecho esa «vuelta» con fuerza a la Doctrina Monroe. Desde la fundación del banco, en 1959, ha existido un pacto no escrito por el que su presidencia correspondía a un latinoamericano, mientras que la vicepresidencia era para un estadounidense.
Interpretación «más agresiva»
Ese regreso a Monroe (presidente a quien se le adjudica la política de dominio de EE.UU. sobre el resto del continente, expresada en 1823, si bien su versión más contundente la formuló Theodore Roosevelt en 1904) había sido vaticinado ya antes de la presidencia de Trump por el geopolitólogo estadounidense Peter Zeihan, que había razonado sobre los fundamentos del repliegue de EE.UU. como superpotencia. Ahora lo expresa de un modo más detallado en «Desunited Nations», un reciente libro en el que considera que el mundo va hacia una era de «desorden». «Durante el Desorden, la interpretación americana de Monroe será incluso más agresiva», advierte.
Zeihan cree que la mayor parte del comercio exterior de EE.UU. y de la propia Latinoamérica «se concentrará, por necesidad, en el hemisferio occidental».
Esto afectará especialmente a la relación de EE.UU. con México y el Caribe, en un tiempo en que se frenará la actual globalización y que sobre todo se fomentarán los contactos subregionales (la «glocalización», como ha sido llamada). Mientras gran parte de las naciones se deben adaptar «a un mundo sin Estados Unidos, esos países en cambio deben aprender a arreglárselas en un mundo con solo Estados Unidos», dice Zeihan.
En su opinión, el acuerdo de libre comercio entre EE.UU., México y Canadá «será el único de su tamaño que sobrevivirá en el Desorden» y eso revalorizará a los mexicanos frente a sus vecinos del norte. Según Zeihan, México será el único país del mundo con el que los estadounidenses deberán «negociar» para resolver asuntos tanto internos como externos, lo que dará a los mexicanos «algo que nadie más tiene»: influencia sobre Washington.
Pulso por aplazar la elección en el BID
Precisamente México está liderando, junto con Argentina, el aplazamiento de la elección del nuevo presidente del BID, para evitar que sea designado el asesor de la Casa Blanca Mauricio Claver-Carone, cubano de nacionalidad estadounidense. Argentina, con gobierno peronista contrario a Washington, propone su propio candidato, Gustavo Béliz. Claver-Carone decía contar hasta ahora con apoyos suficientes para acceder al cargo, pero si la elección no ocurre en septiembre, sino que se pospone para meses después alegando dificultades de reunión debido al coronavirus, Trump puede haber caído en las elecciones de noviembre y así ver desvanecido su intento de imponer un estadounidense al frente del BID.
Bastaría que en la reunión prevista para septiembre no se diera el quórum necesario (hace falta la presencia del 75% del poder de voto). De momento, dicen que no acudirán Argentina (11,4%) y México (7,3%), así como Chile (3,1%). A ese frente se ha unido Costa Rica (0,4%), que podría impulsar a Laura Chinchilla como candidata. También la Unión Europea (9,3%) ha pedido que se retrase la elección, pero los países europeos no tienen por qué actuar conjuntamente.