La primera es la devaluación del peso, que acumula en el mes un porcentaje de depreciación casi idéntico al de todo el resto del año, algo que no fue trasladado todavía a los precios de los combustibles.
El dólar es un elemento crucial para las petroleras, un sector integrado por YPF, Axion, Shell, Oil y Petrobras, principalmente. Las empresas compran el petróleo en pesos, pero al tipo de cambio que estipula el Banco Central. De manera que la devaluación obliga a las empresas a juntar más pesos para pagar la misma cantidad de crudo.
Cuando las empresas aplicaron la última remarcación, la moneda norteamericana cerró a $ 17,45, pero ayer se necesitaron, al final del día, $ 19,46 para hacerse de un dólar, es decir, 11,52 % más.
Las naftas y el gasoil, en cambio, se pagan en la moneda local. La explicación de las empresas es sencilla: deben aumentar los precios para hacerle frente a la factura por la materia prima.
El crudo en sí mismo es otro punto, tanto para las empresas como para el bolsillo de los consumidores, dado que es la principal materia prima para producir naftas y gasoil. Representa aproximadamente el 80 % de los costos de una petrolera, y subió en las últimas semanas, de manera que le pone aún más presión a los precios en el surtidor.
Otros elementos que tallan en la composición de los precios de las naftas y el gasoil son los biocombustibles. El valor lo fija el Gobierno.
Antes del retoque de principios de mes, el precio de las naftas había caído 1,5 % por una baja en el bioetanol dispuesta por el Ministerio de Energía, a cargo de Juan José Aranguren, que luego dio marcha atrás con la medida. Tras los cambios que dispuso el Gobierno, salvo por los biocombustibles, el valor de las naftas es libre en la Argentina.