Me resulta inmediato pensarlo al Sr Sorokin, si su edad se lo permitiera, encolumnado junto a los estudiantes del 30, vociferando las consignas que exigían la destitución del Presidente Irigoyen. Lo supongo también votando a la Unión Democrática en el 46; marchando enarbolado, en setiembre del 55 y persuadir luego, a quien quisiera escucharlo, de las condiciones democráticas del entonces General Videla. Podría agregar, que doy por supuesto que mi distinguido interlocutor votó siempre a los partidos perdidosos, y abrazó convencido la idea de que las democracias en la Argentina son verdaderas dictaduras y las dictaduras, necesarias democracias, como surge de manera manifiesta en su nota.
Que los recuerdos “comiencen a borrarse y la memoria a fallar”, no me parece que debiera resultarle de mayor preocupación al Sr. Sorokin, más bien debería pensarlo como un recurso balsámico siempre a mano para la emergencia. Olvidar, después de todo, no sería lo más grave que pudiera ocurrirle, porque: ¡hay que cargar con semejante mochila de recuerdos!.
De ser cierto el mensaje soterrado que advierto en las respectivas notas publicadas; el Sr Zuly Sorokin, no tiene cura, cualquier intento de rescate estará condenado al fracaso. Me llega a la mente aquella bella canción de “Joan Manuel Serrat, “Sinceramente tuyo” como creo que se llama, que dice sentenciosa, “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio».
Como ya hace ya tiempo que abandoné la labor misionera de rogar para que lloviera en el Sahara y que hablen distendidas las rocas de los cerros cordobeses , doy por sentado que lo que he tenido que decir, ya lo he dicho, “y el que quiera oír que oiga..”.
Ahora bien: una atención particular, merecen los cientos de lectores que leyeron mi nota, como se afirma en el portal del diario Junio. A ellos quiero referirme y en particular a los jóvenes, diciéndoles que estas opiniones distintas que se han vertido deben ser analizadas como acciones políticas que han dejado huellas en la historia y en las conciencias individuales, como se aprecia.
Interpretamos la historia y con seguridad el presente y el futuro, de distinta manera, porque pensamos desde relaciones materiales que han construido sistemas significantes o simbólicos, que colorean de distintas tonalidades las lentes imaginarias por donde miramos lo que nos rodea. Son construcciones ideológicas, finamente enhebradas por subjetividades, algunas compuestas de resentimientos, y/o prejuicios, y sobre todo por un paralizante miedo ante aquellos a quienes se desconoce por resultar vulgares, imprevisibles, o simplemente pobres.
Desde el conocimiento de nuestra historia podemos decir que no debemos subestimar a quienes piensan de esta manera; son muchos, como se ve en cada cacerolazo. Yo los vi en sus manifestaciones del 55, eran muchísimos y aunque a muchos de ellos no les alcanzaron sus años para arrepentirse, el daño irreparable lo habían hecho. Vi y oí los agravios proferidos contra Perón y a Evita y, al igual que los dirigidos hoy, contra Cristina y Néstor, es percibible el odio que contienen y la capacidad infinita de mentiras. No ví en la cárcel a quienes pensaran como ellos y si ví que la gran mayoría pensaba como nosotros, el enemigo nos distinguía, y hoy también.
Como estoy convencido, que es en este terreno cultural, donde se deben dirimir estas disputas, es por ello que desafío al Sr Zuly Sorokin a que debatamos públicamente, ahí en Concordia, junto a su pueblo, todo aquello que lo inquieta, con la única condición de que el debate gire sobre el presente y el futuro, el pasado dejémoselo a los jóvenes, ellos serán más objetivos que nosotros. Además no quisiera aprovecharme de la inmensa ventaja que me asiste.