La inocente víctima aceptó el ofrecimiento y acompañó al sujeto hasta la precaria vivienda donde, al ingresar, fue rápidamente reducido por el tal Pipi , quien lo ató a una cama. Tras ello, y mientras todo lo que ocurría era observado al parecer por una mujer que ya se encontraba en la vivienda cuando llegaron a ella, el sujeto lo despojó de todas sus ropas y procedió a violarlo. Finalmente y tras amenazar de muerte al pequeño para que no dijera a nadie de lo que había ocurrido, dejó ir a la pequeña víctima. El silencio del menor duró tres días hasta que, totalmente abrumado, le confesó a su madre lo que le había pasado.