Vive en el mismo barrio desde que nació, en Castelar, provincia de Buenos Aires. No le gustan las fotos, aunque su preocupación por la estética sugiera lo contrario. No tiene cuenta de Twitter y casi no se la ve en televisión. Así de simple es Juliana Di Tullio, la diputada que en junio de 2013 asumió la presidencia del bloque del Frente para la Victoria y desde entonces moldeó un perfil sereno, pero a la vez polemista.
Di Tullio recibió a Parlamentario en las oficinas que el oficialismo tiene en el tercer piso del Palacio Legislativo, en medio de las dudas que recaen sobre el longevo juez de la Corte Suprema de Justicia Carlos Fayt. Con el camino marcado hacia el juicio político, la diputada apunta a la “doble moral y la hipocresía de la oposición”, que “en un pasillo dice que esto es de sentido común y un riesgo para la República, y después frente a las cámaras dice otra cosa”.
“No es voluntad del bloque ni de la Comisión de Juicio Político ni del Gobierno nacional destituir a ningún juez”, garantiza la legisladora, aunque cuestiona la acordada “absolutamente irregular” que permitió la reelección de Ricardo Lorenzetti. “El poder del Máximo Tribunal a mí me estremece, porque no tienen límites”, confiesa.
En ese contexto, considera “un bochorno” y “una vergüenza” la negativa de la oposición a completar una Corte que “funciona a medias”, mientras el pliego de Roberto Carlés sigue planchado en el Senado. Y defiende a Amado Boudou de los pedidos de juicio político, al denunciar que “ha habido un linchamiento mediático y un juicio previo sobre el vicepresidente”.
– La oposición sostiene que apuntan a Fayt porque es el blanco más débil, cuando en realidad lo que pretenden es un “asalto final” a la Corte. ¿Cómo responde a estas acusaciones?
– Lo primero que cabe es una reflexión sobre la doble moral y la hipocresía de la oposición, que en los pasillos o cuando vos hablás sobre el tema dicen que es una situación no sólo inusual, sino que además no corresponde, con un juez de la institución más importante del Poder Judicial. Lo dicen opinando lo mismo que nosotros opinamos libremente hacia afuera, y después tienen una actitud absolutamente contraria. La política debe preocuparse por esta situación, y sobre todo las cámaras legislativas. Según la Constitución nacional, a la Cámara de Diputados le toca el rol de acusadora, y al Senado el rol para juzgar. Por eso remarco la hipocresía, donde todos escondidos o en un pasillo dicen que esto es de sentido común y que es un riesgo para la República, y después frente a las cámaras dicen otra cosa. No es voluntad de este bloque ni de la Comisión de Juicio Político ni del Gobierno nacional destituir a ningún juez. Nosotros nos hacemos cargo de esta situación, que es única en Argentina y en el mundo. No hay antecedentes de que un hombre ocupe tan alto cargo a la edad que (Fayt) tiene, sobre todo teniendo un promedio de diez mil casos al año para resolver. Ya la Corte no está completa, y una Corte incompleta es una deformación del buen funcionamiento de uno de los tres poderes del Estado, porque está pensada para estar formada por cinco miembros (una ley votada incluso por la oposición), cinco pensamientos diferentes que devengan de diferentes variantes del derecho. Hoy eso no existe en la Corte. Hay cuatro miembros, de los cuales uno acude muy poco. Lo de la semana pasada me pareció una escena forzada y muy penosa. No sólo hay presión mediática, sino que montaron una realidad que no existe. Nosotros no tenemos ninguna intención de destituir al juez, sino de que todos los bloques políticos veamos en qué estado está. El Poder Judicial no se puede controlar a sí mismo, la Constitución le manda eso al Poder Legislativo, entonces hay que hacerse cargo de las situaciones cuando existen. Esto es una realidad que existe, le guste o no a la oposición y a los medios hegemónicos.
– Si este “proceso investigativo” arroja resultados desfavorables, ¿pedirán el juicio político?
– Ese es el camino. Cuando vos tenés rumores, lo que tenés que tener son certezas, y para tener certezas hay que poder pedir medidas de prueba. La Comisión de Juicio Político fue muy prudente a la hora del tratamiento de la cuestión. Primero, por la trayectoria del juez, que está siendo evaluado en sus aptitudes actuales, no en las anteriores. Digo esto porque hemos escuchado decir “el año pasado tenía 96 y a ustedes no se les ocurrió”. No es que no se nos ocurrió, sino que sus capacidades estaban intactas; uno lo veía, bajaba del edificio de su casa, hablaba con los periodistas, todo el mundo lo veía, él participaba de las acordadas, le hacían reportajes y él contestaba con una lucidez que demostraba plena y públicamente. Hoy nadie sabe si está bien. Los que vimos las imágenes no hemos podido ver a un hombre que tenga su capacidad intacta. Hemos visto imágenes de un hombre de 97 años. Es más: yo creo que esas imágenes se tomaron porque alguien lo obligó a salir para enmendar una cuestión muy irregular de la Corte, que fue esa acordada donde Fayt no estuvo y le hicieron decir cosas que no dijo. Si no hubiese sido así, no hubieran forzado la acordada de la semana pasada. Hay un poder, que es el del Máximo Tribunal, que a mi me estremece, porque no tienen límites.
-¿Cómo recibió entonces esta reelección de Lorenzetti?
– Él está en todo su derecho, siempre y cuando sea en el tiempo que corresponda. La pregunta es por qué Lorenzetti se reelige un año antes. A mi no me bastan las explicaciones de la semana pasada, porque él es presidente de hecho hasta que se le vence su mandato. Es como si Cristina no pudiera ser presidenta ni interlocutar con nadie porque el 10 de diciembre se le vence el mandato. Es ridículo… Ese no es el funcionamiento correcto de las instituciones ni de la República que ellos mismos dicen defender. Es inexplicable. La acordada fue absolutamente irregular y de hecho la Corte lo que hizo fue asumir que era irregular.
– Como bien señaló, hoy la Corte está funcionando con cuatro miembros, pero el pliego de Roberto Carlés está trabado en el Senado y las posibilidades de conseguir los dos tercios son casi nulas…
– Me parece absolutamente antidemocrático que la política haga una especie de “conjuro previo” al envío de cualquier pliego por parte del Poder Ejecutivo. Primero, porque ellos mismos votaron una ley por la que la Corte se compone de cinco miembros. La Corte tiene una lógica de cuerpo colegiado, como lo es el Poder Legislativo. Si son cinco miembros, la mayoría son tres. En este Congreso, cuando hay un diputado que renuncia asume el que sigue. En la Corte Suprema no puede existir una banca vacía, porque eso modifica las mayorías.
– ¿Pero qué va a pasar con el pliego?
– No sé qué va a pasar, pero esta negativa de la oposición me parece un bochorno, una vergüenza. El Poder Ejecutivo está haciendo lo que tiene que hacer y cumpliendo con la ley. El exministro (Raúl) Zaffaroni cumplió 75 años y renunció, y el Poder Legislativo está obligado a tratar ese pliego. Pueden no estar de acuerdo con determinada propuesta, pero decir “no vamos a aprobar nada que envíe el Poder Ejecutivo” es una aberración y un pésimo ejemplo institucional. Si parte del Poder Legislativo no cumple con las normas que ese mismo poder aprueba, ¿qué le puede decir al resto de los ciudadanos? Lo mismo con el Poder Judicial. Es un muy mal ejemplo por parte de la Corte un funcionamiento a medias, porque hoy la Corte parece reducida a tres miembros activos y uno que va poco. Esa es la realidad.
– Horacio Verbitsky puso en duda su concurrencia a la Comisión de Juicio Político y aseguró que la investigación sobre Fayt es ilegal. ¿Qué harán si no va?
– Verbitsky ha opinado sobre un procedimiento. Lo ha hecho políticamente y está en todo su derecho. No tengo nada que decir sobre eso, pero nosotros actuamos de acuerdo con lo que dice la Constitución nacional y el artículo 60 del reglamento de la Comisión de Juicio Político. Es decir, puede haber una opinión, pero el reglamento es una realidad insoslayable. Puede haber diferentes interpretaciones sobre el reglamento y de hecho las hemos tenido en esta cámara infinidades de veces, pero cuando la oposición participa del debate y pide la votación nominal como lo hizo en la Comisión de Juicio Político, lo que hace es convalidar todo el procedimiento.
– ¿Por qué volvieron a rechazar los pedidos de juicio político contra Amado Boudou?
– Primero porque son procesos judiciales. Es la Justicia la que está investigando un posible delito cometido por el vicepresidente de la Nación. Pero no hay un proceso concluido ni una sentencia. El derecho a la legítima defensa que pide garantizar la Constitución debería ampliarse, porque lo que ha habido es un linchamiento mediático y un juicio previo contra el exministro de Economía y actual vicepresidente. Lo han condenado sin haber terminado el proceso judicial. Está procesado y confirmados sus procesamientos, pero no hay sentencia firme. Si la hubiera, esto habría que hacerlo, pero no habiendo sentencia firme, la Constitución dice que es inocente.
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Di Tullio ya va por su tercer mandato consecutivo como diputada nacional. No se imagina en la gestión, pero afronta la difícil tarea de comandar un numeroso bloque donde no faltan las internas. Con discursos más encendidos y otros más opacos, la bonaerense es la encargada de cerrar cada debate legislativo y nunca falta la referencia hacia Néstor y Cristina Kirchner. Al ingresar a su despacho, lo primero que se ve en el pasillo es un enorme vidrio con las figuras de ambos fundiéndose en un abrazo; el mismo que aparece al lado con Juan y Eva Perón.
La diputada intenta no incomodarse cuando se le pregunta por Daniel Scioli y esquiva las críticas. Asegura que el gobernador bonaerense y el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, “son dos expresiones distintas del pensamiento político del peronismo y de este espacio en particular”. No obstante, remarca que “no hay uno solo que garantice la continuidad del proyecto” y augura que el kirchnerismo “ganará en primera vuelta”.
En otro orden, destaca que “es la primera vez desde la recuperación democrática que no se vive una situación de crisis al final de un Gobierno” y afirma, sin tapujos, que “la oposición ha hecho mucho esfuerzo por intentar que la política no sea la que dirima los intereses”. Asimismo, analiza que la baja de candidatos kirchneristas al estilo dominó es “una demostración de que la conducción política funciona”. Por último, opina que Máximo Kirchner “es uno de los mejores cuadros políticos” del país y deja las puertas abiertas a un eventual regreso de Darío Giustozzi tras la escandalosa partida del Frente Renovador.
– ¿Cómo analiza las declinaciones presidenciales en el kirchnerismo tras el mensaje de Cristina?
– Es una demostración de que la conducción política funciona, sobre todo cuando nosotros hemos construido durante todos estos años un proyecto colectivo. No caben los personalismos. Son gestos súper valiosos de todos los compañeros. Además, todos tienen la capacidad para hacer lo que su voluntad les indica. Tanto (Sergio) Urribarri como Agustín Rossi y Jorge Taiana, son excelentes cuadros políticos y en algún momento serán excelentes presidentes. No parece que ésta sea la última chance. Han demostrado su capacidad, uno como gobernador de la provincia de Entre Ríos y otro como cuadro político en todos los cargos que ejerció con responsabilidad, compromiso y militancia. Hablo de un jefe de bloque que durante siete años hizo un trabajo impecable y un ministro de Defensa que tiene probada gestión. En la provincia de Buenos Aires pasa lo mismo. Yo siento que todos los candidatos que han mostrado su voluntad de ser candidatos a presidente y a gobernador de la provincia de Buenos Aires serían excelentes en esos cargos. Lo que hicieron fue un gesto de humildad y demuestra la voluntad de seguir construyendo un proyecto colectivo.
– Aníbal Fernández tuvo gran apoyo del kirchnerismo en su lanzamiento a la gobernación bonaerense, ¿es el candidato de Cristina?
– Es un candidato en la provincia de Buenos Aires.
– ¿Máximo Kirchner debería ser candidato?
– Yo quisiera. Máximo no sólo es un gran cuadro, sino que es uno de los mejores cuadros. Ha tenido una formación privilegiada. Tiene lo mejor de Néstor y lo mejor de Cristina, y además tiene lo mejor de sí mismo. No es sólo una mezcla, sino que él tiene una mirada y una visión propias sobre el país, sobre el mundo y sobre las cosas que hay que hacer. Es un cuadro muy interesante. Públicamente se lo pudo apreciar en una entrevista que se le hizo hace no mucho tiempo y en el acto en Vélez. Lo que demostró, aunque hayan sido pocas veces, ha tenido mucho impacto.
– ¿A qué cargo debería postularse?
– A mí me encantaría que sea candidato, pero no puedo hablar por los deseos y decisiones de otros. Yo quiero verlo jugar, pero es una opinión personal, y yo no soy quien para decir dónde. No me atrevería a decirlo sobre nadie.
– ¿Les preocupa que el candidato que más mide en el kirchnerismo sea Daniel Scioli?
– A mí en lo personal no me preocupa en lo más mínimo. Yo estoy absolutamente convencida de que vamos a ganar, y en primera vuelta. Va a haber una interna muy interesante y competitiva entre dos expresiones de nuestro espacio político, me refiero a Daniel Scioli y Florencio Randazzo.
– ¿Cómo caracterizaría a estas “dos expresiones”?
– Son dos expresiones distintas del pensamiento político del peronismo y de este espacio en particular, que es el kirchnerismo. Históricamente, desde su mito fundante, el peronismo tuvo diferentes variantes, vertientes y pensamientos. No hay un pensamiento homogéneo, primero por su condición de movimiento, y segundo por su carácter frentista. A mí me causa mucha gracia cuando se habla del peronismo como un régimen totalitarista, lo que es viejísimo, pero ahora, después de muchos años se lo vuelve a escuchar. Son expresiones viejas y peligrosas, porque además en nombre de eso han derrocado a un Gobierno popular. Es muy desacertado y desatinado creer que el peronismo es uniforme y homogéneo. El peronismo y el kirchnerismo para mi son lo mismo. Si vos me preguntás a mí quién soy, yo soy peronista, y nadie puede dudar de quién es mi jefa política. La riqueza está en la diversidad de pensamientos y también en la forma de ejecutar las políticas. Lo que sí nos une es el mismo proyecto político y una historia común. Esto nos une a todos. La garantía somos todos. No hay uno solo que garantice la continuidad del proyecto. Es el conjunto, y no solo hablo del conjunto de los cuadros políticos visibles que este espacio ha tenido en estos doce años, sino que estoy hablando del pueblo que acompaña a este proyecto político. El que garantiza la continuidad del proyecto es el pueblo, y dentro de ese pueblo los dirigentes. No hay uno solo que garantice; sí hay una sola que conduce, y en este caso es Cristina.
– ¿Qué le pareció la presencia de Scioli, Massa y Macri en el programa de Marcelo Tinelli?
– No miro televisión, no estoy acostumbrada, así que no podría opinar sobre el tema.
– ¿Existe la famosa “grieta”? ¿Hay una sociedad dividida entre kirchneristas y antikirchneristas?
– Todo el mundo tiene derecho a tener posiciones políticas. Una de las cosas que más me gusta de los últimos años es haber devuelto a la política su rol central, que es dirimir los conflictos y los intereses que se juegan siempre, no sólo en una Nación ni en un país, sino en un país inmerso en una región dentro de un mundo. Uno toma posiciones filosóficas frente a la vida, y esas posiciones tienen correlato en la política. Una de las cosas más interesantes de los últimos doce años es haber revalorizado el rol de la política. Venimos de la crisis de 2001, del “que se vayan todos”, o sea “que se vaya la política”. Hoy eso es un fantasma, aunque la oposición ha hecho mucho esfuerzo por volver a intentar que la política no sea la que dirima los intereses. En los últimos años yo he visto a la oposición equivocarse, como en el caso de Fayt. Ubicaron a las corporaciones por encima de la política, cuando la vida democrática de un país es al revés. Es la política la que dirime los conflictos y los intereses que hay en un país. Es la política la que se somete a elecciones. Somos los poderes democráticos los que nos sometemos al voto popular. En los últimos años hubo un intento de volver a un esquema viejo, donde la política es conducida por las corporaciones.
– Se cumplen doce años de Gobierno kirchnerista, ¿qué replanteos se hacen? ¿Cuáles son los problemas que deberá afrontar la próxima gestión?
– Todavía hay mucho por hacer. Doce años no alcanzan para reconstruir un país. Nosotros veníamos de la destrucción, de la debacle y de la crisis más profunda. Tardaron 50, 60 años en destruir a la Argentina, y no se reconstruye en doce años. Pero yo no veo capacidad en otro espacio político para que haga lo que falta. Yo miro para atrás todo lo que hemos hecho; algunas cosas nos salieron más o menos, otras nos salieron más o menos mal, otras hubo que corregirlas varias veces y otras nos salieron fantásticas. Pero la evaluación es infinitamente positiva. Esto no lo duda nadie, sino la imagen de la presidenta no sería la que fue. Los más grandes detractores de este Gobierno han ganado muchísimo más dinero en estos doce años que en anteriores. Pero si vos mirás para atrás y ves la cantidad de cosas que hemos hecho, pensás todo lo que podría seguir haciéndose. Desde la recuperación democrática, la Argentina siempre ha tenido cambios de gobierno en situaciones de crisis. Ahora, es la primera vez desde la recuperación democrática que no se vive una situación de crisis al final de un Gobierno. Vos vas a ver a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner gobernando hasta el 10 de diciembre como lo hizo desde el primer día. Esto da una certeza de que la Argentina puede cambiar definitivamente la historia, de que no tiene que tener ciclos de vaivenes insoportables, ir del cielo al suelo. Se puede reconstruir un país, pero los únicos que podemos hacer eso somos los que estamos en este espacio político y sobre todo quien nos conduce.