En su testimonio, Yhoni contó que los primeros días de febrero la madre de los niños asesinados que está imputada por ese crimen, llegó al COPNAF a pedir ayuda.
El relato de la operadora de ese organismo dedicado a la defensa del niño y la familia, no solo ayuda a comprender mejor que Zapata está lejos de ser cómplice de asesinato, sino que desnuda el comportamiento de otro organismo del Estado que pudo haber ayudado a evitar esa tragedia si actuaba con diligencia.
En su testimonio Yhoni contó que cuando el psicólogo (no dio el nombre del mismo) le aconsejó que no acompañara a Zapata, quien en ese momento era una víctima que iba a denunciar y pedir ayuda, a hacer la denuncia policial y que dejara que fuera sola a hacer ese trámite. Yhoni recordó que entró y les dijo “si llega a pasar algo, vamos todos presos”.
Es que, Yhoni había escuchado que Zapata casi le imploró que “no quería volver a ese calvario”.
Además aportó el dato que la médica Piana que atendió el parto de Zapata en el hospital, le contó que efectivamente, Zapata le había contado que el marido le pegaba y que tenía signos de esos golpes en su cuerpo.
Otra cuestión que Yoni ayudaría a probar es que cuando fue a la casa del horror, Zapata estaba “controlada”, no podía hablar ya que de hacerlo se podía enterar su marido.
También ofreció su testimonio una vecina que refrendó varios de los dichos de Zapata en cuanto a las golpizas y a lo ocurrido con Rodrigo el nenito de 7 años asesinado por Alvarez. Antes de su fallecimiento apareció con él en los brazos y el nene casi no podía respirar de la golpiza que había recibido, estaba ahogado y ella dijo que le habían pegado en la calle porque había robado una bicicleta. En rigor, lo que la mandó a decir Alvarez para ocultar el horror.