El fiscal Mario Guerrero sostuvo que Silva dijo esta mañana al tribunal que sabía que había una movilización pero no esperaba ninguna agresión. Dijo que hubo una entrada intempestiva a la Jefatura de Policía y alcanza a ver a dos mujeres a quienes no identificó que le tiran gas pimienta en la cara y por eso queda cegado momentáneamente. De inmediato empiezan los empujones, además le pegan con el tarro de aerosol en el ojo, y recibe trompadas en la cara y en la cabeza. Si bien no puede ver, por comentarios posteriores se entera que uno de los que lo habría golpeado fue uno de los imputados: Carlos Zaragoza.
Luego lo levantaron y lo llevaron arriba a gatas. Posteriormente lo sacaron por el fondo de la Jefatura con la nariz lastimada y el ojo cerrado. Fue trasladado al Sanatorio Concordia y luego a la clínica de ojos privada para ser atendido. Y aseguró que ya le realizaron dos operaciones porque quedó con secuelas. A raíz de esa agresión sufrió perforación de cornea. Cuando le preguntaron a Silva si la Jefatura había sido tomada respondió que fue “ocupada”. Un relato muy similar al que manifestó Villalba en la jornada de ayer.
Aunque sostuvo que no vio armas, la fiscalía relativizó ese testimonio debido a que justamente no podía ver bien. No obstante, para la defensa ese es un punto central. Según Cantallops, Silva observó la marcha de protesta de efectivos y familiares frente al edificio policial. “Reconoció que la movilización fue en forma pacífica y sin armas”, subrayó.
Según el defensor, Silva también reconoció que “únicamente personal femenino” ingresó a la Jefatura de Policía. Al respecto, solo dio precisiones de las edades de quienes ingresaron. Y aseguró que una señora mayor y una de menor edad fueron quienes le arrojaron gas pimienta (lacrimógeno) provocándoles lesiones en los ojos.
Para Cantallops, por la lesión en los ojos el jefe de logística la atribuyó al uso del gas y a que le apoyaron el aerosol en la vista. “Las lesiones que se le atribuyen a algunos imputados (se) descartarían por parte de Silva, quien fuera la víctima, reconociendo que el gas fue arrojado por dos personas femeninas las cuales ni siquiera pertenecen a la fuerza”, dijo.
Más adelante, el letrado escuchó a Silva recordar que una vez que pudo recomponerse del gas que le había provocado lesiones en la vista “pudo salir con total libertad” por el puesto 2: así se denomina la puerta de salida de los vehículos policiales por calle Hipólito Irigoyen. “Silva reconoció que se movió libremente”, señaló. La apreciación. Para Cantallops, es “fundamental para descartar los hechos que se le atribuyen a los imputados”.
En horas de la tarde declaró Humberto Salvador, jefe de turno la noche del 8, quien declaró lo mismo que en la Fiscalía. Según explicó su esposa estaba en la manifestación porque pensaban que iba a ser pacífica. Y luego vio como nombró a Juan Pedro Lacuadra, Zaragoza, Daniel Chávez, Paredes e identificó a otros más que no están sentados en el banquillo de los acusados que entraron en forma violenta. Observó como le pegaron a Silva y a Villalba, veía como lo insultaban. Según Guerrerro, Salvador les decía a alguno de los efectivos imputados como Lacuadra y Luis Gómez que paren pero recibía insultos como respuesta.
Luego el jefe de turno señaló que el ministro de Gobierno, Adán Bahl, subió arriba al salón de actos para dialogar con los sublevados pero no lo dejaron hablar y al senador Enrique Cresto lo escucharon pero no le llevaron el apunte. Al único que escucharon fue al subjefe de Policía de Provincia, Juan Ramón Rosatelli. No obstante, tampoco tuvo mucho éxito en el intento de diálogo.
Según atestiguó Salvador, la Jefatura fue “tomada” debido a que los sublevados habían cortado los teléfonos. Entre ellos el de la guardia, y el DVR (aparato de cámaras de video de vigilancia) había sido desconectado.
De la misma forma que Villalba, señaló que estaba rota la “cadena de manos”, Además Villalba no podía ni salir y Fabián Hormaechea y el subjefe NelsonVega andaban en la calle.