El lunes, un alumno de 2° año de 13 años, estaba jugando al ping pong en la escuela luego de una clase de educación física que reciben a contraturno. “Pasan y hacen un partidito y se le fue la pelotita”, dijo. La pelota cayó en el techo de un baño. En el afán de rescatarla se subió a un techo pero perdió pie y cayó al suelo ubicado a tres metros de altura. “Quedó quieto, no podía mover los brazo y apenas podía respirar. La urgencia era máxima y la situación era desesperante”, redundó la vicerrectora.
Llamaron al 107 y les indicaron que una ambulancia venía desde el centro de salud de La Bianca en camino. “Pero no llegaba nunca”, dijo. Las autoridades escolares optaron por llamar a la Policía. De inmediato, los efectivos se ofrecieron en llevarlo a bordo de la camioneta hasta el hospital. Desde la escuela dieron el asentimiento y el alumno fue transportado sobre una puerta de la escuela intentando movilizarlo con el máximo cuidado posible. “No sabíamos si tenía un golpe en la columna o en la cabeza. Queríamos moverlos lo menos posible”, dijo la vicerrectora.
Transcurridos 20 minutos, el alumno que estaba consciente pero se quejaba de mucho dolor en los brazos, se fue en el patrullero. “Al rato llegó la ambulancia. Tardó 30 o 40 minutos. Los minutos parecían horas”, confesó Debus. El estudiante sufrió fractura en una de sus muñecas y fue intervenido quirúrgicamente ese día. Al otro día le dieron de alta en el nosocomio.
El lunes 30 de mayo otro alumno sufrió convulsiones y esperaron unos 25 minutos la asistencia del sistema de emergencias públicas. “Tuvo un cuadro psicológico. Alguna cosa que no es física. Se descompuso y comenzó a convulsionar”, dijo. Nuevamente estuvieron a punto de llevarlo en un patrullero pero al final llegó una ambulancia.
La Directora Departamental de Escuelas, Griselda Di Lello, indicó esta mañana que las escuelas tienen previsto la posibilidad de contratar servicios de emergencia privados. Hasta el año pasado, la Borges tenía un contratado un servicio de emergencia de ese tipo pero, ante el costo del servicio, la falta de presupuesto y la tardanza del mismo decidieron no pagar más y acudir a la red de salud pública.
Debus dijo que es muy difícil poder recaudar para solventar la contratación de un servicio de emergencias privado. Antes sacaban de la cooperadora de la escuela pero no son muchos los chicos que aportan a la misma. “Este año nos pedían $ 1.000 y pico o $ 2.000 por mes y decidimos que no porque hay demora también. Cada vez que llamamos hay demoras. Y no hay muchos servicios y están superados. No hay muchas ambulancias tampoco”, explicó.
“Sabemos que el 107 es una entidad pública que tiene mucha demanda pero las urgencias son urgencias y los chicos están bajo nuestra responsabilidad y algo hay que hacer para atenderlos cuando es urgente. La desesperación es extrema porque es nuestra responsabilidad y lo que hagamos o dejemos de hacer corre por nuestra responsabilidad. Es urgente actuar bien”, dijo la docente.
No es el primer episodio de este año que pone en el foco de la atención pública el servicio de atención de las ambulancias. El 12 de mayo, DIARIOJUNIO publicó un informe debido a la muerte el 24 de abril pasado, de un menor de 13 años que cayó al vacío y murió en el ex aserradero Melsa ubicado en Benito Legerén. Los llamados al servicio médico de los vecinos fueron infructuosos y nadie acudió a la emergencia. La ambulancia del centro de salud municipal del barrio estaba rota y la única disponible del 107, una Peugeot Partner de apoyo, ocupada en otra emergencia. A raíz de ese episodio, José María Cáceres asumió como interventor del servicio de Emergencias Médicas 107. Diseño un esquema para colocar permanentemente una ambulancia en cada punto cardinal de la ciudad. Pero se encontró con un panorama crítico: de cinco vehículos con los que cuenta la repartición solo funcionan dos. Y uno de ellos no podía trasladar pacientes complejos.