Entre otras cuestiones, por falta de mantenimiento no se cuentan con “materiales esenciales para los arreglos internos del hospital”. De las calderas de vapor, hace un año que se encuentra una sola en servicio. No funcionan correctamente los ascensores por falta de pago al service. Tampoco las mesas de anestesia, porque carece de monitores intraoperatorios. Por falta de pago a la empresa Phillips (único service autorizado) se encuentra fuera de uso: el seriografo que permite realizar estudios contratados. “Dichos estudios como los de laboratorio se realizan en instituciones privadas afrontando un costos gasto innecesario”, señalan los delegados.
El hospital no cuenta con plan de evacuación para emergencias; el sistema de detección de humo no funciona y las salidas de emergencia tienen llave (supuestamente para evitar los robos). Además, el hospital necesita adquirir un banco de capacitores, cuyo costo es de $ 12.000, con lo que ahorraría $ 4.000 mensuales en el consumo de electricidad y $ 3000 por multa a la Cooperativa Eléctrica.
Otra cuestión criticada es la falta de pagos de honorarios de un profesional médico para soporte nutricional (alimentación parenteral y enteral) a pacientes críticos.
Gicaopuzzi y Hirschfeld concluyen señalando que la falta de profesionales genera “una deuda que actualmente asciende a $ 3.500.000 solamente en un hospital promediando $ 400.000 de déficit mensual”.