Me dirijo a usted para comentarle una situación vivida que me llena de impotencia y tristeza, y que se reiteró en los últimos viajes que realice a esa ciudad que, junto a mi familia, desde hace año visitamos.
Durante el último fin de semana, el día sábado 28 de abril, aproximadamente en horas del mediodía en el cruce de las rutas creo que 12 y 18 (intersección con la ruta que va hacia Rosario del Tala), policías de ese destacamento caminero, nos demoraron pidiendo la documentación de nuestro vehículo, una camioneta con un tráiler que llevaba un pequeño bote pescador.
Como, en ocasión del fin de semana de carnaval, la misma caminera nos había demorado porque teníamos el pago del seguro en un ticket electrónico, pero no obstante nos realizó una multa de $ 2700, y ante los reiterados comentarios de conocidos que pasaban por ese destacamento que eran demorados y multados por los más disímiles y poco creíbles motivos, preparé mi documentación de manera minuciosa.
A saber: Seguro obligatorio del automotor con resumen de pago al día, Verificación Técnica Nacional del rodado, carnet de conducir Clase B2 habilitado para conducir tráiler, Verificación del bote por Seguridad Náutica de la Provincia de Córdoba, Habilitación del bote por Prefectura Naval Argentina, seguro del tráiler y transportados con último recibo de pago.
Por cierto, además, llevaba todos los elementos de seguridad (matafuegos, balizas, etc). No obstante todos estos aspectos, la policía entrerriana detectó tanto en mi vehículo como en el tráiler seis (¡digo seis!) diversas infracciones que no habían podido ser detectadas por Entes Nacionales o provinciales, privados y estatales, hasta ese momento, lo cual habla de una minuciosa pericia de dicha policía en búsqueda de una infracción, por si acaso.
La suma total de infracciones ascendía a $ 23.700 (veintitrés mil setecientos pesos). Todo este panorama se me comunicaba dentro del recinto de la policía, alejado de mi familia y amigos que venían en el vehículo. Esto es, mientras tanto, mi amigo que estaba con su hija, una menor de edad, y tenían sus celulares, fue intimado por otro policía que portaba una cámara colgando de su pecho aparentemente grabando la situación en una escena intimidatoria, mientras le decía que estaba prohibido sacar fotos del destacamento. Lo cual, por cierto no estaba en su intención.
En tanto que yo seguía dentro del destacamento y volviendo a las infracciones, cada una de las seis multas, se me recalcaba que era debido a la peligrosidad que podían causar a otros automovilistas y todas eran causales de retención del vehiculo y tráiler. Pero, el personal policial haciendo gala de una gran bonhomía me concedió la “gracia” de sólo cobrarme dos infracciones que sumaron el monto de $ 5800.
Demás está decir que toda la “extrema peligrosidad” que tenía mi vehículo para con otros automovilistas desapareció una vez recaudada la infracción vía posnet, en la que me indicaron que, con la factura de la infracción, podía circular durante quince días. Y en caso de otro control policial podía mostrarla sin riesgo ya de ser infractor nuevamente.
Me animo a escribir esta carta y contar esta penosa y pésima experiencia ya que soy una persona que junto a mi familia y amigos y otros varios conocidos en Córdoba no volveremos a Entre Ríos, lugar que tantas veces nos acogió y amábamos ir a pasear y vacacionar.
Dado lo intimidante del accionar policial, prefiero la reserva de mi nombre, pero, por cierto, pongo a disposición toda la documentación en caso de que lo requiera, y pido a usted, si está en sus posibilidades de publicar esta misiva, a los fines de quizá poder evitar otros abusos que como ciudadano me tocó vivir.
Sin otro particular, le saludo a usted. Cordialmente