Del odio en Plaza de Mayo al fraude imposible de Elisa Carrió

Una vez instalado el tema en las redes llegó el salto a la televisión abierta. En un memorable show junto a Diego Leuco , Carrió insistió con que “hubo muchos problemas de fiscalización y mucha trampa” y entre los culpables incorporó a una nueva especie, “la de propios sectores que estaban en Cambiemos y que después se fueron”, sin que nadie le pida que identifique alguno. Para hacer más convincente su discurso, agregó enfáticamente que “ya me pasó a mí en 2007, Cristina me robó la elección, esto está claro para todos”.

El ejemplo tampoco fue cuestionado por el conductor de “Ya somos grandes”, pero no resultaba muy creíble. CFK sacó en esa elección 8.654293 votos, casi el doble de los 4.403.642 que alcanzó Carrió. En línea con sus declaraciones actuales, apenas cerradas las urnas su vocero de entonces, Adrián Pérez (casualmente el mismo que este año le dio el conteo a Smartmatic), aseguraba en 2007 que “había escenario de ballotage”. Y Lilita se negó a reconocer la derrota hasta muy pasada la medianoche y nunca llamó para felicitar a la ganadora. Al día siguiente, recibió exultante a este diario (por entonces todavía le daba reportajes, una costumbre que abandonó apenas se sumó al oficialismo republicano) y sin hacer referencia a fraude alguno aseguró que “la Coalición Cívica va a ser gobierno en 2011. Ya está”, una muestra más de sus condiciones de pitonisa.

Pero no solo hacen agua los ejemplos del pasado. También se ahogaron las “denuncias” sobre los telegramas truchos. Consultados sobre el tema, el equipo de Innovación de Chequeado, insospechado de cualquier simpatía peronista, corroboró que efectivamente hubo 2904 mesas de todo el país donde Juntos por el Cambio obtuvo 0 votos en el recuento provisorio. Pero también 2768 donde fue la fórmula del Frente de Todos la que obtuvo ese resultado. Conclusión, el 0 para alguno de los candidatos es un error muy común en los telegramas provisorios, que además no tienen valor legal (como se encargó de recordar la Cámara Electoral) y son revisados durante el escrutinio definitivo. Ese proceso está en pleno desarrollo y, sorpresa, en realidad hasta ahora el perjudicado en la cuenta de Smartmatic fue Alberto Fernández, que ampliará aún más su ventaja cuando se conozcan los números oficiales.

Pero estos datos no llegan a la enorme porción del electorado que solo consume medios oficiales u oficialistas. Para ellos seguirá la campaña del insólito “fraude opositor” y la amplificación de los pocos motivos de esperanza en una recuperación de Juntos por el Cambio, como las difundidas marchas del sábado. Con un interesante detalle que entre tanta lágrima de Macri pasó desapercibido. El único que le puso palabras a la movilización fue el propio presidente con su inconexo mensaje desde el balcón de la Rosada, destinado a llegar a los electores por las redes sociales o las páginas web de los medios masivos.

Salvo este diario, algunas expresiones minoritarias y C5N, que pagó su osadía con la agresión de los presentes, los medios evitaron reproducir el testimonio directo de los participantes. El odio y desprecio que trasuntan no hace demasiado juego con los ahora desteñidos modos de campaña duranbarbistas.

El problema para los arquitectos electorales de Macri es esa realidad que se empeña en inmiscuirse en la campaña. Faltan dos meses para las elecciones de octubre y los 16 puntos de desventaja en las PASO muestran que con el odio no alcanza. El Presidente solo retiene el voto antiperonista radical (en el doble sentido de la palabra) y los otros, los que lo acompañaron en 2015 confiados en su promesa de que no perderían nada de lo alcanzado con el kirchnerismo y, de yapa, no se convertirían en venezolanos, parecen haber repensado su opción.

Para desgracia del oficialismo, hoy parecen convencidos de que una heladera llena es mejor que veinte segundos semestres repletos de ilusiones.

Entradas relacionadas