Consultado respecto del hecho como caso testigo de una problemática recurrente en la ciudad, el psicólogo Pablo Larroca, titular del programa de violencia familiar y de género del centro de fortalecimiento social, opinó que “por una lado hay una cuestión cultural en una familia porque la madre posiblemente quedó embarazada a la misma edad, y entonces está culturalmente aceptado y no lo perciben como un problema, pero antes de que esto suceda la menor atraviesa diferentes organismos públicos y privados también, que están en la obligación de denunciar un caso de abuso o sometimiento de una menor, una menor de 13, 14, 15 años no puede estar embarazada y hay que dar aviso” afirmó el profesional como primera medida destacando que en caso de ser mayor de edad la pareja, se estaría ante un abuso.
Por otra parte, Larroca se refirió a la violencia psicológica que muchas veces no puede ser advertida como tal por la victima, pero que deja incluso marcas más profundas que la violencia física; “Lo que tiene de particular la violencia psicológica es su perdurabilidad en el tiempo, por eso la persona a pesar muchas veces de haber una exclusión del hogar del victimario, sigue sintiendo miedo, sigue sintiendo que puede estar equivocada o se siente muchas veces arrepentida, pero es justamente por esa manipulación psicológica que ha logrado el victimario sobre esta persona y se da eso de considerar al otro como un objeto de su pertenencia, del cual el agresor hace uso y abuso de la otra persona, y que tiene que ver con un avasallamiento que se ha dado desde la posición de poder del hombre, que se ha corrido en los últimos años y que hace muchos años se viene intentando correr, pero que aún sigue estando muy impregnado esto en el hombre” apuntó.
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Como parte de la intervención estatal suscitada a partir del hecho policial, el Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia, acordó con la madre de la menor que la víctima se mudara a vivir con su abuela, acompañada de todo el grupo familiar (madre, hermanas) ya que si bien se dictó la exclusión del hogar del joven, éste vive en el mismo barrio que la víctima. Además, se remitió a la Dirección Departamental de Escuelas el caso de la niña-madre, que había abandonado sus estudios secundarios, al parecer por imposición de su ex pareja.
Como relatara Lorroca, lograr que la víctima se independice definitivamente del agresor no es cosa fácil e incide en esto, el estado psicológico de la víctima y el nivel de violencia psicológica que hubiera recibido. “Hay una dificultad en la persona que siendo maltratada, golpeada he insultada, sostiene esa relación, eso dice algo de esa persona, y es que hay alguna cuestión psicológica a tratar que no puede desprenderse de una relación que está siendo tortuosa, y que muchas veces se da porque el maltrato de mayor magnitud es el maltrato psicológico, y se llega a casos donde la propia víctima se termina convenciendo que es su culpa por haber ido a visitar a su madre sin pedirle permiso a la pareja por ejemplo”.
VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO Y LOS MITOS QUE RODEAN AL AMOR
Por Alejandra País Andrade*
Lo que le pasó a Milagros, lamentablemente no es un hecho aislado pero si es un disparador para que la Ciudad de Concordia no olvide seguir reflexionando acerca de la violencia de género.
A pesar de los cambios y las leyes que han visibilizado en las últimas décadas la desigualdad que existe entre varones y mujeres seguimos siendo víctimas de hechos horrorosos y crueles que sitúan a la mujer en inferioridad de condiciones en relación a los varones.
Justamente son esas relaciones de poder naturalizadas las que generan violencia de género. Estas relaciones entre hombres y mujeres no son simétricas. Las mujeres quedan en inferioridad de condiciones frente a los hombres.
En general, son las mujeres adultas las que han comenzado a denunciar la violencia física, psicológica, económica, etc. a las que han estado sometidas por sus parejas y/o ex parejas. Sin embargo, quiero subrayar, pensando en Milagros, que muchas de las mujeres que atraviesan por situaciones de violencia conyugal, recuerdan que desde el noviazgo atravesaron episodios violentos. Estas mujeres señalan que en ese momento los pasaron por alto, que no se imaginaron las situaciones que vivirían después y que no se dieron cuenta de que estaban siendo víctimas de violencia en sus noviazgos.
Debemos entonces prevenir a nuestras juventudes, informar, seguir instaurando y profundizando estos debates en la sociedad en general, para que las mujeres se reconozcan como actores sociales y conozcan, y hagan valer sus derechos; así serán capaces de romper con las diferentes formas de violencia de las cuales han sido objeto a lo largo de la historia y de modificar las situaciones de avasallamiento de sus derechos. Asimismo, para que los varones se reconozcas como seres humanos capaces de amar y cuidar (sin someter) a otros y otras en un mundo donde la igualdad y la equidad es posible para todos/as.
Por eso es que en esta oportunidad quiero referir a los “Mitos” en relación al Amor que hacen que estas situaciones sean pasadas por alto en las juventudes actuales a la hora de “enamorarse”.
En primer lugar, sepamos que frente a todas las formas de abuso, es frecuente que tanto las mujeres víctimas de violencia como testigos y personas allegadas intenten explicar o justificar la actitud violenta pronunciando frases que son repetidas por el resto de la sociedad de tal manera que terminan por ser consideradas “verdades” por todos y todas. Por esto es que las madres y los padres debemos estar atentos y acompañar (sin invadir) los noviazgos de nuestros/as hijos e hijas.
Los supuestos y creencias falsas que se van transmitiendo culturalmente de generación en generación en vínculo a lo que consideramos que es amarse y que hacemos verdaderos, es lo que llamamos mitos. Por lo tanto, para comprender la violencia de género desde el noviazgo es necesario cuestionar los mitos y así desentrañarlos. No considerarlos como verdades y seguir difundiéndolos, sino más bien evitar que se sigan extendiendo, esclareciéndolos y promoviendo su falsedad.
Es un Mito cuando se cree que en el amor las siguientes situaciones son “normales” :
Por ejemplo, el novio decide por su cuenta, sin consultar o pedir opinión; piensa que las mujeres son inferiores, y deben obedecer a los hombres; se irrita y tiene estallidos de enojo exagerados; descalifica, desvaloriza la palabra, ideas y acciones de su pareja; obliga a la novia/esposa a realizar cosas que ella no desea hacer; acusa a su novia/esposa de vestirse o maquillarse provocativamente; acusa a su novia/esposa de estar, hablar, salir o coquetear con otros hombres; revisa el celular, el facebook, aparece de sorpresa (como un gesto de amor) permanentemente en la puerta de la escuela/trabajo/casa de amigas/os enojándose si ve algo que le parece “raro”.
Cuando el otro/a nos dice: “no puedo vivir sin vos, si no nos casamos me suicido, o te mato”; cuando lo que hacemos en diferencia con nuestras parejas las vivimos con culpa (estudiar, trabajar, tener amigos/as, decidir solos/as); Cuando los varones suelen decir que sienten lástima hacia las mujeres; amenazan con abandonarla si no cumple con sus deseos; cuando la va transformando en una persona poco sociable, que se aísla, que se ofende, cuando el varón es seductor con todos, pero a la mujer la trata con crueldad.
Ante esto es necesario que comencemos a generalizar esta prevención ya que es preciso que las mujeres:
• Aprendan a poner límites.
• Se valoricen a sí mismas.
• Conozcan y ejerciten sus derechos humanos y ciudadanos.
• Aprendan a decir que NO.
• Reconozcan situaciones de maltrato.
• Afiancen las propias ideas, para defender valores como la autonomía y la no discriminación.
*Doctora en Filosofía con especialización en Antropología, investigadora del CONICET