A cuestas con su noveno embarazo, en diciembre de 2007, E. B. le pidió a su médico en el Hospital San Miguel Arcángel de Bovril, que le practique la ligadura de trompas de Falopio ante el riesgo de un nuevo embarazo. Por ley nacional Nº 26.130 (de Régimen para las intervenciones de contracepción quirúrgica), desde agosto de 2006, toda mujer puede requerir esta intervención de modo gratuito, y a su sola voluntad, en el sistema de salud pública. La misma ley garantiza a todo hombre la realización de una vasectomía en un hospital. Las obras sociales deben incorporar esa práctica en el Programa Médico Obligatorio (PMO).
Pero el profesional que atendía a esta mujer obvió la norma. Le propuso hacer la cesárea y la ligadura de trompas, ya no en el hospital si no en una clínica privada, previo pago de 2.400 pesos.
Después de mucho andar, E. B. reunió 2.000 pesos y acudió a su médico como paciente particular. El profesional le hizo sólo la cesárea, pero no le practicó la cirugía contraceptiva por no tener los 400 pesos restantes.
Es de suponer que esta mujer no recibió información eficaz respecto de otros métodos anticonceptivos, ya que en 2009 volvió a quedar embarazada, y de gemelos, pese a su débil estado de salud.
Al llegar el momento del parto, el 28 de diciembre de 2009, ingresó al hospital de Bovril con tensión arterial de 240/100 y fue medicada.
Cuentan que estaba sola, nerviosa, en ese estado de gravedad, llamando por teléfono sin cesar a sus conocidos pidiendo dinero. Quería pagar su tercera cesárea en la clínica privada para ser atendida por el mismo médico. Pero no consiguió los recursos y desde el hospital se la derivó a Paraná en una ambulancia de baja complejidad, acompañada solamente por una enfermera.
Cuando llegó a parir sus hijos número 10 y 11 está en estado crítico, con dificultad respiratoria, hipertensa y con serias dificultades para poder moverse por la obesidad.
Debido al riesgo que implicaba su caso, fue trasladada al Hospital San Martín, por cuanto el San Roque no cuenta con terapia intensiva de adultos que en su caso era indispensable. Tras la cesárea, nacieron los gemelos de más de tres kilos cada uno. Los bebés fueron derivados al San Roque y dados de alta el 31 de diciembre de 2009.
E. B. debió quedar internada en el San Martín. A los 10 días sufrió una fibrilación ventricular (anomalías en el ritmo cardíaco que deriva en la pérdida de contracción del corazón). Tras las maniobras de resucitación, durante 10 o 15 minutos, quedó con una encefalopatía anóxica, (en estado de coma) con asistencia respiratoria mecánica. Nunca más se recuperó y murió el 20 de marzo, casi tres meses después del nacimiento de los gemelos.
El caso de E. B. se inscribe en lo que se llama mortalidad materna tardía ocurrida por causas relacionadas con embarazo, el parto o el puerperio.
La historia de esta mujer fue hecha pública a través de El Diario por el Consorcio Nacional de Derechos Reproductivos y Sexuales (Conders) de Entre Ríos que monitorea el cumplimiento de las normas vinculadas a la temática en el sistema de salud de la provincia.