¿POR QUE A NOSOTROS?
Lo malo o incompleto de estas rememoraciones, es que se presenta lo ocurrido el 24 de marzo de 1976 como una especie de hecho aislado, similar a una catástrofe natural: un grupo de uniformados que parecían descender de otro planeta, cayendo sobre un país normal, y que se dedicaron sin más a perseguir ciudadanos inermes.
Esto es más o menos la versión que se trasmite a la gente joven que ¡por suerte! no vivieron ni conocieron aquellos horribles tiempos.
Cabría la pregunta entonces por qué ocurrió en Argentina y no en Australia, Nueva Zelanda o Noruega.
Y no, lo que pasó en aquella jornada no fue por casualidad: hay que explicarlo apelando a un conocimiento al menos elemental de los anteriores cincuenta años de historia. El Proceso del 76 no fue más que la culminación.
HISTORIA INCOMPLETA
Hubo en una época ,-años 30- épocas de los conservadores fraudes en elecciones,
Después, intolerancia luchas y enfrentamientos inconciliables entre peronistas y antiperonistas, que llegaron incluso a un bombardeo salvaje, con aviones de guerra sobre población civil en Plaza de Mayo. Incendios de iglesias y locales partidarios, fusilamientos y proscripciones.
Golpes militares que volteaban gobiernos civiles, más o menos constitucionales, o anulaban elecciones.
Y una larga lista de etcéteras…
EL IMPERIO DE LA FUERZA
Varias generaciones argentinas, entre los años 30,40,50 o 60, vivieron y se criaron en una sociedad donde la fuerza, la violencia y la arbitrariedad parecían marcar los rumbos.
Recuerdo en mi etapa de colegio secundario en los años sesenta, la discordancia entre lo que nos enseñaban los profesores y profesoras de instrucción cívica o “educación democrática”, o leíamos en los libros sobre el funcionamiento del sistema institucional y lo que se veía en la realidad de la calle.
¿Qué tiene de raro que alguna gente joven de aquella generación de los 60 o 70 no viera otra solución que ilusionarse con oponer la violenia a la violencia?
Cuando nos reunimos a recordar el medio siglo de bachillerato dos compañeros de entonces engrosaban la larga fila de los desaparecidos de la última dictadura. Otro había estado largos años en una dura prisión sin que nunca le explicaran el motivo…
LAS VISPERAS
Otro error es el de creer que la violencia y el terrorismo aparecieron el 24 de marzo del 76.
No hay tal , la lucha de facciones desatada en el seno del Peronismo, gobernante desde 1973,había provocado ya gran cantidad de víctimas.
Para enfrentar a las organizaciones armadas guerrilleras –ERP Trotzkista y Montoneros (peronista)- los gobiernos de Perón ,y luego su esposa Isabel Perón auspiciaron grupos parapoliciales represores.
Que actuaban al margen de la Ley (regimiento “SOMATEN” les llamaba Perón rememorando un cuerpo paralelo semiclandestino de la Guardia Civil en tiempos del dictador Franco en España).
El ejecutor fue el siniestro secretario y ministro del matrimonio Perón, José López Rega, apodado “El Brujo”
Según el informe de la Comisión de Desaparición de Personas (CONADEP) creado en tiempos de Alfonsín, entre 1973 y 1976 (gobierno peronista) se registraron más de seiscientas desapariciones de personas y trescientos asesinatos políticos llevados a cabo por el terrorismo de Estado, en esa etapa pre-golpe.
Si tomamos en cuenta que el registro de la CONADEP señala un número total de personas secuestradas y desaparecidas entre 8.000 y 9.000, es relevante destacar que más de un diez por ciento de víctimas corresponde al período inmediato anterior a la Dictadura.
En el listado de desaparecidos que figura en una placa conmemorativa en Plaza Urquiza de Concordia, puede comprobarse que la fecha de desaparición , en algunos casos es anterior a 1976.
TERROR LOCAL
Los vecinos de Concordia de más edad han de recordar aquellos tiempos del 74 y 75.
Que se sepa, no hubo en nuestra ciudad acción alguna de las formaciones guerrilleras violentas que actuaban por entonces.
Los actos de terrorismo provenían de grupos de extrema derecha, integrados por gente ligada a la delincuencia, que actuaban con protección policial, o complicidad de oficiales de guarniciones militares de la zona.
TIEMPOS EXPLOSIVOS
Era usual la colocación de varias bombas de gran potencia: una estalló en el local de la UOCRA, en razón de una huelga de trabajadores de la Construcción en la represa de Salto Grande, entonces en construcción.
Otras, en domicilios particulares de personas de tendencia izquierdista o que los “servicios” suponían que lo eran.
En un caso, se colocó una bomba que destruyó la casa de familia de un conocido dirigente gremial, del Sindicato Municipal.
Inmediatamente se presentó Gendarmería…”descubrió” bajo un ropero panfletos “subversivos”, y se llevó detenido al dueño de casa (¡precisamente la víctima del atentado!).
Al abogado que concurrió a asistir al detenido el oficial de gendarmería le mostró unos volantes , bastante “truchos” del ERP, llamando a la “rebelión armada”.
Ante la pregunta, formulada con aire inocente, de por qué causa, cuando se investigaba la explosión de una bomba que destrozó el frente de la vivienda los celosos gendarmes fueron a revisar papeles debajo de los muebles, el gendarme se quedó mudo y no contestó.
Trasladaron al preso a Concepción del Uruguay, donde-resultando evidente el torpe proceder de Gendarmería- el juez federal no halló mérito para inculparlo, y debió ponerlo en libertad.
No obstante, casi de inmediato llegó el decreto para “ponerlo a disposición del Poder Ejecutivo”, una figura que permitía mantener a la persona encarcelada, sin causa ni proceso, por el tiempo que le viniera en gana al gobernante de turno.
Obviamente que, en el interín, el liberado se les hizo perdiz y permaneció oculto durante casi todo el período de la dictadura.
En Chajarí, una bomba hizo volar el estudio de un conocido abogado a quien se acusaba de “comunista”.
Otra, en la casa de familia de un ingeniero de Concordia
Inmediatamente aparecían “comunicados” en los que la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) se adjudicaba la autoría.
Simultáneamente se difundían “listas”, firmadas por Triple A, de condenados a futura “ejecución” por complicidad con los “zurdos”. Aparecían abogados, periodistas, dirigentes gremiales, gente del Radicalismo, de la Juventud Peronista o de izquierda.
Pero todo el mundo sabía que los autores de los atentados eran jóvenes oficiales del Ejército,-en sordina, se mencionaban hasta los nombres– que revistaban en las guarniciones locales, únicos que podían poseer y manipular elementos explosivos de tal magnitud.
AHORA LOS MILITARES
Con la muerte de Perón, en julio de 1974, asume la presidencia su viuda Isabel Martinez.
Persona notoriamente incapacitada para el cargo, manejada desde las sombras por se secretario personal y ministro José López Rega.
Entonces se lleva a cabo lo que Perón no quería: hacer intervenir a las Fuerzas Armadas en la represión del terrorismo.
Varios decretos, que firmaron todos los ministros del gobierno peronista, y , en líneas generales, avalaron casi todos los partidos en el Congreso ordenaba a las Fuerzas Armadas “aniquilar” la subversión.
Se crearon Comandos y áreas territoriales controladas por los militares.
Las policías de las Provincias, casi no obedecían al Gobernador, pasaban ahora a depender de los jefes de área castrenses.
Se dictaron “leyes de excepción”, que permitían a los militares detener personas sin necesidad de orden de juez y mantenerlas prisioneras el tiempo y en el lugar que quisieran.
Tribunales militares podían formar consejos de guerra a civiles, y fusilarlos sobre el terreno.
Lo cierto es que, por aquel tiempo, última etapa del gobierno peronista años 74/75/ y comienzos del 76, los militares, con la anuencia o pasividad de la mayor parte de la dirigencia política fueron copando cada vez mayores cuotas de poder.
Cuando se resolvieron a tomarlo del todo, fundiendo el poder formal con el real, la gente no notaría mayormente la diferencia.
