Dicho esto, Gaioli remarcó que “la criatura nació con parálisis cerebral”, por lo cual descartó que se trate de un neto caso de desnutrición.
Incluso, el intendente de Hernández indicó que la familia de la niña contaba con asistencia social dada su precaria situación. En ese marco, comentó que la madre es beneficiaria de un Plan de Jefe y Jefas de Hogar Desocupado; el padre cuenta con obra social y posee recibo de sueldo porque es empleado rural; la familia recibe los bonos del Programa Alimentario Familiar (PAF), y los beneficios de Programa de Refuerzo Alimentario Focalizado (PRAF) y el Programa Garrafa Social. Es decir, “desde el Estado, sea municipal o provincial, siempre se asistió”, remarcó.
El presidente comunal explicó además que “subsidiado por el Consejo del Menor, el municipio tiene un convenio por el cual tres profesionales integran un área de Acción Social que durante los ocho años de gestión que lleva esta administración municipal, intervino en gran parte de la vida de la niña”. Si bien el padre cuenta con recibo y obra social, desde el municipio se le ha dado ayuda económica y asistencial porque es una familia muy numerosa.
Precisiones de Legascue
Por su parte, el secretario de Salud, José María Legascue, explicó que “si bien uno de los signos que tenía la criatura era de desnutrición, evidentemente el daño se originó en el comienzo mismo de la vida de la niña: sea en el momento del parto por falta de aporte de oxígeno, por una maniobra obstétrica o por algún otro tipo de inconveniente”.
Legascue tampoco descartó que los daños neurológicos que padecía la chica fueran secuelas de problemas en el embarazo de la madre como rubéola en los primeros meses o por causas congénitas.
En síntesis, “la parálisis cerebral es una patología que tiene un nombre específico que se llama enfermedad de Litlittle”, y lo cierto es que esta niña “arrastró el problema durante más de diez años y llegó a un estado de involución o de deterioro físico que resultó incompatible con la vida”, dedujo el funcionario.
En este sentido, explicó que “estos chicos no necesitan tratamientos complejos o de altos costos, sino una asistencia familiar extremada porque están postrados y con serios problemas de adición y dicción”.
Por lo cual, el funcionario recordó que el caso está en manos de la Justicia bajo la figura de abandono de persona o falta de cuidado familiar, y relató que “la niña llegó al Hospital San Roque el jueves 15 de febrero e ingresó directamente a la unidad de terapia intensiva infanto-pediátrica. Allí se la trató, hidrató, compensó y estabilizó clínicamente al punto que el domingo se la trasladó a la sala común”, acotó.
No obstante, el martes a la tarde se descompensó, y si bien se trató de estabilizarla, la niña ya tenía escasa respuesta a cualquier tratamiento médico. Incluso, “de acuerdo a los dichos del director del Hospital, hubo un pedido expreso de la madre de no encarnizarse terapéuticamente porque las posibilidades de vida eran realmente nulas”, aseguró finalmente Legascue.