Un político ya fallecido lo decía con sencillez a un grupo de obreros que estaban preocupados porque debían discutir paritarias con sus patrones y éstos argumentaban con complicadas formulaciones que no entendían: …”Si no entienden pidan les expliquen de nuevo mas claro, si la segunda vez tampoco entienden insistan, y si a la tercera finalmente siguen sin comprender tenga definitivamente claro que lo que ocurre es que los quieren jorobar y explican en difícil precisamente para que ustedes no entiendan”
Dicho esto pasamos a intentar explicar en forma sencilla como funciona el dólar norteamericano como divisa internacional. En agosto de 1971, Richard Nixon, ante la evidencia que los dólares emitidos por su país superaban ampliamente las reservas de oro que presuntamente los garantizaban declaró unívocamente el fin de la convertibilidad de esa moneda, a partir de ese momento quien fuera con billetes verdes a algunos de los bancos que ofician de Reserva Federal en ese país ya no obtendrían oro metálico a cambio.
Ahora imaginemos por un momento que Entre Ríos comienza a emitir nuevamente su moneda, los Federales (o Corrientes los SECACOR, etc.) y que por alguna razón los europeos deciden recibirlos a la par en pago de los bienes que producen. Y que no solo eso, que tanto gobierno como ciudadanos de la Comunidad resuelven que los Federales son una buena moneda para ahorrar y comienzan a acapararlos en sus colchones.
A partir de ese momento el gobernador de Entre Ríos, y solo a modo de ejemplo, podría hacer una consulta pública entre los ciudadanos de la provincia y preguntarles: ¿Quién quiere un BMW? ¿Quién quiere un Mercedes Benz? ¿Quién quiere un Audi? Hecho el relevamiento, que por ejemplo dé unos 350.000 vehículos, hablar a Alemania, enviar los Federales correspondientes y recibir y repartir entre los felices ciudadanos de su provincia los vehículos. Acto seguido hacer una nueva consulta de otra cosa que sus gobernados deseen y proceder de la misma forma y así todas las veces que se plantee un deseo o una necesidad de consumo, total el costo de las adquisiciones solamente será el costo del papel y la tinta para imprimir los Federales. Recordemos que los alemanes inmediatamente de recibidos (a los Federales) los meterán debajo del colchón para cuando sean viejitos.
A esta altura alguno podría pensar que el escriba es medio tonto o en todo caso tiene una imaginación descontrolada, sin embargo el ejemplo planteado es nada más y nada menos que lo que ocurre con un país en la actualidad.
Estamos hablando de EEUU y pasamos a explicarlo: desde hace décadas este país compra bienes a otros países y también les vende, pero no en cantidades equivalentes; todos los años, mes a mes, compra en el exterior más de lo que vende, en la actualidad, una cifra promedio de unos 50.000 millones de dólares mensuales, algo parecido a 600.000 millones de dólares al año, dólares más, dólares menos. ¿Y porque lo puede hacer? Porque ese dinero lo acopian los gobiernos de la mayoría de los países para sus transacciones internacionales y los ahorristas particulares para cuando sean viejitos.
Ahora pensemos lo que significaría que eliminásemos nuestra moneda y que establezcamos el dólar estadounidense como única moneda de curso legal en Argentina.
Todo lo que produce Argentina en un año, o sea nuestro PIB, fluctuaciones del dólar mediante, es de unos 500.000 millones de esa moneda. O la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, el lugar donde se comercializan las acciones de las principales empresas de nuestro país, su valor de capitalización en 2017 era de 80.000 millones de dólares. O el valor de nuestra Pampa Húmeda, que si la cuantificamos en sesenta millones de hectáreas a un valor promedio de, por ejemplo, 3.000 dólares por hectárea, tendría un valor global de 180.000 millones de dólares.
Contrastando esas cifras solamente con el déficit comercial anual de EEUU, podemos concluir que si ese país lo decidiese podría comprar nuestra Pampa Húmeda o nuestra principal Bolsa de Valores con el solo trámite de hacer andar la impresora de billetes hasta cubrir esas cifras. Si tomasen la decisión política de hacerlo nada ni nadie se lo impediría.
Y a su vez localmente la economía se partiría en dos sectores: uno minúsculo, que actualmente está en manos de empresas extranjeras que exporta bienes y cobra dólares y otro absolutamente mayoritario, donde estamos 99,9% de los argentinos, que no tenemos acceso directo a esa moneda. Tendríamos que depender de los tenedores de dólares, como vimos una minoría y de los EEUU, para conseguirlos, ambos pondrían el precio que querrían a nuestro trabajo, nuestros bienes y ya sabemos que cuando ese ocurre en el mundo moderno no te dejarán ni las migas del mantel.
Adoptar el dólar como moneda de curso legal de nuestra economía significaría la enajenación total y definitiva de todo nuestro patrimonio común como país y esclavizar nuestra fuerza de trabajo.
Sería el fin de nuestra historia como Argentina. Nada más y nada menos.