Dónde empieza y acaba el cuello de las serpientes

El capitalismo en su variante neoliberal que interpreta el gobierno Cambiemos, no es sólo un sistema económico constituido sobre la lógica desigualitaria de la acumulación de beneficio, sino también un modo de subjetivación del mayor volumen posible de sociedad, para convertir intereses económicos y políticos en conocimientos neutros que se instituyen como verdades objetivas.

En efecto, es un proyecto colonizador, aglutinador conceptual que se realiza con una producción biopolítica de subjetividad, y con ese propósito, se apropian de sentidos y definen  los órdenes disciplinarios, y controles reguladores. En este doble plano, el gobierno procedió hasta ahora  con habilidad y planificación junto a medios de comunicación masivos. M. Foulcault, acusa a esto como una tecnología individualizante del poder, que por medio del análisis de los individuos, sus comportamientos, aspira a producir personas  dóciles y fragmentadas.

La subjetividad intercambia, permuta de manera permanente este conjunto de órdenes, constituyendo al mundo social no en una sociedad sometida al efecto mercancía sino una sociedad sometida a la dinámica de la competencia. El homo economicus que claramente quiere este gobierno, no es el hombre del intercambio, tampoco el hombre consumidor; es el hombre de la empresa y la producción.

“Cada uno tiene que ceder algo”, dicen los periodistas (verdaderos operadores políticos del sistema).  “Achicar el gasto, bajar salarios y reducir impuestos como camino para aumentar la inversión” dice el presidente: Los empresarios celebran.

La falsedad vuela y la verdad viene cojeando tras ella

Es cierto que la mentira política existe desde siempre. Ocultar y falsear, las dos formas fundamentales de mentir han sido sistematizadas y codificadas desde hace siglos. Hoy se sigue mintiendo y falseando la realidad sin que esa práctica se deriven responsabilidades.

“Las reformas son para crecer, evolucionar, progresar, a no mentir, a sacar a millones de argentinos de la pobreza,  tener trabajo digno,  es algo que nos va a generar entusiasmo, alegría, hacer de la Argentina un país más normal que nos va a llevar a vivir mejor y estar más felices. Hay que perderle el miedo al cambio y a despojarse de etiquetas y prejuicios”.

 Estos mensajes forman parte de la exitosa estrategia discursiva “amoral” del gobierno. La amoralidad aparece en el hecho de declarar una supuesta “voluntad de cambio” político que se sabe es inconducente para mejorar la situación social imperante y disminuir así  la dramática distancia económica que existe entre ricos y pobres.

La mirada de millones de argentinos que votaron a Cambiemos, empiezan a visualizar que detrás del discurso oficial existen ideas subyacentes. El contenido de la reforma laboral propuesta por el gobierno avanza sobre derechos del trabajador,  barre con décadas de conquistas. Es definitivamente la inclinación del mercado laboral en favor de los intereses empresariales, con la puerta abierta para presionar a los trabajadores y bajar los salarios.

Los análisis de especialistas respecto a las reformas, muestran sin lugar a dudas que son los jubilados,  los beneficiarios de la AUH y quienes perciben las asignaciones familiares, con el cambio de la ley de movilidad, perderán 115 mil millones de pesos, que irán a financiar las arcas de la  provincia de Buenos Aires  y compensar a las provincias por las modificaciones del Impuesto a los Ingresos Brutos con la pérdida de ingresos. La reforma previsional es la más importante para la gestión Cambiemos porque es una imposición explicita del Fondo Monetario Internacional.

Además, el ajuste en la cuentas del PAMI,  se liberan recursos para atender los crecientes pagos de intereses de la deuda. También serán los que financiaran la reducción de Contribuciones de las empresas. Pero también queda  abierta la puerta para que la próxima reforma previsional apunte a un recorte todavía mayor de las jubilaciones y las pensiones con el argumento de que el sistema no es sustentable.

Estos argentinos que sufrirán el ajuste tremendo, tarifazos, baja de salario, son los que confiaron plenamente en los caminos de “la felicidad y el amor” propuesto por Macri. ¿Cómo hacemos para frenar esto?  Primero no pueden ser pocas las voces que se alcen frente a lo que está pasando. Frente al país sin solidaridad que plantea el gobierno,  la oposición política y social debe encontrar una opción única y contundente para enfrentar a la destrucción de derechos. Se debe entender que la pérdida de derechos de los trabajadores, tiene un único efecto real: millones de compatriotas sumidos en la pobreza e indigencia.

Macri ha dicho que las reformas salen sí o sí. No tengamos dudas, lo que no surja del consenso lo van a sacar por DNU. Creyendo lo peor, casi siempre se acierta, nos enseñaba Francisco de Quevedo, en su obra “Migajas sentenciosas”.

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