Distribución del ingreso, de la palabra y del conocimiento

Distribución del ingreso. Una distribución más justa del ingreso es un objetivo irrenunciable del modelo económico implantado en 2003. Las políticas de distribución no son simples y dependen de diversos factores: empleo, salario, educación, patrimonio, tamaño de la familia, transferencias de fondos estatales, servicios públicos, infraestructura económica, social y cultural.
Los progresos logrados desde 2003 son impresionantes. Desde entonces se crearon 5 millones de nuevos empleos (el desempleo disminuyó del 20,4% en 2002 al 7,3% en 2011); el trabajo “en negro” bajó del 49% en 2003 al 36% en 2010; se incorporaron al sistema de previsión social 2,4 millones de personas que no tenían aportes jubilatorios suficientes; la Asignación Universal por Hijo cubre a 3,6 millones de niños y jóvenes, hijos de desocupados y de trabajadores “en negro”; en 2006 se recuperaron los salarios reales anteriores a 2002; las jubilaciones se reajustan dos veces por año.
Como resultado de todas esas conquistas, se produjeron signos inconfundibles de mejoramiento en la distribución del ingreso. La participación de los asalariados en el ingreso trepó del 34 al 48% entre 2002 y 2011. Otro indicador es la relación entre lo que ganan los más ricos y los más pobres; si se consideran los ingresos per cápita familiares en el total de aglomerados urbanos, en 2002 el 10% más rico ganaba 20,0 veces más que el 40% más pobre; y en 2011 esa diferencia se acortó a 8,7 veces (Fuente: Cepal). En otra medición, si se examina la diferencia entre el ingreso medio per cápita familiar del 10% más rico y el 10% más pobre de los hogares, en 2003 era de 40 veces y en 2011 de 19 veces (Fuente: Indec).
Es evidente que todavía falta un largo camino por recorrer; pero también que la redistribución del ingreso registrada en tan poco tiempo es impresionante.
Distribución de la palabra. La distribución de la palabra es indispensable para viabilizar la distribución del ingreso. La mayor homogeneidad social, la industrialización, la construcción de un Estado de Bienestar no son cosas que surjan de modo espontáneo, por acción divina o funcionamiento de “manos invisibles”, sino que son el resultado de una pluralidad de discursos políticos que les dan legitimidad y proyección. De allí el pensamiento de Perón, para quien “la justicia y la verdad son del orden de la persuasión”: sin distribución de la palabra no hay distribución del ingreso posible en el tiempo, ni discusión democrática sobre proyectos, hechos y personas.
Lo que le queda de hegemonía al establishment es posible gracias al enorme poder económico y financiero que acumula, tanto como a la tarea permanente y obstinada que han cumplido los principales medios de comunicación, como parte importante de las corporaciones económicas. En ciertos casos clave, ya no emiten opiniones razonadas sobre una situación política o económica determinada, sino que defienden de modo directo el interés económico de los grupos empresarios de los que forman parte. Así, el director de diario que apoyaba ideas y derechos, se transforma en el empresario
que pugna por aumentar sus ganancias (por supuesto, sin que lo sepan sus lectores).
Otro hecho político de trascendencia es que frente a la declinación de los partidos políticos de oposición, los principales medios de comunicación adversos al Gobierno han asumido la dirección de la oposición y le dictan cuáles son las posiciones que debe sostener. De allí que ahora los medios de comunicación del establishment juzguen negativamente a los actores políticos porque fracasaron en su tarea.
Frente a esta situación, en la que los principales medios de comunicación ejercían –y todavía ejercen– una posición dominante, era necesario dictar una ley que distribuyera la palabra con mayor equidad. Para ello se sancionó la ley de regulación de los medios de comunicación audiovisual, que pluraliza las emisiones de radio y televisión. Ante todo, divide por tercios las emisoras: públicas y privadas con y sin fines de lucro.
Así se facilita el conocimiento público de todas las posiciones y termina el papel pasivo del sector comunitario. Hoy la casi totalidad de la información proviene de los medios mercantiles, que no tienen rostro y venden símbolos y ficciones, guiados por el marketing, el rating y los intereses económicos y políticos de sus dueños. Transforman los símbolos en eslóganes y los repiten hasta el hartazgo. Son funcionales a
grupos económicos voraces y a un inmovilismo conformista.
Frente a esta situación, la nueva ley reconoce a lo público, integra a lo social y regula el mercado. Constituye una clara definición de la recuperación de la política a través de la rehabilitación de la opinión pública. La distribución de la palabra posibilita que cada uno argumente en libertad su verdad relativa, que de eso se trata la política.
Distribución del conocimiento. El conocimiento -en el sentido de noción, ciencia, sabiduría-, será uno de los ejes de la civilización del siglo XXI.
Su difusión marcará el grado de justicia, democracia y productividad que tendrán las sociedades. Los regímenes aristocráticos y oligárquicos son un claro ejemplo de exclusión del conocimiento de la mayoría de la población.
El conocimiento es la aproximación a la verdad de las cosas gracias al entendimiento.
Pero si entendimiento y verdad están disociados (es decir, si la idea que se tiene de las cosas no corresponde a la realidad), se cae en el error o la ignorancia; ello puede ocurrir en cualquier actividad. En el ámbito político, la difusión del conocimiento es el pilar de un sistema de inclusión social; y en el sentido inverso, la multiplicación de la ignorancia es un ingrediente fundamental de los procesos de exclusión y de dominación. Durante siglos la actividad política fue un monopolio de los grupos hegemónicos de cada sociedad; con la revolución francesa comenzó la influencia de la burguesía; y en el siglo XX empezó a gravitar el pueblo.
En la difusión del conocimiento, el gobierno ha dado varios pasos fundamentales, referidos a la enseñanza secundaria y universitaria. Ahora, los alumnos de las escuelas públicas secundarias, cualquiera sea su origen social, se igualan en el acceso a la información y a la cultura con el programa Conectar Igualdad; dentro del período 2010-2012 se entregarán netbooks a cada uno de los 3 millones de alumnos de la educación secundaria pública.
En la educación superior, en
los últimos años se crearon cinco universidades en el conurbano bonaerense, que se sumaron a las siete ya existentes. Así se da acceso a la universidad a una multitud de jóvenes que jamás hubieran podido llegar a ella. De tal modo, la calidad de profesional, que caracteriza a los grupos dirigentes de la política, de la sociedad civil y de las empresas, ya no será el monopolio de quienes hayan podido llegar a la universidad porque gozaban de ingresos medios o altos; la casi totalidad de los 150.000 alumnos de las universidades del conurbano, es la primera generación en sus familias que llega a la Universidad.
La profundización del modelo. En la vigorosa acción realizada por el Gobierno para lograr la inclusión social, sobresalen las distribuciones del ingreso, de la palabra y del conocimiento, que pueden ser simbolizadas por tres resultados: primero, los asalariados llegaron al 48% del ingreso total; segundo, se rompió el monopolio
de la comunicación de televisión y radio; y tercero, ya se distribuyeron casi 2 millones de netbooks en los alumnos secundarios de escuelas públicas y se crearon cinco universidades más en el conurbano bonaerense.
Los tres aspectos de la redistribución referidos están articulados y se realimentan recíprocamente; por ejemplo, la redistribución del ingreso permite mayor acceso al conocimiento; y el mayor conocimiento repercute en mejores salarios; a su vez, la redistribución de la palabra mejora el conocimiento y crea opinión a favor de las redistribuciones. Esto se llama profundización de un aspecto importante del modelo.

Entradas relacionadas