Cuándo el discurso amoral macrista enfrenta realidad

El argumento indispensable  de la Alianza Cambiemos por un lado era instalar “la verdad” a la gente, y por otro,  trasladar culpas al pasado. ¿A qué se referían  con decir “la verdad”?. ¿ A comparar la deuda con el PBI, al desempleo, al salario real, al gasto primario por habitantes, a la inversión pública,  el deterioro de la existencia de nuestros viejos y chicos  con la gestión anterior?. Más allá de formar parte de su identidad y ser central en el discurso “maquillado”, hoy el 75% de la gente le atribuye la crisis a su autoría. 

Si lingüistas, sociólogos, filósofos  y políticos entre otros, analizaran  las formaciones discursivas de Cambiemos en estos dos años y medios y, le dieran un sentido en el contexto social-político- económico se harían un festín.  Sencillo, el discurso es una dialéctica de acontecimiento y sentido y el macrismo no entendió (como casi nada entiende),  que ningún discurso por más que influyan los medios,  puede ganar a lo que diariamente sufre la gente. 

En efecto, el discurso se agotó ya no se le puede echar la culpa a nadie. Ya no puede seguir con la tendencia optimista de futuro de que “cada día estaremos un poco mejor”,  porque las medidas aplicadas nunca son neutrales y responden a una forma de construcción de ciudadanía. La gente observa y padece las inconsistencias del modelo macrista, y empieza a ver claramente que Cambiemos lleva adelante un plan de negocios de los que forman parte del gobierno. También perdieron la confianza del mismísimo FMI y para colmo no aparece Cristina, ya no les sirve más para meter miedo y además crece en las encuestas. 

 

Del júbilo a la depresión

Joseph E. Stigliz analiza muy bien en su libro “La gran brecha” como se actúa en las sociedades desiguales. El autor menciona algo muy interesante: la diferencia entre “inmoral” y “amoral”. Como lo discute Stiglitz, en vez de castigar las prácticas depredadoras ayuda a la captación de rentas en detrimento de una buena asignación de los recursos, la creación de riqueza pública, los ingresos públicos, y la igualdad económica. 

La relatividad moral, (más que inmoralidad es amoralidad: ausencia de moral),  es tomar decisiones y dictar políticas no basadas en principios equidad, sino para hacer mal a alguien o mejorar a otro.  

Por ejemplo: “No hay razones para la alarma. Ni para el gobierno ni para la gente”, Macri relativiza  en un contexto con:  Tasas de referencia: 40% para sostener la bicicleta financiera; endeudamiento infernal;  el dólar a 25  pesos; devaluación 20% en tres semanas; inflación del 90% en dos años de gestión; tarifas por las nubes; aumento de los alimentos  del 27% en cuatro meses de este año  y  el Banco Central perdiendo 10.000 millones de dólares  sin éxito para frenar la corrida del dólar.  Otro ejemplo: el ministro Aranguren (absolviéndose de toda responsabilidad moral)  sostiene que “el incremento de las tarifas en servicios públicos servirá para reducir la pobreza en el país”. 

Macri al anunciar que procurará obtener un acuerdo de financiamiento con el FMI tras una fuerte devaluación del peso y un contexto poco alentador de la economía global, el ministro Dujovne rápidamente  aseguró que “el actual FMI es distinto al de los `90. El financiamiento es barato y las exigencias son flexibles”.  ¿Qué es lo que cambió en el FMI respecto al decálogo de políticas y estrategia formuladas por John Williamson para el Consenso de Washington defendidas a partir de los años setenta por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).  Aplicadas a países emergentes como condicionamientos para crédito stand by? –   

Disciplina presupuestaria. Reorientar el gasto gubernamental a áreas de educación y salud.  Reforma fiscal o tributaria, con bases amplias de contribuyentes e impuestos moderados. Desregulación financiera y tasas de interés libres de acuerdo al mercado. Tipo de cambio competitivo, regido por el mercado. Comercio libre entre naciones. Apertura a inversiones extranjeras directas. Privatización de empresas públicas. Desregulación de los mercados. En síntesis, son las mismas políticas que rechaza el 80% de los argentinos,  porque todos sabemos que históricamente, la imagen del FMI es traumática. Qué nada tiene que ver con los intereses de la gente común.   

Diseñar el ajuste con las provincias 

Cambiemos está en un tembladeral y llama a un gran acuerdo nacional para que apoyen un programa regresivo en nombre de la gobernabilidad. Qué acuerdo pide si siguen sosteniendo “No hay otro camino” y “hay que continuar por la misma senda sin detenerse a analizar ni siquiera las alternativas”. Esta clarito que el macrismo no busca solución en la política para la crisis que nos metieron. Si se quiere un cambio económico, tendrá que haber un cambio en la política económica.

La gobernabilidad que interpreta Cambiemos es ajuste, es retroceso del poder adquisitivo, es inequidad, es la vuelta al FMI.  La oposición política “racional” (como les gustan llamar  los medios y periodistas oficialistas a los colaboracionistas  con  del modelo macrista para “mantener la gobernabilidad”), sabe que la contrapartida para recibir recursos del FMI es un tremendo ajuste, es flexibilización laboral y privatización de las jubilaciones, es MISERIA. La sociedad no le permitirá que apoyen cuestiones que afecten sus intereses, como la reforma tributaria que apoyaron.

La oposición tiene la obligación de construir lo más rápido posible un proyecto de país claramente opuesto a este. Un horizonte de inclusión.  Sino vamos a darle la razón al MAMARRACHO  ex diputado RADICAL Luis Brandoni  que nos aconsejó a acostumbrarnos a “comer tres empanadas porque lo que importa es que hemos recuperado la República”. Si una República que se caga de hambre.

Entradas relacionadas