El 22 de noviembre no es una elección más, el 22 de noviembre los argentinos elegimos entre un modelo neoliberal que vuelva a sumergir al pueblo en la miseria y un modelo con perfil desarrollista que con muchas limitaciones y cosas por transformar nos deja la puerta abierta para seguir construyendo una patria para las mayorías.
Mucho se ha hablado a partir del sorpresivo resultado electoral del 25 de octubre. Se han analizado desde distintas perspectivas estas elecciones y quienes militamos en el campo popular nos debemos una reflexión profunda sobre los múltiples motivos que han llevado a que hoy sea una posibilidad real, que las grandes corporaciones gobiernen de la mano de Mauricio Macri.
Ahora bien no nos adelantemos. Quisiera detenerme en otro aspecto, con un balotagge aún sin resolverse y con la convicción de que es posible revertir un escenario que se presenta por lo menos complejo. Si algo positivo nos dejaron estas elecciones fue haber sacudido el polvo de las viejas estructuras, recordarnos que más allá de los avances conquistados, no hemos sido capaces de generar una mayor participación popular en la toma de decisiones, un mayor protagonismo del pueblo en las cuestiones trascendentales que hacen a la vida democrática.
No hemos superado en lo más mínimo la chata concecpción delegativa de la democracia, y ahí tenemos un problema.
Evidentemente esto se expresó de manera cabal en la definición de las candidaturas mediante la bendición del dedo. La disconformidad con este mecanismo poco democrático se evidenció no sólo en la muy pobre elección de Daniel Scioli a nivel nacional sino también en la gran cantidad de cortes de boleta que tanto en las paso como en las generales del 25 de octubre tuvieron lugar en las diversas categorías de cargos a elegir. Digámoslo, faltaron ovarios y huevos para enfrentar la lógica del dedo y nos faltó vocación de construir poder popular.
Sin embargo un signo de salud se hace presente en las distintas ciudades del país.
Ciudadanos de a pie, laburantes, profesionales, amas de casa, cooperativistas, estudiantes, docentes, comenzaron a reunirse, a debatir y a implementar acciones concretas con el propósito de evitar un triunfo de Macri. Más allá de las identidades partidarias, del mayor o menor grado de adhesión al FPV y a la candidatura de Daniel Scioli en particular, nos une la certeza de que un gobierno macrista implica un retroceso enorme para las mayorías populares de nuestro país, donde se ponen en riesgo un sinnúmero de conquistas que hemos logrado como pueblo en estos últimos años.
En las manos de estos ciudadanos de a pie, que salen a charlar de política con la gente en la calle, en las plazas, en las escuelas, en los lugares de trabajo, que dialogan sobre lo que se pone en juego en esta elección, sobre el camino que hemos recorrido del 2001 a esta parte, que salen a volantear volantes sin sellos partidarios ni estructuras por detrás, que pelean cada voto con humildad y capacidad de escucha, en manos de ellos reside en parte la posibilidad de revertir en pocos días una situación en la que Macri corre con ventaja, con todo el viento de los megamultimedios a su favor.
Estamos viviendo una situación paradojal que pone a miles de ciudadanos a militar una candidatura que no eligieron y que no elegirían como propia, que saca la política a la calle discutiendo ideas y no sólo repartiendo caras, que evidencia la creciente corporativización de la estructuras y su alejamiento de la gente de a pie.
Ojalá este sea un nuevo piso para que volvamos a discutir las formas de construcción política y para que cada vez menos las cuestiones referidas a lo público se discutan entre pocos puertas adentro, para que fortalezcamos las organizaciones de base y su participación política, para que identifiquemos lo avances sociales como producto de nuestra lucha, para que trabajemos seriamente en un proceso de formación y para que los próximos intendentes, concejales, secretarios sean compañeros trabajadores, pescadores, agricultores ,cooperativistas, maestras, en fin laburantes salidos del seno de nuestro pueblo.
Son otras las discusiones que se abren después del 22, por ahora a seguir peleando voto a voto para que Scioli sea presidente, porque definitivamente No da lo mismo.