“Este es un proceso que no es de ahora, viene de hace muchísimos años. Esto pasa en todas las regiones del país, cuando hay alguna actividad floreciente, hay migración interna, viene gente de otras regiones”, expresó.
Fagalde aseguró que Concordia “siempre fue un polo de desarrollo en toda la región, tanto de punto de vista comercial como productivo. Había frigoríficos, que hoy no están, empaques grandes que tenían todo concentrado como Pindapoy y Ayuí. En Pindapoy había más de 2.000 personas trabajando acá nomás, sin contar la gente que estaba en Corrientes y Misiones”.
Posteriormente, comenzó un proceso de decadencia “a partir de procesos económicos y medidas equivocadas que se fueron tomando”. A pesar de que la ciudad ingresó en un declive constante, “mucha de la gente que vino a encontrar una fuente de recursos se fue quedando, no volvía a su región”.
Esta situación se concatena con la crisis de la citricultura. Poniendo la lupa sobre la actividad específica donde se desenvuelve, sostuvo que la década del 90 fue catastrófica para los citricultores. “Arrancó bien, hasta el 94, el 95. Después el corsé de la convertibilidad, al estar trancado los ingresos, generó una pérdida de rentabilidad de las empresas”.
En el caso de la provincia, de un censo agropecuario de 1991 al otro en 2002, “desapareció la cuarta parte de los productores. De 27.000 productores pasamos a 21.000. No desapareció la producción porque alguien se hizo cargo y está produciendo. El 2000 y el 2001 fueron desastres, hasta el día de hoy tenemos gente con problemas de endeudamiento que todavía no salió y sigue sin solución”.
Los cimbronazos a la rentabilidad de las economías regionales se extendieron a otros actividades. “Lo que pasó con los cítricos acá pasó con el arroz en las zonas cercanas, con los aserraderos. Hay que tener cuidado porque esos ciclos de cierres de empresas afectan a todas las actividades”.
Para la zona, es fundamental sostener los precios que garanticen la rentabilidad de la citricultura. “En el caso de la actividad nuestra marca un poco lo de las actividades productivas de la zona. Esta región, Concordia y Federación, cuando arranca la actividad citrícola se terminan muchos de los problemas sociales de los municipios porque la gente empieza a trabajar y la cosa mejora”, expresó.
En cambio, “cuando los actores económicos como nosotros están debilitados y no tenés márgenes, empezás con problemas. Se fueron cerrando las fuentes de trabajo y eso genera que los procesos de recuperación se hagan difíciles. Nosotros necesitamos medidas continúas de crecimiento en la parte económicas”.
Incentivos para estudiar y capacitarse
Fagalde indicó que se necesita “un proceso de crecimiento continuo” que pueda absorber mano de obra disponible al proceso productivo. “Además, se debe acompañar con un proceso de educación y de capacitación de la gente. Hoy hay fuertes estímulos en algunas actividades por parte de la Cafesg que son muy buenas pero requieren mucho tiempo”.
Respecto del arándano, consideró que “es muy bueno que venga, va a generar un desarrollo enorme si se aprovecha bien”. Pero advirtió que puede tener consecuencias desde el punto de vista social. “Si no comenzamos a verlas ahora, dentro de seis o siete años va a ser un problema”, afirmó.
El vicepresidente de la Fecier explicó que “la cosecha es un mes, un mes y medio, y se precisa mucha gente. Con 1.000, 1.200, 1.500 has. que puede haber en poco tiempo, vas a precisar 8.000 o 10.000 personas en ese espacio de tiempo. Muchos vienen, no van a volver, se van a quedar y ahí comienza nuevamente el proceso como el de Salto Grande y de los grandes frigoríficos”.
Fagalde instó al gobierno a capacitar a los desocupados para que “pueda ser ella la que aproveche esa fuente de trabajo, la fruta va a estar y alguien la tiene que cosechar. Son fuertes inversiones las que se han hecho y no se pueden desperdiciar”.
Como ejemplo a seguir, mencionó a “la gente que se esfuerza, que tiene aspiraciones, termina la cosecha acá y se van al sur, a la cosecha de la pera y la manzana, hay una migración”. Esa actitud debe ser un espejo para que se refleje en “la gente que está acá, que no tiene una changa, hay que prepararla para que aproveche ella los puestos de trabajo que se generan porque sino va a haber alguien que los va a aprovechar”, remató.