Repasando el convenio firmando en 1999, del estudio del mismo “surge claramente que la concesionaria tenía la obligación de realizar la obra de explotación en 3 etapas”, explicó Dri en el pedido de informes. Las mismas se denominaron: Primera Etapa, Etapa Futura 1 (involucraba un millón y medio de pesos) y Etapa Futura 2 (incluía otro millón y medio de pesos).
Pero para completar la tercera etapa, el concesionario cedió parte del predio. Desde el punto de vista del edil, “en ese momento y previo a la autorización se debió haber revisado las cláusulas contractuales, porque la concesionaria se desligaba de una fase de inversiones oportunamente presupuestada por contrato en $ 1.000.000 o un millón de dólares conforme a la fecha de su estimación”.
No obstante tanto el municipio como la concesionaria consensuaron en la variación contractual, “el primero garantizando el plazo a terceros inversores y el segundo cediendo el predio, percibiendo derechos por invertir y cobrando la administración de dichas inversiones”. En consecuencia, Dri indicó que ha existido “animus variandi en ambas contratantes que autoriza a la revisión de cláusulas contractuales originarias”.
Otro de los requerimientos del edil incluidos en el pedido es la individualización de “las sociedades y terceros inversores que realizan explotación comercial o turística dentro del predio termal”.